Capítulo 4

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El hombre de al menos un metro noventa me abraza, bueno, me asfixia tanto que me cuesta respirar. Aunque, por alguna razón mi cuerpo responde ante su abrazo, ¿por qué me siento como en casa?

-¿Dónde coño estabas? Me dejaste un mensaje el cual no me ayudó mucho en tranquilizarme. ¿Cuánto llevas en España? ¿Por qué no me avisaste?- Dice mientras reparte besos por toda mi cara.

-Temo decirte esto, pero tuve un inconveniente en mi viaje y estuve ingresada en el hospital.

-Estás bien, ¿no?-Pregunta preocupado.

-Sí, estoy bien. Pero aquí viene lo fuerte.-Hago contacto visual con sus ojos heterocromáticos: uno color café y el otro de un color verde intenso.- Tengo pérdida de memoria a largo plazo. No recuerdo a mis padres, mis padres, mi carrera, ni nada por el estilo. Estoy haciendo mi vida lo más cotidiana posible y he completado mis ejercicios de memorización.

La boca del chico tiene la forma perfecta de la O y sus ojos se abren de par en par exactamente como lo describen en las novelas. Cierra la boca y vuelve a mirarme y, al final, decide abrazarme de nuevo.

-No me compadezco, sé que odiabas ese tipo de sentimiento. Solo abrazo a mi amiga porque me alegro de que esté viva por lo menos y estés de vuelta en casa. Te he echado mucho de menos  _____________.

-Voy a decir que yo también te he echado de menos porque es lo que necesitas escuchar ahora mismo. ¿Cómo te llamas?

-Samael.

-Yo también te he echado de menos, Samael.

Por un momento me siento cómoda, desde que me desperté todos se han comportado de una manera sobreprotectora y, aunque lo agradezco a veces me parece asfixiante. Les he cogido a todos cariño, pero protegerme de todo es agotador.

-Voy a pedir tu plato favorito y yo me pediré mi almuerzo, nos sentaremos en aquel sitio.- Señala una mesa pegada a la ventana, mi sitio ideal.- Y me contarás todo.

-De acuerdo. Te espero en esa mesa, querido.

A los quince minutos, Samael aparece con nuestros pedidos y los deja delicadamente en la mesa. Miro mi plato que se basa en unos tacos los cuales huelen de maravilla, ¿llevará salsa picante? Es lo que más me gusta.

-Lleva salsa picante y extra. Eres la única que pide extra de salsa picante en el local.

-Veo que lo recuerdas todo. Me alegra escuchar eso de tu parte, supongo que manteníamos una buena amistad.

-Una muy buena diría yo.- Una sonrisa tonta se dibuja en su rostro causando que yo haga el mismo gesto.-¿Me contarás?

-Por supuesto.- Le pego un bocado a los tacos y lo saboreo lentamente dejando que mis papilas gustativas degusten cada ingrediente.- Dios mío que bueno esta con razón es mi plato favorito.- Samael le agrada escuchar mi opinión, pero su ceja alzada me da a entender que quiere saberlo.- Estuve en Portland, el médico me dijo que un grupo de hombre intentaron asaltarnos a Judith, a Mangel, a Rubius y a mí. Por lo que se quise ser la heroína y fui la que acabó bastante mal. Hasta la fecha todos me han cuidado y me han sobreprotegido, pido información, pero nadie se atreve a decirme nada es como si alguien les estuviera amenazando. He memorizado todos los ejercicios y he estado repasando mis apuntes de psicología. Hoy mismo me he presentado en mi trabajo y he pedido al nuevo jefe estar de prácticas con un sueldo honrado.

-¿Y qué te ha dicho?

-Dice que lo presentará ante la junta. Dice que soy un buen fichaje y que luchará hasta el final por mí.

-Espera, ¿me has dicho nuevo jefe? ¿Qué paso con Manuel?

-Me han comentado que está de baja. El nuevo jefe es un bombón italiano.-Digo elevando las cejas.

-¿Él sabe que estás aquí?-Le miro confundida.- El señor Manuel.

-No, ¿por qué?

-Fue el hombre que te terminó de formar y te cuidó como la hija que nunca tuvo. Era como tu padre, aún recuerdo lo que me dijo hace cuatro años.

-¿Qué te dijo?

-Me siento el hombre con más suerte del mundo. Estoy orgulloso por mi niña. Al parecer fue la primera vez que fuiste de congreso y sorprendiste a todos, tanto que te mandaron ofertas.

-Dios mío.- Digo con la mano en el pecho.- Intentaré pedir su dirección para ir a visitarlo. ¿Está casado?

-Por supuesto. Es la mujer más humilde y noble del planeta, creo que ella también se alegrará de verte.

-Mañana llamaré a Clara para que pase su dirección y me presente para verle, no me acuerdo de él ni de lo que hizo por mí. Pero con lo que me has contado me basta para presentarme ante él. No sé porque, pero siento un leve cosquilleo en mi cuerpo.- Y es totalmente cierto, por una vez tengo la emoción de ver a alguien.- ¿Qué hay de ti?

-¿De mí?- Dice sorprendido.- ¿Quieres que te hable sobre mí?

-Por supuesto.- Contesto con una sonrisa.- Quiero que me cuentes sobre ti y si te da tiempo contarme alguna aventura nuestra, espero que con eso pueda recordar algo.

A pesar, de haber estado hablando casi una hora y contándome acerca de él y de nosotros no he podido acordarme de nada. Pero lo que me ha contado es una de las cosas a las que me aferraré para intentar recordar. Hemos intercambiado número de teléfono y me ha prometido que me mensajeara para quedar algún día.  

MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora