Le apunté a la cabeza con la pistola.
—¿Yo? ¿Quererte? Me has echo más daño que nadie... ¿Y quieres que te quiera? Así no funcionan las cosas... Funcionan como yo lo diga. — Sonreí, y disparé, creando un hermoso cuadro en la pared, el suelo y mi ropa... ¡Sentía tan bien matar gente!
Pero de pronto... No habían más personas, no había nadie... E hice arte con mi cuerpo.