Rio{finalizado}

Capítulo 1: Harry Blu Gunderson

Harry se había estado preguntando por las frías calles de la pequeña ciudad durante algunas semanas.  De alguna manera lo habían enviado a este lugar después de que el humano de cuatro años fuera golpeado por su tío Vernon después de que el cabello de Dudley se volviera verde.  era solo un tinte.  Lo había hecho mientras Dudley dormía.  Pero aparentemente a su tía le había costado salir.  Luego, temprano a la mañana siguiente, se despertó y se encontró con un pajarito de plumas azules.  Rápidamente aprendió a volar, pero como era invierno, no había mucha comida.  Tenía que depender del pan rallado y las palomitas de maíz que las ancianas tiraban en el parque y otras sobras de humanos.

Hasta una noche.  Estaba fuera de una librería.  Libros de guacamayos azules.  Una tienda pequeña, pero lo que vio en el escaparate lo dejó boquiabierto.  ¡Era un pájaro azul como él!  Era mayor, pero claramente masculino.

Vio al macho animarse cuando lo vio.  Lo miró y abrió su jaula.

"Oye pequeño, ¿qué estás haciendo ahí fuera?"  Blu preguntó a través del cristal.

Harry no podía hablar exactamente todavía.  Así que simplemente gorjeó.

"Ah, ¿aún no puedes hablar eh? No te preocupes, espera". Llamó a alguien llamado Linda y una joven pelirroja con gafas apareció en la ventana.

"Oh, hiciste un pequeño amigo."  Linda dijo con entusiasmo.  "¡Vaya, él también es un guacamayo azul! ¿Cuáles son las probabilidades?"

Harry lastimosamente puso su pequeña aleta contra el cristal frente a Blu.

"Oooh."  Linda arrulló.  "Creo que le gustas Blu."

Blu vio a su amigo humano traer al pequeño pollito adentro.  Sosteniéndolo con cuidado.

"Me pregunto si tiene nombre."  Linda dijo mientras lo colocaba junto a Blu y la chica inmediatamente lo abrazó.

Definitivamente le gusto.  Blu pensó con una sonrisa.

"Parece que tenemos una nueva incorporación a esta pequeña familia".  Linda sonrió ante la interacción entre Blu y la chica.  Pensó en nombres.  Parecía un Harry.

"Hola, Harry Blu Gunderson."  Ella sonrió mientras acariciaba suavemente su cabecita con un dedo.  Después de todo, nombrar el segundo nombre del niño en honor al padre era una tradición.