La llegada del desorden

637 43 73
                                    

Bienvenidas y bienvenidos a una de mis primeras historias. Sé que puede tener errores, pero me he esforzado para que quede más o menos decente. Como muchas personas, apenas estoy comenzando, así que si tienen alguna crítica constructiva, con gusto las leeré. 

Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer. 


Capítulo 1

Cuando se levantó por la mañana, lo último que Fernanda habría imaginado, era que su madre llegaría con "buenas" noticias. No la había visto en seis meses y, a pesar de que la echaba de menos, en cuanto Inés le preguntó si podría darle alojamiento a la hija de su mejor amiga, Fer no pudo negarse. Esa mujer era como de la familia.

—¡Eh! Te estoy hablando, Feri. Ya va a llegar. Pon atención.

Fernanda despertó de un trance. Había estado imaginando cómo sería vivir con Mariel. No eran precisamente amigas aunque se conocían de casi toda la vida. Eran más bien conocidas, vecinas. Las típicas chicas que no tienen más remedio que saludarse distraídamente si se ven por la calle. Por Dios, ni siquiera recordaba su apellido.

Apartó la atención del florero que adornaba la mesita central y puso sus ojos negros en la figura elegante de su madre. Pese a estar en los cuarenta, Inés se conservaba joven. Feri no entendía por qué había elegido estar sola durante tanto tiempo.

—Sí, eh, aquí estoy. Sólo divagaba. No es que la idea de tener a una chica viviendo en este lugar conmigo me haga saltar de alegría, es que...

—Sólo trátala bien —dijo Inés. El resplandor de la lámpara doraba su cabello castaño y algunos mechones le rozaban el cuello, adornado con un collar de perlas—. Y, por favor, no la vayas a espantar con tus... cosas.

—Madre —Fernanda puso los ojos en blanco—. ¿En serio crees que sería capaz de asustar a una chica de veinticinco años? ¡Por favor! Las lesbianas no somos monstruos.

—Eso díselo a Sonia, la hija de la vecina. La pobre chica tuvo que ir a terapia después de que se separaron.

Fer curvó los labios.

—A ver, en primera, no le rompí el corazón. Que Sonia sea una controladora celosa no fue problema mío —agarró un sándwich de la bandeja que estaba en la mesita de centro y lo desgarró de una mordida—. Ella me fue infiel y se hizo la víctima en cuanto se lo eché en cara. No me juzgues mal, madre, pero creo que el amor no es de mis cosas favoritas.

—Suenas como disco rayado tocando una vieja canción de amor. Ya, supéralo, hija —dijo Inés con una expresión cálida—. Tienes veinticinco maravillosos años. ¡Estás en la mejor etapa de tu vida!

Feri trazó una sonrisa con cierto toque de tristeza. Le encantaba ver el optimismo de su madre. Inés había estado para ella siempre que la había necesitado. No le faltaban consejos, aunque de vez en cuando, creía que carecía un poquito de empatía. Los problemas de la vida no se solucionaban sólo con tener pensamientos positivos. Había que actuar, había que tomar las riendas y sobre todo, tratar de tener el control de cada aspecto de la vida para evitar sorpresas indeseadas.

—Vale, lo siento —dijo Feri, palmándole la rodilla—. Debo dejar de hablar así. Te prometo ser más positiva de ahora en adelante.

—Promesas, promesas —sonrió Inés—. Ay, nena.

—Ay, madre. Y ojalá aplicaras también en ti esa filosofía. Papá murió hace cuatro años y, aunque lo sigas queriendo, todavía puedes encontrar otro amor.

—¿En serio lo crees?

—Sí, claro.

—Supongo que... tendrías que estar casada para entenderlo. Aunque pueda hallar a otra persona para mí, hay cosas que simplemente no se deben hacer. No es correcto. Creo que me sentiría mal estando con alguien.

[Terminado] Letras y Pasiones  [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora