➺ 0.2

414 42 6
                                    

—¡Princesa!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Princesa!

Esa voz. El corazón de Dulce comenzó a latir con fuerza. El destino no podía ser tan perfecto. Se puso de pie rápidamente, pero volteo su cabeza con lentitud, mientras su corazón se desbocada de manera desesperada. Y lo vio. Era el. Su príncipe azul. Era el. El amor de su vida.

—Dul, Dulce, ¡él es mi papá! ¿Ves que se parece a tu príncipe azul?

Te veo y te siento dentro de mi corazón, dentro de mi alma, dentro de mis entrañas. No sé qué es esto, no logro comprenderlo. Te veo y te siento tan dentro de mí, que no tengo manera de explicarlo. No tengo palabras. No tengo ni un poema de amor para recitarlo en este momento. Solo tengo un corazón, mi corazón, que está dispuesto a amarte como nunca soñaste ser amado. Te regalo mi vida y mis sueños, te vendo mi alma y te obsequio mi corazón. Solo porque me permitas estar cerca de tu respiración, aunque sea en nuestros sueños.

—Dulce.

"Un gran amor, que el corazón tanto espero, así será."

—¿Con quién estás?, pequeña.

Amy miro su padre con una sonrisa en el rostro.

—Con Dulce —susurro a su oído— es una princesa, papá y me contó que hoy encontró a su príncipe azul.

Alguna vez se han preguntado por qué los pequeños son tan vulnerables y transparentes.

—¿Dulce?, ¿Dulce? —frunció el ceño al no obtener respuesta.

—Dul, tienes que hablarle.

Dulce no podía decir nada, estaba completamente estática.

"Mi amor, te esperó tantos años, lo supe cuando te vi. Mi amor, te soñé en tantos sueños y estás aquí."

—Parece que a tu amiga le comieron la lengua los ratones —dijo algo molesto.

—No... yo... yo... —susurró.

—Papá, no la presiones, la asustas. —lo regañó.

—Ni que fuera un monstro. —suspiró pesadamente.

—Dios no.

—¿Perdón? —murmuró confundido.

—Que no me comieron la lengua los ratones. —espeto nerviosa —Digo para nada —avanzó torpemente hacia el— Mi nombre es Dulce, Dulce María Bertoni —extendió la mano nerviosa.

—Papá, te está dando la mano. —le dijo al oído.

"Mi amor, te pensé tantas veces y ya te reconocí. Mi amor, te inventó desde siempre, llegaste aquí."

Esa voz. Ese olor. Se sentía algo extraño, se sentía... Diablos, sentía algo muy profundo. Estaba curioso, nervioso, pero luego borro ese pensamiento, extendiendo su mano hacia la de Dulce. El contacto fue explosivo, mágico, maravilloso, sin embargo apenas rozaron sus manos. Ambos sintieron un corto circuito entre ellos, algo que nunca antes habían experimentado, asuntándose y soltándose de inmediato.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 20 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un Gran AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora