Una misión lo inicio todo. Una misión lo dió a conocer. Una misión logró que todos conocieran a quien no debió existir. Los monstruos temen su esencia, los dioses aborrecen su existencia y los demonios temen a su ira. Amado por pocos, incomprendido...
Se podía ver como un jóven adulto pasando por cada estantería de libros, se le veía demasiado atento a como si estuviera buscando.
Terminaba de inspeccionar todo un estante, libro por libro en busca de algo anormal, pero lo intriga te era una bolsa de papel que se iba llenando poco a poco.
Su expresión parecía como si fuera lo más normal, donde al abrir un libro de poesía y ver pasaba páginas con rapidez se detenía en una de estas para extraer un papel, del cual iba apuntado un número telefónico con el nombre de una chica.
- ah... aquí va otro - sin decir demasiado puso aquel apunte en la bolsa de papel
Decidiendo continuar con su deber, se pasaba a otro estante del lugar para seguir con su deber.
Los minutos pasaban y se veía que casi terminaba debido a su rapidez al inspeccionar libros, en su mirada se me veía un poco de aburrimiento pero no podía decir demasiado.
Aquel chico de cabellera grisácea y ojos plateados estaba tranquilo pero se le notaba un poco aburrido por esas horas de inspección.
Ya había cerrado su local que era una pequeña librería, donde se veía casi de todo, libros de historia, poseía, hasta libros de universidad de varias carreras, los vendían a un buen precio, lo que era muy concurrido entre estudiantes de alguna universidad cercana.
Pero la mayoría sólo venía por una cosa y era para dejar esas notas o ver al jefe del local que era el.
Un adulto de sus 2 metros, un cuerpo musculoso y trabajado, una apariencia que capaz dirían que era modelo, como esa cabellera y color raro de ojos que eran llamativos al ser naturales.
Eso le hacia llamar la atención, en especial de las clientas pero no decía nada, debido a que siempre compraban y e iba bien en su local, mientras tenga buenas ventas, debía poner su mejor empeño.
- ah que fastidio, pero no debo quejarme por las ventas, aunque me es una falta de respeto que buena parte solo viene para ligar conmigo - habló en ligero fastidio y por suerte estaba sólo.
Seguía revisando y pasando al último estante donde había una cantidad considerable de libros y estaba aún com energía para revisarlos aunque una parte de el le decía que se vaya a dormir.
Nuevamente los minutos pasaban y estaba colocando esos contactos en esa bolsa de papel que estaba casi pasando la mitad de su capacidad.
Finalmente había lograrlo terminar, sin pensarlo llegó a observar su reloj y notar que eran las 10:00 p.m. recordando que había puesto el letrero de cerrado a las 8:30 p.m.
Esto le hizo tocarse los párpados en un ligero suspiro y ver los estantes de libros del negoció.
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Debía admitir que le quedo bien el lugar, había pasado un buen tiempo remodelando el lugar para hacerlo lo mejor posible, de acuerdo a un buen estilo que pueda cautivar al cliente.
