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Sabía lo que el dolor era capaz de albergar, lo que sentiría bajo su pecho al girar y dar aquel primer paso. Pero dejó que sus lágrimas encontrasen el camino que debía de recorrer sobre sus mejillas.

No fue fácil para ella, y sabía que para él tampoco. Pero en su interior intuía la fuerza que los corazones albergaban, o al menos, la necesidad que tenían por hacerse fuertes.

Fuerte, duro, intacto...así se volvería aquella alma que dejó atrás de sí para intentar remontar el vuelo...

Lo que ella nunca supo, o no quiso saber, es que estaba atada, y que su vuelo nunca se alejaría de aquel corazón. Sería la cometa errante que zumbaría alrededor de un corazón reconstruido.

RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora