⛓ 𝐃 𝐔 𝐎

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—Deja de seguirme —Hyunjin espetó mientras cerraba de golpe la puerta de su apartamento de un dormitorio en la cara de Seungmin

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—Deja de seguirme —Hyunjin espetó mientras cerraba de golpe la puerta de su apartamento de un dormitorio en la cara de Seungmin.

Lo malo de vivir en el barrio francés era que no era difícil imaginarse donde vivía alguien si era un residente habitual. Su apartamento era su orgullo y alegría. Amaba vivir en el apartamento situado encima del restaurante Cajún en la planta baja. Los propietarios le permitieron quedarse a mitad de precio siempre que se hiciera cargo de la cocina durante el día de forma gratuita. Su otro trabajo era ser un camarero en el bar calle abajo por las noches. Trabajar tan cerca de casa le permitía llegar a conocer a los comerciantes de arriba a abajo de Bourbon y le daba la libertad para hacer contactos y exponer escenarios para su banda sin salirse de su camino al hacerlo. Por desgracia, también les permitía a otras personas averiguar dónde vivía. Igual que el grupi demonio que había dejado caer la bomba sobre él en el club Red Lights la noche anterior.

Sabía que no fue muy masculino, pero había corrido como si todo el Infierno lo persiguiera, no estaba lejos de la verdad en su opinión. Hyunjin se había sorprendido de que Seungmin lo dejase ir. Había ido a casa y fingido que la noche anterior nunca había sucedido. Se había duchado, afeitado y desparramado sobre la cama al amanecer. Había sido capaz de dormir porque, por suerte, hoy era su día libre. No tendría que pensar en el hombre sobrenatural y su afirmación de que Hyunjin había pactado con su alma.

Hyunjin dio un salto cuando el demonio apareció de la nada dentro de su pequeña sala de estar-cocina.

—Tengo que seguirte, Jinnie. Soy tu "esclavo" —El demonio hizo un mohín—. Escapaste tan rápido anoche que no tuvimos la oportunidad de conocernos mutuamente.

—Pensé que te había dicho que dejarás de seguirme —Hyunjin respondió. Se pasó una mano por su enredado cabello. Había sido despertado por el fuerte golpeteo en la puerta de su casa. Había olvidado momentáneamente todo lo que había sucedido anoche cuando trastabilló hasta la puerta en sus bóxers de seda azules.

El incubo parecía aún más hermoso con la luz del día. Su cabello negro azabache era casi cobrizo en la luz. Sus ojos cafés parecían ser incluso más rojos que antes. Hoy estaba vestido con una camiseta de tirantes negra rasgada con otro logo de una banda pegado en el frente como un grafiti, pantalones cargo negros y botas con tachuelas negras de caña alta. Sus brazos estaban decorados con diferentes cadenas, brazaletes y bandas elásticas. Alrededor de su cuello estaba un collar de perro con pinchos con un solitario anillo en forma de "H" en el centro de su garganta. En verdad personificaba a uno de los muchos hombres punk de la industria que eran miembros frecuentes de la audiencia en sus conciertos. El hecho de que Hyunjin estuviese caliente lo irritaba como el infierno.

—Esa no es realmente una opción. El contrato fue reafirmado por tu orgasmo y se establecieron las condiciones. Me mudo contigo a partir de hoy —Seungmin cepilló un mechón de pelo de oscuro como la medianoche detrás de su oreja, un pendiente de ónix negro brillando mientras lo hacía.

—No vas a vivir conmigo —protestó Hyunjin. El olor de Seungmin le hacía cosquillas en la nariz, burlándose y atrayéndolo sin tener que esforzarse muy duro para ello. ¡El tipo era un maldito demonio por amor a Satanás! Negó con la cabeza. Tenía que luchar contra esto.

—Basta con pensar sobre la situación de esta manera, tener un demonio alrededor puede ser muy útil cuando se trata de firmar para una gran discográfica. Tengo un par de amigos diablillos que trabajan en el mundo empresarial a los que podría llamar —Seungmin le dio una deslumbrante sonrisa blanca—. ¿Debo llamarlos?

