Antes de que Linda pudiera desatarse Evan la alcanzó después de poner a Andrew inconsciente en el suelo. La tomó de la muñeca mientras ella intentaba librarse de la cuerda que la mantenía sujeta al cuerpo inerte de su amigo. La sometió enredándola en sus brazos y puso el mismo pañuelo sobre su rostro y en apenas unos instantes quedó completamente inconsciente.
Linda no sabía cuánto tiempo había pasado inconsciente, pero ahora se encontraba en un rincón de la cueva, amordazada, con los brazos atados al cuerpo y con las piernas completamente inmovilizadas. Comenzó a mirar por todas partes pues ahora la cámara estaba más iluminada con una fogata justo en el centro.
Lo que la aterró fue ver a Andrew igualmente atado justo al lado de la fogata, con Evan parado delante de él, sosteniendo una daga en su mano apuntando al cuerpo de su amigo.
Antes de que Linda pudiera hacer algo más que sólo caer de lado y azotar su cráneo contra el suelo, Evan se arrodilló, tomó la mano de Andrew y en un movimiento rápido le hizo un corte en la muñeca. La sangre comenzó a fluir fuera de su cuerpo, cayendo sobre una especie de bulto que estaba en medio de ellos.
Linda, después de recuperarse del golpe, logró distinguir que los bultos eran en realidad los supuestos amuletos de Evan. Después de que la sangre de los bañó por completo, el chico traidor jaló a Andrew hasta un lado de ella, cubrió el corte con una venda y regresó rápido a dónde estaba.
El mismo Evan se hizo un pequeño corte en el pulgar y dejó caer unas gotas en los amuletos. Tomó los extremos de la tela con la que los tenía semi envueltos, los levantó y los arrojó a la fogata. Después de eso, Linda sabía que la situación estaba tomando un tinte macabro, sumándose al ya bien ganado y merecido pánico. Evan, por su parte, sin perder tiempo comenzó a recitar unas palabras en algún idioma extraño, que por intuición, Linda supo que era griego antiguo.
Sin pasar mucho tiempo el fuego se acrecentó a sobremanera obligando al chico griego a retroceder unos cuantos pasos pero sin dejar de recitar fervientemente esas palabras, que más que extrañas, sonaban tenebrosas.
Andrew comenzó a despertar ante el dolor punzante en su muñeca, miró a Linda e intentó hacer algo por ella pero estaba igualmente incapacitado que su compañera. Ambos se comunicaron como pudieron a base de miradas, de forma que Linda pudo explicarle la situación a su amigo lo mejor posible.
-Veo que has despertado. –Se escuchó la voz de Evan. –Que no te sorprenda lo que verás, tú mismo te lo buscaste, Andrew.
Las palabras de Evan le recordaron al chico la advertencia que Linda le había hecho cuando aún podrían haberse escapado sanos y salvos. La miró de reojo, pero en vez de recibir la mirada acusadora que esperaba de su parte, ella lo que tenía en ese momento era una expresión de preocupación y pánico.
-Hay una razón por la cual tus padres nunca han querido hablarte de Grecia. –Comenzó Evan mientras caminaba hacia ellos, al tiempo que las llamas danzaban enormes detrás de él. –Hay un secreto en tu pequeña familia, ustedes fueron los asesinos de la más magnifica criatura que jamás ha existido, la quimera.
Andrew comenzó a afirmar su concepto sobre Evan, lo tomó por un loco. Sin embargo, había algo de coherencia en su explicación, así como lo extraño y misterioso de las llamas que estaban detrás de él le daban un tono más serio y afirmativo a lo que decía.
-Hace miles de años, por la sangre de mi familia esta criatura surgió, y por la sangre de la tuya cayó, y se redujo a ser no más que dos colmillos y un pedazo de cuerno. –Siguió explicando Evan mientras se ponía en cuclillas y daba ligeras cachetadas a Andrew ante los ojos horrorizados de Linda. –Ahora, por tu sangre renacerá, y por la mía tendré el control de ella.
Evan se levantó, dio media vuelta y se acercó de nuevo a las llamas. –Ya es la hora. –Concluyó y empezó a recitar un nuevo discurso en griego antiguo. Las llamas se agitaron furiosas y extrañamente comenzaron a tomar forma, como de una animal cuadrúpedo enorme, casi del doble de la altura de Evan, quizá algo más de tres metros.
El calor era abrazador, pero disminuía conforme el fuego tomaba forma, hasta que llegó a desaparecer, pues el fuego estaba sufriendo algo así como condensación. Hasta el punto en que la monstruosa forma cuadrúpeda estaba completamente bien formada pero brillante, parecía un león en llamas.
Evan se dio la vuelta para verlos. –Siéntanse afortunados y honrados, presencian el nacimiento de una nueva era. –Cerró los ojos y apretó ligeramente los puños a la altura de su rostro. –Presencian el renacimiento de la Quimera. –Cerró y detrás de él la criatura dejó de brillar y se mostró completamente, presentándose con un escalofriante y poderoso rugido.
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Quimera: Tu sangre, su vida.
FantasyTodos hemos soñado con la idea de provenir de una familia cuyo pasado sea especial, pero ¿si lo especial que tiene tu sangre no es necesariamente bueno? Ser descendiente de un héroe de la antigüedad no siempre es sinónimo de glorias y alabanzas por...