Eran las cuatro de la mañana cuando Mihawk despertó por un incómodo sentimiento en su cuello, y se encontró con Zoro durmiendo de espaldas en su cama, atravesado y con la cabeza colgando, y él de la misma manera pero al revés.
Recordó de lo que había sucedido horas atrás, y recordó la posición en la que se habían quedado dormidos, eso fue suficiente para entender en su extraña posición de ahora.
Se levantó de la cama y miró con una leve sonrisa al menor, quien no dejaba de roncar suavemente. Lo tomó gentilmente y lo acostó en su cama, en el lado del ventanal, ya que sabía lo mucho que lo adoraba.
El sueño todavía permanecía en Mihawk, por lo que no le dieron ganas de ir a dormir a la habitación de Zoro, sólo se acostó a su lado, con su mano reposando en su abdomen, en una especie de abrazo.
Miró por última vez la cara tranquila de su acompañante, y con esa imagen en su cabeza, se quedó profundamente dormido.
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Su despertador sonó a las ocho en punto, era sábado por lo que no le molestaba despertarse ni levantarse tarde.
Con la mano que anteriormente seguía apoyada en el pecho de Zoro, apagó la alarma y se talló los ojos.
Zoro no se despertó gracias a la alarma, se despertó por una pequeña brisa helada que pegó en una parte de su pecho, por lo que gruñó algo molesto.
—¿Despertando temprano?
Zoro abrió sus ojos al escuchar una voz a su lado, lo primero que vio el ventanal, por lo que infirió que se había quedado dormido en la habitación de Mihawk.
Miró al lado y se encontró con el perfil del otro, quien se encontraba con los ojos cerrados y sus manos debajo de su cabeza en una posición de relajo.
—¿Qué hora es? —Preguntó con una voz ronca, tallando sus ojos mientras intentaba sentarse, esperando la respuesta del mayor.
—Ocho de la mañana con un minuto... ahora dos. —Se quejó por lo temprano que era, por lo que se abalanzó nuevamente a la cama.
—¿Qué estás haciendo?
—Tengo frío.
—Es tarde, levántate y ve a entrenar.
Zoro frunció sus labios y quitó sus manos de su cabeza mientras Mihawk cerraba sus ojos para intentar dormir un par de minutos más.
Pero Zoro sentía la necesidad de permanecer más tiempo allí, se le era extraño, el mayor le causaba una tranquilidad inigualable, parecido a un sentimiento de cariño. Recordó que aquel sentimiento reconfortante lo experimentaba cuando Koshiro le demostraba algo de afecto.
Mihawk suspiró al escuchar un ronquido proveniente del otro lado, Zoro se había quedado dormido, y probablemente, saltaría su entrenamiento mañanero.
Cerró sus ojos e intentó llevar su mente en algo importante y productivo para hacer en el día, pero al igual que Zoro, se quedó dormido otras cuatro horas.
Esta vez Zoro fue el primero en despertar. Su cansancio y frío se había esfumado completamente, causando que intentara levantarse. Pero unos brazos fuertes hacían que se volviese acostar en aquel cálido cuerpo.
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El mejor espadachín -MiZo
Hayran Kurgu-¿Qué es lo que deseas? -Ser el más fuerte. -Sonrió.