Nos dirigimos hacia una cafetería. Por suerte, no fuimos descubiertos. Más bien, él no fue descubierto.
Por cierto, me había tomado el tiempo de analizarlo un poco. Llevaba una camisa negra, unos pantalones jean y el mismo peinado de siempre.
Como todo "caballero", se ofreció a pagar él nuestros pedidos ¿por qué no dejarlo?.
—Hola, buenas tardes. ¿Que van a pedir?. —dijo la mesera mirando su bloc de notas.
—Buenas tardes. —respondió él.
—Eh... —me miró.
—Ah. Si. Emm, quiero un café con leche y unas... dos medialunas. — hablé rápidamente.
—Para mí, lo mismo —agregó James.
—Y... cuatro medialunas... —susurró la mesera mientras escribía en el papel. — Bien, ya se los traigo. —finalmente se retiró.
Pude notar como James la miraba de arriba a abajo, con la boca entreabierta.
—Cierra la boca que se te cae la baba. —bromeé.
—¿Ah? ¿Que? ¿Que?. —reaccionó
Señalé a la mesera con la vista.
—No. No es mi tipo. —respondió y luego reímos.
—Ni siquiera la conoces. —seguí riendo.
Minutos después, la chica llegó con dos tazas y cuatro medialunas.
—Gracias. —le agradeció James con una sonrisa y ésta se la devolvió
—Pues yo creo que si es tu tipo. —dije en cuanto la mesera se fue. Sólo quería molestarlo.
—No... —sonrió y luego arrugó la nariz.
—Coopera un poco. Te estoy ayudando a encontrar novia, ¿sí? —bromeé nuevamente.
—No estoy para novias ahora. Me quiero enfocar más en mi carrera —respondió mientras le ponía azúcar a su taza de café con leche.
—Mmm... claro —dije divertida.
—Es en serio. —asintió.
—Oye. ¿Puedo tomarme una foto contigo? —dije después de un incómodo silencio.
—¿Para que?
—¿Como que para que? —le pregunté obvia.
-Tienes suficiente con conocerme en persona. -respondió con algo de frialdad.
-Ah, bueno. Perdón. -comenté sarcástica.
-Te perdono.
-¿Eh?
-Es broma.
-Ah... -dije algo confundida.
