XII

5 1 0
                                    


El tiempo había pasado por su vida como una fugaz ráfaga de viento y, al igual que esta, había ido erosionando partes de su deshilado corazón.

Los recuerdos permanecían encerrados en aquel baúl, aunque sin estar cerrados bajo llave. Aquello permitía que, alguna que otra vez, escapasen y se camuflasen en forma de recuerdos felices y necesarios de añorar.

La lluvia seguía empapando su pelo cuando el cielo comenzaba a llorar, y el olor a suelo mojado la trasladaban hacia lugares lejanos. Eran escasos los momentos en los que se permitía pensar en aquello, hasta que, un día, sin apenas ser consciente, perdió el recuerdo de su mirada.

Trató de buscarlo, pues algo en su interior le pedía que lo sintiera de nuevo y volver a sentir como aquellos ojos la hacían comprender la realidad de una manera diferente.

Los esfuerzos siempre fueron en vano, pues sabía que aquello que le hacía sentir un mar embravecido en sus ojos, jamás volvería.

Debía de comenzar a entender que el pasado, debía que quedarse atrás...

RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora