II

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Mitad humano, mitad pez, Seungcheol lo reconoció como lo que las personas llamaban sirena. Pero a diferencia del cuento de La Sirenita, esta criatura no tenía busto, así que Seungcheol pensó que se trataba de un "chico sireno", un tritón. Sin embargo, a pesar de ser un "macho", seguía siendo hermoso. Cabello rojo y ondulado hasta el nacimiento del cuello; rostro hermoso y delicado, con ojos almendrados coronados por cejas perfectas; manos con dedos largos unidos por cartílago, que terminaban en afiladas garras; y su piel, casi humana a simple vista, reflejaba la luz del sol en tonos iridiscentes. Y su cola, no se parecía a la de los ordinarios atunes, gruesas y ásperas, sino más bien al terciopelo. Sus pequeñas escamas color carmín, muy similar al tono de su cabello, hacían parecer como si tuviera miles de pequeños rubíes incrustados en ella, que reflejaban la luz del sol, e iluminaban el techo de la cueva. Seungcheol se quedó de pie durante unos minutos, aturdido por tan extraño y maravilloso descubrimiento. Shiro seguía ladrando, aunque no parecía tener miedo del tritón. Seungcheol acarició el lomo del perro y Shiro dejó de ladrar. Observó a la criatura, que se mantenía inmóvil con el torso sobre la arena y la cola de pez en el agua.

—¿Está muerto? —Seungcheol murmuró para sí mismo.

Acercó su mano lentamente a la cara del tritón y rozó con sus dedos su piel. Su textura era muy similar al terciopelo, aunque Seungcheol notó que en realidad eran pequeñas escamas, igual que su cola. Es tan hermoso pensó Seungcheol. De pronto, la cola del sireno se movió y abrió los ojos. Al ver a Seungcheol a su lado, alzó su mano derecha y atacó al chico, dejando un corte en la mejilla de Seungcheol.

—¡Ahh!

Seungcheol se alejó al instante, asustado. Una pequeña gota de sangre se deslizó por su mejilla. Al ver a su dueño herido, Shiro atacó a la criatura y ésta se defendió con sus garras. Shiro retrocedió también, sin dejar de mostrar sus dientes. El tritón intentó escapar hacia la pequeña laguna, pero no pudo. Apenas se movió, una mueca de dolor apareció en su bello rostro. En ese momento, Seungcheol descubrió una mancha roja en la arena: el tritón estaba herido.

—¡Detente Shiro! —exclamó Seungcheol inmediatamente —¡Detente! —repitió, cogiéndole por el cuello para que no se lanzara sobre el pequeño tritón.

Acarició la espalda del perro y lo instó a sentarse. Shiro obedeció. Lentamente, Seungcheol trató de acercarse al sireno, pero éste levantó la mano para atacar de nuevo.

—¡Espera! —exclamó Seungcheol, alzando las mano —No voy a hacerte daño.

La criatura le miró fijamente. Parecía tan asustado como el propio Seungcheol.

—¿Estás herido? —preguntó Seungcheol.

El sireno no respondió. 

—No te haré daño —repitió Seungcheol —, lo prometo. Sólo quiero ayudarte.

El sireno se mantuvo allí, con su palmeada mano en alto, dispuesto a defenderse en caso de ser atacado por el humano. Más no ocurrió, así que observó detenidamente a Seungcheol, como analizando si podía confiar en él.  Seungcheol se sonrojó bajo la intensa mirada del tritón. Su corazón se aceleró y las manos comenzaron a sudarle. Ser observado por esa hermosa criatura haría que cualquier humano se sintiera tímido. Finalmente, y luego de analizarlo por largos segundos que a Seungcheol se le hicieron eternos, el sireno decidió confiar en el humano. Bajó su mano y giró su vientre y cola, dejando al descubierto una herida en su cadera derecha. Un hilillo de sangre brotaba de la herida, que había formado un pequeño charco seco sobre la arena.

—¿Te duele? —preguntó Seungcheol.

El sireno lo observó, con expresión confundida. ¡Estúpido Seungcheol! se reprochó el chico, ¡Es un sireno! ¿Cómo entendería el lenguaje de los humanos? Seungcheol pensó un momento.

THE LITTLE MERMAN [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora