Arder

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A veces pienso que tus manos tienen fuego cuando me tocas.

Porque ¡Dios! se sienten así.

Un fuego que siento en cada centímetro de mi piel, que se esparce hasta mis entrañas, que hace que mi garganta se seque y mi cuerpo se sienta como una hoguera.

Pero todo fuego arde vertiginosamente, para después reducirse poco a poco hasta volverse cenizas.

El terreno donde ardía nuestra hoguera se volvió frió, tan frió como si fuera invierno, pero era primavera.

¿ Por que nuestro fuego se apago?.

¿ Acaso hacia falta gasolina?

O quizás...

¿Un poco de intensidad?

Nunca lo sabremos, porque ya era muy tarde, para cuando nos hicimos estas preguntas, ya todo era cenizas.

Diana Camila Guzmán

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