4| Ángel

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Los días comenzaron a hacerse más placenteros para Jungkook, se acostaba con una sonrisa, pensando en su bebé dinosaurio y se despertaba con otra pensando en lo mismo

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Los días comenzaron a hacerse más placenteros para Jungkook, se acostaba con una sonrisa, pensando en su bebé dinosaurio y se despertaba con otra pensando en lo mismo.

Él había descubierto que la cosa se debilitaba frente a sus estados de ánimo felices.
Y eso era... una poderosísima arma.

¡Un as bajo la manga!

En tantos años de desdicha y vejaciones, por primera vez sentía que había una luz al final del túnel, algo que le ayudara a enfrentar a la bestia y destruirla. Solo debía ser paciente y planear cada movimiento aunque no tenía la memoria idea de cómo hacerlo.

Por lo pronto, que la cosa no hubiera salido de la pared desde que Jungkook había conocido a Jimin, era bastante significativo.

Ella sabía que el joven al que sometía desde hacía añares, había cambiado.

Su corazón había cambiado.

La cosa era incapaz de sentir los miedos profundos que Jungkook exhalaba por su piel, sencillamente porque ya no lo sentía. Ella estaba siendo incapaz de fortalecerse ahora que su preciado tesoro de carne y músculos la ignoraba y no le temía.

Había noches en las que se arrastraba desde el closet y ascendía por las paredes hasta el techo, se posicionaba sobre su cama para observar el sueño plácido de su criatura humana. Quería tirarse sobre él y poseerlo, quería jadear en su cuello, estrangularlo y someterlo al más abismal de los terrores, como lo ha hecho cada noche en eternos veinte años.

Pero la sonrisa de Jungkook, mientras dormía, la detenía. No podía con eso. Golpeaba sus brazos con fuerza sobre el cielorraso pero nadie la escuchaba. Nadie la veía. Y se fundía en la pared a la espera de que su víctima volviera a sentir algo de miedo que le permitiera regresar.

 Y se fundía en la pared a la espera de que su víctima volviera a sentir algo de miedo que le permitiera regresar

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Jungkook inició esa mañana con un baño vigorizante y con la alegría de saber que hoy vería a Jimin. Él no había pensado en la cosa en todo el día, sabía que se había debilitado, pero se cuidaba de no mover ni un solo dedo que pudiera provocarla.

Afuera diluviaba, estaba solo, como siempre, sus padres hacía meses que se habían ido de viaje y como él tenía mayoría de edad, no dudaban en dejarlo solo en la "casita del horror".

SAAGHAN | Muro MalignoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora