Capítulo XVI

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—¡Sueltame! —Aflojó el agarre de un tirón, pero no estaba tratando con cualquier pirata, el hombre quien la agarró no era más ni menos que un emperador. Eso la colocó un poco nerviosa, pero demostró valentía a pesar de haber sido descubierta.

—Eres una marine ¿no, Perona? —Shanks la miró fijamente a los ojos para comprobar si estaba en lo cierto. Podría decir todas las mentiras que se le ocurriese, pero los ojos no mienten nunca. Perona le correspondió la mirada, pero lo único que quería era salir corriendo hacia Sengoku para que la protegiera.

—Lo soy ¿algún problema? —Sonrió con grandeza, haciendo enojar al pelirrojo y que por ende, el agarre fuera aún más apretado.

—¿Qué es lo que quieres con Mihawk?

—Fácil... que deje de ser un sichibukai, y sea asesinado por ser pirata. No pido nada más.

—¿Crees que alguien como tu logrará vencer a uno de los hombres más fuertes? No seas idiota chiquilla, eres solo una simple marine.

—No estoy sola, y no ganaré a base de golpes o cortes, si no con tortura psicológica _. Shanks a miró como si estuviese loca. —Le quitaré lo que más ama, así de simple, una vez que sepa que no podrá recuperarlo... quizás desaparezca, quizás se suicide, quien sabe —. Sonrió con malicia mostrando sus impecables dientes blancos.

Shanks apretó los dientes y quiso matarla ahí mismo, pero había un problema, matar a un marine en frente de un almirante que discutía con un shichibukai no era lo más conveniente del mundo. Respiró profundo y trató de calmarse.

—¿Que planeas hacer, Perona?

—Las cartas han llegado a la marina, el poderoso Dracule Mihawk, quien salvó a Roronoa Zoro de Impel Down ilegalmente, estableció una bonita relación con su discípulo, con el objetivo de entrenarlo. Eso está en contra de las normas de un sichibukai, ya que se interpreta cómo una alianza pirata. Si bien, esto la marina lo sabe, hay una carta que no se ha logrado mandar todavía, habla sobre la relación amorosa de estos dos espadachines.

—¿R-Relación amorosa? —Estaba gratamente sorprendido e impactado. Mihawk, el hombre más serio y solitario que ha podido conocer, ¿está en una relación con un chico veinte años menor?

—Así es, aún que últimamente han estado peleados, pero sus acciones confirmaron su amorío.

—¿Cuál es el problema con eso? ¿Acaso es ilegal amar a un hombre? —Shanks comenzaba a desesperarse un poco tras no hallar que hacer, temía una escapatoria problemática propuesta por la misma mujer.

—No es eso, es su reputación. Ojos de Halcón disfruta de ser conocido como el mejor espadachín del mundo, como uno de los hombres más fuertes y tras ello, un guerrero del mar, ¿cómo reaccionará la gente al enterarse que está en una relación con un hombre quien lo quizo matar, y que perfectamente podía ser su hijo?

Shanks estaba incrédulo ante lo que acababa de escuchar. —No creo que Mihawk le importe lo que la gente opine de él.

—No ahora, pero con el tiempo lo hará. Siempre a querido cuidar su imagen, esto será un golpe bajo definitivamente.

Soltó su brazo y siguió mirándola, pensando en una forma de evitar todo ello.

—Eres una asquerosa... —Perona sonrió algo ofendida -¿Qué puedo hacer para que no lean esa maldita carta?

Perona sonrió aún más, satisfecha.

—Puedes hacer algo sencillo —. Shanks la miró expectante. —Acostarte con Roronoa Zoro.

—¡¿Ah?!

—Así es, matarás dos pájaros de un tiro: limpiarás la imagen de tu amigo, y evitarás que tenga una ruptura amorosa con aquel chico que algún día se irá al mar otra vez.

El pelirrojo lo pensó demasiado, por primera vez en su vida no sabía que decisión tomar. Tras unos minutos, cerró sus ojos y suspiró. Perona aprovechó el momento para seguir manipulando.

—Habrá un punto en la relación en la que Zoro deberá de irse al mar con sus compañeros, él es un pirata con tripulación, en cambio Mihawk, es un pirata solitario. Sufrirá su ida por mucho tiempo si pasan más tiempo juntos ahora, tu tienes la posibilidad de cambiar eso.

Shanks abrió los ojos. Imaginar a su amigo llorar le partía el corazón.

—Dame esta noche.

Perona sonrió alegremente. —Bien, nos vemos mañana.

Atravesó el techo sin decir más palabra, feliz de saber que su plan había comenzado.

Por otro lado, la charla entre Sengoku y Mihawk terminó con una tensión que se sentía por todo el castillo. Los temas variaron, desde su puesto como sichibukai y lo cercano que estaba de perderlo, hasta advertencias de todo tipo. Mihawk perdió la paciencia a la mitad de la conversa, causando que Sengoku le respondiera por su tono de voz.

Este se retiró apenas una llamada apareció en su den den mushi, por lo que Mihawk quería aprovechar de hablar un rato con Shanks.

Caminó hacia las escaleras y subió rumbo a su habitación, pero no se encontraba allí. Buscó por lo que restaba del castillo y se preocupó cuando vio una nota en el mesón que avisaba su partida, pero que volvería a la noche.

Dejó la nota en donde estaba y subió a la habitación de Zoro. Entró sin tocar la puerta.

Zoro lo miró y dirigió nuevamente su mirada hacia la ventana.

—¿Cómo estuvo la charla?

—Normal, nada interesante —. Se recostó sobre su espalda, colocando sus labios en su cuello. —Shanks volverá en la noche, ¿te parece si abro un buen vino?

—Me parece bien.

Mihawk se retiró de la habitación, dándole privacidad al peliverde, quien sacó una nota que no había visto del estante.

"Tenemos que hablar"

Se extrañó al ver la nota, era la letra de Shanks, de eso no había duda, pero ¿hablar de qué? pensó.

Estiró su espalda y ordenó su habitación sin darle más vuelta al asunto, estaba seguro de que si Shanks deseaba hablar sería en un lugar privado.

Colocó por último la ropa en el estante, y se sentó en su cama en espera del vino.

Sonrió internamente cuando escuchó pasos fuera de la puerta, y giró con sincronización cuando ésta se abrió.

—Oh, hola Shanks.

El mejor espadachín -MiZoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora