Christopher era uno de los cazadores más fuertes de los Estados Unidos; además, ocupaba el tercer lugar en el mundo de los cazadores a nivel nacional. Era engreído y orgulloso, dos características que se le atribuían y que hacían que su forma de actuar no siempre fuera del agrado de las personas, incluyendo a otros héroes.
A pesar de que su egocentrismo podía igualarse con su poder, él no permitía que ese sentimiento y filosofía de acción nublaran su razonamiento. La mayoría podría atribuir su soledad a su carácter, y muchos también lo describían como un hombre enigmático y silencioso, con una mirada gélida cargada de superioridad, capaz de espantar a cualquiera, excepto a ella.
Hayeon Song había sido la escogida para acompañarlo en su soledad. Su relación era un completo misterio para el mundo, ya que él valoraba su privacidad y tenía muy claro que mientras más personas estuvieran enteradas de su vida personal, más difícil sería mantener a su pareja a salvo. Ella no era una heroína ni tenía ningún tipo de poder; era simplemente una humana común y corriente que, muchos años atrás, él la había salvado de un accidente que se produjo por un portal de incursión.
Ella era tranquila, al igual que su tono relajado y apacible al hablarle, lo que se convirtió en el único ancla que le permitía razonar y calmar a Reed cuando su casi nula paciencia tocaba fondo.
—¿Chris?, ¿qué ocurre? —pregunta con un tenue tono de voz, aproximándose a la oficina de su pareja.
Hay estaba el rubio, con una expresión de hastío en su semblante, acompañado de un aura azul que emanaba por todo su cuerpo y se concentraba en sus ojos, un indicador característico de las emociones negativas que estaba sintiendo en ese momento.
Las pisadas suaves de Hayeon atrajeron la atención de Reed, obligándolo a calmarse. La pelinegra se sentó sobre el escritorio y atrajo las manos empuñadas de Chris para calmarlo con caricias suaves y cariñosas. Su tacto suave y cálido logró que las manos de Chris se relajaran, y él respondió de manera positiva a su contención.
—¿Algo te está molestando? —reitera la pregunta la pelinegra antes de guiar la cabeza del contrario hacia su pecho.
—Tendremos visitas —comenta antes de acariciar la mejilla de su pareja.
—¿El gran Héroe de los Estados Unidos está de mal humor porque recibirá visitas inesperadas? —responde con una pregunta juguetona, lo que logra robarle una sonrisa a su pareja.
Los brazos de Chris la envuelven, atrayéndola hacia su fornido pecho, abrazándola fuertemente, acto que Hayeon acepta gustosa y responde de la misma manera.
