—¿Te gustan los scones? —pregunta con interés mientras yo devoro mi ración con poca sutileza. Termino de tragar y de limpiarme las migas pegadas en los labios antes de levantar la mirada y sonreírle.
—Perfectos, Johann, como siempre.
—Me alegro mucho —comenta con una risilla—. Pero, ¡espera! No comas tan rápido, que te vas a atragantar...
—No puedo resistirme —canturreo—. Es que están deliciosos. ¿Qué tipo de rosas usaste hoy para prepararlos?
—Una variedad llamada Schneewittchen —responde.
Abro los ojos sorprendida y deposito la comida en el plato con preocupación.
—Pero... ¿Esa flor no era llamada así por ser venenosa?
Johann suelta una carcajada.
—No te preocupes, Jane. Si te mueres, yo te despertaré.
—¿Con un beso del príncipe Johann? —Ambos reímos por mi comentario.
Él rellena su taza de té y nos quedamos un rato en silencio. Solo se escucha el sonido del agua golpeando los cristales desde fuera. Con el sol oculto, la habitación tiene un aspecto mucho más sombrío que de costumbre.
—Parece que la lluvia no va a parar... —resoplo mientras apoyo la cabeza sobre una mano.
—Ya lo has mencionado unas cuantas veces. —Da un sorbo a su taza sin mirarme y yo me encojo de hombros—. Aunque es cierto que está cayendo con mucha fuerza... Tal vez la lluvia haga que las flores se dispersen. —Suspira con pesadumbre—. Acababa de plantar en el jardín unas rosas blancas... Tendré que echarles un vistazo más tarde.
—¿Puedo ir contigo? —pregunto exaltada, dando un brinco desde la silla y mirándole con ojos esperanzados.
—¿Eh? Pero ¿no querías ir a dormir?
—¡Estoy harta de estar en la cama! También me canso de leer tantos libros... —resoplo mientras dejo caer mi cabeza contra la mesa, intentándole transmitir a Johann mi desesperación por salir.
—Bueno, pues... —vacila mientras se rasca el mentón—. Creo que tengo otro traje de lluvia en la planta de arriba. Si vas a venir conmigo al jardín no puedes llevar esa ropa de estar por casa...
—¡Venga, Johann! Te preocupas demasiado, estoy bien con esto —refunfuño y me cruzo de brazos.
—Me da miedo que puedas hacerte daño o caerte. Acuérdate cuando te clavaste el borde de las escaleras hace unos meses —rememora con un tono de preocupación, pero enseguida levanta la cabeza imponente—. Soy tu hermano mayor, después de todo, y no puedo evitar preocuparme por ti.
—Solo será una hora, porfaaaa. —Le muestro mis manos suplicantes y una cara de niña buena.
—Aunque solo sea una hora, no llevarás esa ropa. ¿Podrías obedecerme más, por favor...? —Se pone la mano sobre la frente y sacude la cabeza. Lo conozco muy bien para saber que no está enfadado, así que suelto una risilla traviesa.
—Espero que las flores no se hayan desperdigado y que estén tan hermosas como siempre.
Vuelvo a colocarme en mi sitio y empiezo a imaginarme el escenario.
—¿Quieres más té? —me dice.
—No, estoy bien. —Hago una pausa y me incorporo hacia él riendo—. Hey, vamos a ver el jardín ahora.
Johann me mira unos segundos, luego suspira y sonríe a la vez, con una mezcla de resignación piadosa, como si quisiera decirme que soy un caso perdido y aun así me quiere por ello.
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La cuna de espinas
Mystery / ThrillerEn una época muy jubilosa y tranquila, a través de las colinas inglesas, a varias millas de distancia del bosque y el pueblo, existe una mansión que parece huir del mundo, custodiada por un extenso jardín de rosas. Dos hermosos hermanos viven clande...