—¡Por supuesto que no! —Hyunjin gruñó—. ¿Qué te pasa? ¡La última cosa que quiero es otro maldito demonio en mi vida!

Seungmin frunció el ceño.

—Bueno, ser contratado por la discográfica sería más fácil si llamara para pedir algunos favores. Si me quieres fuera de tu vida lo más rápido posible vas a tener que firmar. —Pareció considerar las posibilidades por un momento y le dio a Hyunjin una mirada realmente cargada de sexualidad.

—Por supuesto, no me importa si la asignación tomara más tiempo —Se lamió los labios—. Sabes como el cielo.

El calor inundó a Hyunjin mientras hablaba y su erección matutina volvió a la vida ardiendo.

—Deja de mirarme como si quisieras comerme. —La protesta de Hyunjin fue ligera en el mejor de los casos. Su erección hacía una burla de su resistencia. El recuerdo de Seungmin de rodillas de hacía apenas unas horas causó que su polla se sacudiera en los confines de sus bóxers. No tardaría mucho en venirse...

—No puedo evitarlo. Tu energía fue la mejor que he probado, sin excepción. Desde que firmaste el contrato conmigo vamos a necesitar alimentar el deseo entre nosotros. —Seungmin entró en su espacio, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, y atrajo sus cuerpos juntos. El contacto provocó un fuerte estremecimiento—. No hay nada más íntimo que un contrato entre un íncubo y su cliente. Necesitarás venirte conmigo todos los días para conservar tus fuerzas.

—¿Por lo que me has convertido en una especie de adicto? —La voz de Hyunjin salió mucho más suave de lo que pretendía que lo hiciera.

Seungmin no parecía ofendido en lo más mínimo. Cuanto más se acercaba el hombre, Hyunjin menos podía pensar. Suspiró y se resignó al hecho de que estaba siendo sobrepasado. No pudo resistirse a inclinarse y besar el puchero en los labios del demonio. Sus bocas se encontraron, tocándose castamente al principio. Luego se convirtió en algo más. Era reconfortante y emocional y todas las cosas que los besos se suponía que debían ser entre los amantes. No unos completos extraños. Sin embargo, se sentía bien. Tenía que ser por culpa del maldito contrato.

Hyunjin suspiró y se apoyó en él hasta que sus pechos se tocaron. Las manos de Seungmin sujetaron sus caderas y sus suaves labios se unieron perfectamente con los de Hyunjin. Seungmin realmente era un excelente besador.

El beso acabó tan rápido como empezó y quedaron mirándose mutuamente a los ojos. Curiosamente, el cansancio que Hyunjin había sentido antes había desaparecido.

«Huh, eso debía ser lo que quería decir con el intercambio de energías».

—Voy a hacer una taza de café. ¿Quieres un poco? —preguntó Hyunjin.

Seungmin parecía sorprendido en tanto Hyunjin estaba perplejo. Imaginó que un demonio debería estar acostumbrado a cualquier cosa.

Seungmin acercó uno de sus dedos a sus labios. Nunca antes había sido besado por un humano. Nunca. En sus quinientos años de servicio había dado mamadas, trabajos manuales, había sido chupado y follado de mil maneras diferentes, pero nadie le había pedido sus labios.

—Um... seguro —dijo en una no menos que cortés manera. Era la primera vez que sentía la más mínima inseguridad. Hyunjin mantuvo el contacto visual durante un momento interminable y luego se volvió hacia la cafetera.

—Dame cinco minutos y voy a tener un poco de café descafeinado que hará que tus dedos se curven.

Seungmin parpadeó y se preguntó, no por primera vez, ¿con qué clase de hombre acababa de implicarse?

Seungmin parpadeó y se preguntó, no por primera vez, ¿con qué clase de hombre acababa de implicarse?

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INCUBUS ;hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora