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Prólogo

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Prólogo

Es tan difícil afrontar la vida después de un evento como ese. Cuando un miedo se asienta en tu cerebro y no te permite pensar en nada más que en cómo evitar que la situación se repita, como evita que una persona que amas, una persona por la que darías la vida corra peligro, porque, ¿y si dar la vida no es suficiente para salvarlo?, Si darlo todo, si tratar de protegerlo a toda costa resulta completamente inútil por un ligero descuido, ¿cómo poder anteponerse a eso?

Por eso, a este punto le resultaba jodidamente insoportable la insistencia de Jongdae sobre salir a pasear. Hace varios días tenía en su cabeza la idea de ir al bosque a pasear y pasar un rato juntos, pero no podía hacerlo, aun cuando esas tierras son parte de la propiedad del hombre, no significaba que nadie pudiera entrar y hacerles daño.

Podía volver, podía intentarlo de nuevo. Y eso no iba a permitirlo.

Negó de nuevo, ya con la irritación marcada por todo el rostro. Con fuerza, empujó la puerta cerrándosela en la cara, la risa del hombre llenó la casa, ahogada por el golpe, y esta se volvió a abrir, permitiéndole ingresar al lugar.

— ¡Vamos hermano! —Rogó— No puedes seguir haciéndote esto, mucho menos a él.

Decidido a ignorarlo, siguió con su camino hacia la cocina.

— Mira, yo sé que aún estás asustado, pero ya han pasado dos años, tienes que detenerte. Sé cómo te...

— ¡No! —Lo tomó por el cuello de la camisa mientras negaba, furioso— No tienes ni puta idea de cómo se siente, no tienes ni idea del miedo que me recorre noche tras noche, de no saber si volverá para hacerle daño. No tienes... no

— Jongin, el niño...

— Papá. —La voz baja y asustada de un niño interrumpió a los hombres, quienes se separaron al instante— ¡Pelean! —Se quejó el pequeño, haciendo un pequeño puchero.

— ¡Oh, pero por supuesto que no! —Rio Jongdae. Se acercó al pequeño y lo tomó en sus brazos, besando su mejilla dulcemente— Disculpa si gritamos un poco, no...

— Quiero ir —lo interrumpió y cuando Jongin volteó a verlo, se escondió en el cuello del hombre que lo cargaba— Pasear. Yo quiero ir.

El moreno se tensó y el miedo inundó la habitación.

— Hey, pequeño —susurró el otro hombre acariciando su cabeza— Sabes que no debes escuchar conversaciones de adultos.

— Pero yo quiero...

— ¡He dicho que no! No irás, así que vete a tu habitación. —Con los ojos inundados y conteniendo un sollozo, el niño luchó para bajarse de los brazos de su tío y corrió, saliendo de la cocina.

Ambos se quedaron inmóviles hasta que dejaron de escucharse los apresurados pasos por el pasillo. Jongin dio por terminada la plática dándose la vuelta e intentando salir de ahí.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2023 ⏰

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