Prólogo

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"Dibujaste estrellas alrededor de mis cicatrices y ahora estoy sangrando"

Pasado

La luz de la luna era nueva, blanquecina y radiante; sublime. Abrazaba cada esquina de los pequeños techos de aquella pequeña isla, quién llenaban cada espacio de ellos hasta el punto que nuevas carpas eran formadas, recien hechas. El cielo azul oscuro reflejaba la luna a través de sus cálidas olas, las estrellas era una decoración sobrenatural, preciosa. En el puerto de la isla estaba un cuarto de barcos pulidos y nuevos, uno solo era el único desgastado, exclusivamente de una sola persona. Cerraba sus ojos, la brisa era espesa, abrazando sus facciones de una manera cálida y para nada aviva. No se había percatado de cómo veía hacia el mar, alzando su mentón con superioridad, intentando pensar mientras cerraba sus ojos. Su pelo largo y trenzado hacia la cintura de un color rubio, sus ojos azules, transparentes observaban el puerto y como las estrellas se desvanecían frente suyo. Contextura delgada y alta, su rostro delicado parecía que podría ser lastimado hasta por el mínimo tacto con la luna. Apretó sus labios y la brisa cesó, inquietante.

Esa noche pintaba la luna nueva llorar, algo pasaba y en la punta de su lengua sentía su paladar en un sabor amargo. La beta sintió las yemas de sus dedos temblar, perder el tono a uno realmente pálido. Veía la luna en su mejor punto y sacudió sus pies, la arena oscura era más que atractiva en sus dedos pálidos y largos. Sus ojos azules se llenaron en multiples lágrimas amenazando salir de sus ojos siendo dominados por sus emociones , mostrando su empatía; el dolor en su pecho que demandaba desahogarlo en las ramas de sentimientos que sentía, simplemente incapaz de poder resistir aquel menguar que ahora sentía su alma. Escuchó pasos hacia atrás, cerrando sus ojos para observar sus propias manos, en la yemas de sus dedos, sintiendo un cosquilleo de ellos todavía.

—¿Cómo está él?—Galea preguntó. La beta abriendo sus ojos para voltearse lentamente hacia la anciana atrás suyo, dándole la vista y darle una reverencia, puesto de su don de dar profecías. —No pude contenerme, mi corazón no es fuerte.

Ella inclinó el rostro para ladesrlo, sonriendo.

—Oh, Beta—llamó en una voz tan temblorosa, quebrantada, comúnmente lo era. Su acento extraño resonar en sus tímpanos. —Nacida de alfa y omega, eres una especie de función de los dos. Corazón de piedra y cabeza fría, pero con un corazón noble.

Galea era una guerrera beta de multimedio, totalmente honrada de combatir y conquistar; solitaria sin ninguna tribu en qué liderar o qué seguir. Creando un imperio de betas solitarios o desterrados de tribus pequeñas con un pensamiento retrógrado, Galea era la nueva supervivencia para los de su especie; una mujer alta y de contextura delgada, con pies largos y rasgos asiáticos. Color pálido y bendecida por las estrellas, sus lunares rondaban por cada espacio de su piel, decorando aquel tono pálido.

De padres alfa y omega, fue traicionada por su propia familia al ser exiliada de su tribu por ser la primera beta en la historia de su cultura nacer en aquellas tierras que simplemente no eran de gusto de que esa naturaleza existiera; Expulsada simplemente por su naturaleza, tribu antigua y sin ninguna modalidad que ahora todas las estaban ejerciendo. No eran territorios ni mucho menos audaces, perdedores de múltiples guerras al punto de su escases de su gente y ser una tribu pequeña. Aliados para su supervivencia con una tribu cercana que compartían las mismas creencias.

Y en el aire que venía del norte golpear su rostro, sentía aquel viento llorar por una tragedia. El cosquilleo en sus yemas de los dedos cesó, más vino un fuerte escalofrío en su cuerpo que le hizo estremecerse bajo la luz de su diosa, la luna.

Renacer Primaveral | l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora