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-Toma, cargalos mientras hago las papiyas y por favor cuida que Ander no se muerda los dedos otra vez.

-¿Qué haga qué?

JiSung sonrió y le entregó a los bebé con suavidad aún sabiendo que su esposo entraría en crisis a los cinco minutos al tener que cuidar a sus pequeños cachorros de un año y medio. El pequeño y tierno Lee Taeyong y el pequeño y travieso Lee Ander. Uno de sus cachorros tenía grandes ojos castaños, piel blanca como la de su papá Taeyong, cabello rubio y cortas piernas gorditas que estaban cubiertas por un pantalón muy pequeño de algodón. Traía una hermosas calcetas azules y un gorrito negro que él mismos le compró. Y el otro era más travieso, juguetón y bastante escurridizo como Ander Bang lo fue en su momento. Tenía cabello rubio, ojos cafés claros como JiSung y era pequeño, tan pequeño como su hermano. Traía puesto un tragesito azul con gorra y a pesar de que JiSung le había dicho que no lo dejara morderse los dedos, Lee Ander estaba haciendo eso precisamente.

Los cachorros era muy pequeños y MinHo siempre tuvo miedo de abrazarlos y lastimarlos. No quería ser un bruto y terminar por hacerlos llorar, por ello, la mayoría de las veces jugaba con los cachorros sobre su cuna o en la cama de su habitación para evitar problemas, llenaba el lugar con almohadas y peluches para jugar con ellos. JiSung lo sabía, lo había visto en varias ocasiones en las que entraba en crisis al entrar a la habitación de sus bebés y no encontrarlos en sus cunas.

-Sung. - llamó el Alfa, pero el Omega simplemente rió mientras negaba y hacía oídos sordos al llamado de su Alfa. - amh, creo que, creo que alguno de ellos dos va a llorar si no vienes...

En realidad no era así, porque sus cachorros lo amaban tanto que cuando jugaba con ellos, sus ojitos brillaban y las risitas rezonaba por toda la habitación. MinHo los amaba mucho, siempre lo haría y estaba esperando con mucha emoción el día en que se presentarán para darles la plática. Como había hecho con Felix.

-Sung. - volvió a llamarle, pero era inútil, su Omega, claramente lo estaba ignorando. - el bebé quiere a su papá Omega. - dijo. - Sung.

Miró a su cachorro en brazos y al otro en la silla alta mordiendo sus deditos mientras se reía y sus ojitos desaparecen formando dos pequeñas y hermosas líneas, sus encias sin dientes y toda la perfección que era su bebé lo dejó anonadado, ¿realmente él había apoyado en hacer a estos hermosos ángeles? Porque no podía terminar de creerlo. Aún le costaba mucho saber que sus bebés eran hermosos y que con cada día que pasaba se volvían más grandes, traviesos y lindos.

Quizás era porque se parecerían a él en todos los sentidos, quizás serían unos rebeldes desobedientes desde cachorros como sus papás siempre le dijeron que fue y aunque le gustó la idea, también le preocupo un poco.

-He vuelto, ¿qué te pasa? - preguntó el Omega mirando a su Alfa. MinHo miraba muy fijamente a sus bebés sin parpadear mientras uno de sus hijos se mordía los deditos y se reía y él otro se quedaba dormido en sus brazos. - ¿Estas bien? - le preguntó cuando vio las lágrimas resbalar por las mejillas de su esposo.

-¿En serio son míos? - preguntó una vez desde que llegaron a su vida. No podía, en serio no podía creer que él, Lee MinHo, era papá. - Sung, ¿en serio soy papá y tú mi esposo? ¿Esto no es un sueño?

JiSung sonrió para luego acercarse y darle un beso en la mejilla suavemente.

-Son nuestros cachorros y si estamos casados, me lo pediste una semana después de saber que ibas a ser papá, recuerdo que dijiste que tu propuesta debía superar la de mi hermano así que me llevaste a Madrid, España y de alguna extraña forma alquilaste todo un hotel para pedirme ser tu esposo. Yo aún no superó la cara de Chris al ver el hotel en Madrid. - sonrió.

-Te amo. - dijo el Alfa mirándolo. - y gracias por darme cachorros, Sungie.

JiSung negó y luego hizo el intento por tomar a su cachorro de los brazos del mayor, pero al conocer perfectamente bien a su Alfa, supo que eso no sería posible porque MinHo era una persona cariñosa con sus hijo, porque cuando decidía cuidarlos, no había poder en la tierra que lo alejará de ellos y porque si alguien se atrevía su lado posesivo y sobre protector salía a flote. Así que levantó a Lee Ander de la sillita alta y camino con su cacherro en brazos detrás del Alfa que se negaba a soltar a Lee Taeyong.

JiSung ya era plenamente feliz, a sus 26 años tenía todo lo que quería, una familia preciosa, un esposo consentidor y cariñoso, cachorros preciosos y una vida bastante perfecta, no había nada que le hiciera falta. Tenía todo, incluyendo al Alfa que odio en sí juventud.

Porque la frase de: "El Alfa que odio, ¿es mi Alfa?" cambio por: "¿Alguna vez odie a mi Alfa? " sin darse cuanta de ello.

The end

El Alfa que odio, ¿es mi Alfa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora