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- ¡¿Por qué siempre tienes que ocasionar problemas?! ¿Te damos todo y así es como nos pagas? si tanto te molestan y te dicen cosas, también deberías poner de tu parte...empezando por dejar de comer así, mirate, no es mentira, ¡mira nada mas todo lo que te serviste! - solto la mujer pelinegra que se encontraba al otro lado de la mesa- finjes ser un buen niño...no eres nada más que un maldito malcriado que solo da problemas a quienes lo ayudan...enseñales a todos el verdadero Felix y deja de ir a todos lados con esa horrible sonrisa que tienes -dijo furiosa mientras se levantaba bruscamente de la mesa para ir hacia su habitación, la cual cerro de un portazo.

El señor Jung hizo lo mismo y se levantó de la mesa, quedándose a un lado del castaño que se encontraba cabizbajo.

- ¿Ves lo que ocasionas maldito mocoso? ¡Siempre tienes que arruinar las cosas! -gritó el señor Jung a la vez que soltó una gran bofetada al castaño, haciendo que soltara un leve quejido y se moviera hacia un lado, sin embargo, hizo fuerza y logró mantenerse firme en su sitio; después se marchó a la habitación a donde había ido su esposa.

Para él ya era bastante normal recibir ese tipo de rregaños por parte de sus tíos, así que lo único que hacía era quedarse quieto y callado hasta que las cosas se calmasen, o al menos hasta que no estuviera en el campo de vista de estos dos.

- Ahora ves lo que ocasionan tus estúpidos problemas querido Felix -dijo con una voz burlona el único que había quedado a su compañía- de nada sirve que les cuenten a mis padres lo que te ocurre, a nadie le interesa, solo los haces enojar y arruinas las cosas, así que por favor trata de comportarte de ahora en adelante ¿quieres? -decía mientras lo miraba desde la esquina de la mesa- ¿que no estás cansado de que siempre te golpen aquí y allá? Si supieras ser fuerte no te afectarían las estúpidas bromas que te hacen en la escuela, ¿por qué no solo le dices a tu profesor que son bromas y que no se preocupe y listo? de verdad eres tan débil maldito mocoso, no se como te das tus aires de ser alguien bueno frente a los  demás, si supieran lo fácil que te dejas humillar -soltó una carcajada, mientras miraba como el castaño solo se quedaba mirando el suelo- ¿qué? ¿no piensas decir nada marica? ¿Ni siquiera te vas a defender aquí? Solo eres un desperdicio... -se levanto de su asiento y se acerco al lado del castaño- un estúpido desperdicio -dejó un seco golpe en la cabeza del menor haciendo que este se encojiera tímido ante su acción, finalmente se marchó y lo dejó solo en el comedor.

Ahora sólo se podían escuchar sus pequeños sollozos, ni siquiera tomo la libertad de ir a su habitación, estaba acostumbrado a llorar en silencio y en cualquier lugar de aquella casa, pues aunque alguien lo notara, no le tomaría importancia. Cuando paró de llorar, seco sus lágrimas y decidió levantarse de la mesa para tomar los platos que habían en ella y dirigirse al fregadero; era increíble el silencio que se formaba en esa parte de la casa, pero le gustaba, porque se sentia tranquilo aunque estuviera a solas, solo con la luz del fregadero, en serio disfrutaba de su estancia en aquel lugar, nadie ni anda lo molestaba, así que a veces procuraba tardarse aunque sea un poco al lavar los platos.

Al terminar, apagó la luz y fue directo a su habitación, hizo sus tareas del día, las que terminó algo tarde, después se alistó para ir dormir y fue al baño a lavarse los dientes; cuando regresó a su habitación, se metió a la cama y pocos minutos después, se quedó dormido.

No sabe con exactitud cuánto tiempo pasó, pero gracias a un malestar que sentía en el cuerpo, poco a poco se despertó y abrió los ojos, al darse cuenta de lo que sucedía, confundido, rápidamente miro por debajo de las sabanas, para darse cuenta que lo que sentía eran las frías manos de alguien, las cuales recorrían su torso, de arriba a abajo, una y otra vez por debajo de su camisa. Suho, su primo, se encontraba sin ropa interior detrás de él.

- Buenos días Lixie - susurró Suho en el oído de su primo al darse cuenta de que este ya había despertado, mientras acariciaba y rrestregaba lentamente su cuerpo contra el del pequeño castaño.

- Suho, detente... -dijo el menor con una temblorosa y baja voz.

Felix intentaba despegar de su cuerpo las manos de su primo, las cuales no se movieron gracias a lo débil y pequeñas que eran las suyas.

- Shh... no quieres despertar a mis padres -dijo mientras continuaba acariciando su cuerpo.

- por favor, Suho basta...basta por favor...no quiero -decía con una voz entrecortada, estaba muy asustado al ver que no cedía a sus súplicas.

- Vamos, por qué no te quitas esto que está estorbando -Suho se levantó y bruscamente quitó la camisa y shorts del menor.

Al terminar de quitarlos, los hizo a un lado, se posó encima de la cintura del menor y comenzó a besar frenéticamente su pequeño torso, dejando rastros de saliva junto a unos pequeños moretones.

Nuevamente no sabía que hacer a pesar de haber estado en la misma situación con anterioridad ya varias veces, por otro lado, el mayor nuevamente estaba sujetando fuerte sus muñecas contra la cama impidiendo le así el poder moverse, más el peso que se encontraba sobre él, lo tenía casi inmovilizado por completo como siempre, además del miedo que no ayudaba en ese momentos, no podía hacer nada más que quedarse en silencio y soltar pequeños sollozos los cuales venían acompañados de lágrimas que se encontraban rrodando por todo su pecoso rostro. Estaba a merced de aquel hombre depravado.

- Pequeña basura...cómo puedes ser tan excitante... -continuaba besándolo, y ahora, para empeorar la situación, estaba restregandose contra la parte baja del menor, haciendolo soltar pequeños gemidos de incomodidad- no no no shh...Lix por favor, no hagas ruido si no quieres que alguien venga y vea la manera en la que estas ahora mismo... -le decía al menor, con una risa y mientras continuaba con lo suyo.

Pasaron largos y tortuosos minutos en aquella situación, finalmente Suho terminó por correrse encima del abdomen del menor. Felix se encontraba llorando más que nunca cubriendose la boca con las manos para no hacer ruido, no quería que alguien lo escuchara y tenía miedo de que su tío lo golpeara si los encontraba, ya que seguramente le creería a su hijo si este le inventase alguna cosa para que él no fuera el culpable de la situación, como solía pasar con todos los problemas que había entre ellos.

Suho se levantó y se puso la ropa, después, ahora estando en la esquina de la puerta para irse, reía mientras miraba la forma en la que había dejado a su primo, para finalmente marcharse.

Eran las 6 am, la hora en que despertaba entre semana para alistarse e ir a la escuela, sin otra opción, nuevamente se levanto y aún con lágrimas en los ojos se dirigió al baño para limpiarse y poder tomar una ducha; realmente no tenía ganas de ir, pero tenía que hacerlo, una vez más tendría que fingir una sonrisa frente a los demás para que lo mirarán extraño, como solían hacer siempre.

Cuando terminó de alistarse, salió de su habitación y bajó a la cocina, decidió no tomar el desayuno pero dejó preparado el de sus tíos y primo.

Salió de la casa y caminó hasta la escuela; casi no le gustaba tomar el bus, porque además de que sabía que se encontraría con sus compañeros quienes probablemente lo molestarían, le gustaba demasiado el silencio de la calle por las mañanas, era uno de los pocos memtos de tranquilidad que tenía.

Al llegar a la escuela se encontró en la entrada con Christopher, su mejor amigo, al cual llamaba muchas veces con cariño, Chan, quien al verlo le ofreció una linda y brillante sonrisa.

- ¡Hey mate¡, !¿qué tal?! -como de costumbre se acerco al castaño y se saludaron con un pequeño abrazo, pero al distanciarse del pequeño vio algo en su cuello que al instante le hizo saber- Hey Félix, ¿te sucedió algo, estás bien? -dijo mientras dirigía su mirada al cuello de su amigo.

- ¿qué?, claro que sí ¿por qué preguntas eso? -le respondió algo confundido junto con una pequeña risa.

- Es que tienes un gran moretón en el cuello.

Can you hear me?『ChanLix』| SUSPENDIDA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora