T H R E E

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Finalmente llegando a su destino, se deleito con la vista. La habitación de Christa, la madre de Subaru, estaba llena de cuadros. Siendo que era el pasatiempo favorito de la mujer, quien se encontraba junto a la madre de los trillizos, Cordelia. Su mirada vago levemente por la habitación, deteniéndose en uno de los instrumentos de la habitación, un gran piano de cola blanco,  todavía podía recordar las veces en que había escuchado la encantadora voz de su hermana menor.

Se permitió a si mismo vagar en sus memorias,  recordando con claridad el como su querida hermana parecía rebosar felicidad, una suave sonrisa embelleciendo sus facciones finas. No tardo mucho en que su camino hacia la biblioteca fuera interrumpido por ella, por lo que le dirigió su propia pequeña sonrisa.

—¿Porque estas tan feliz, Sei?—pregunto Reiji utilizando un tono suave, viendo como su pequeña hermana inflaba el pecho con orgullo.

—¡Cordelia-san, me va  a dar clases de música!

Sonrió ante la emoción de su hermana, podía ver con claridad el brillo emocionado que irradiaban sus ojos. Se inclino levemente mientras depositaba un suave beso en la frente de su menor.

—¿Enserio? Diviértete, nos vemos luego—se despidió suavemente mientras su hermana hacia lo mismo, prácticamente saltando en su paso, dirigiéndose hacia el salón de música, donde la esperaban los trillizos junto a su madre.

Después de verla desaparecer, se dirigió a su destino. No tardo demasiado en hurgar entre los libros de la biblioteca y encontrar alguno que le llamara la atención, se dejo perder en el mundo de los textos científicos antes de que una presencia se hiciera dar a conocer. Levanto una ceja curioso ante la repentina aparición de una melena rubia, perteneciente  a su odioso hermano mayor.

—¿Que haces aquí?—inquirió tratando de que su molestia no se filtrara en su tono, lo cual no funciono, a juzgar por la expresión del contrario.

—¿Acaso no puedo estar en la biblioteca de mi propio hogar?—pregunto de vuelta Shuu, sonriendo ante el disgusto del contrario.

Rodando los ojos ante las palabras del rubio, no dudo en levantarse de su sitio para empezar a alejarse del contrario.—Si me disculpas, me voy.

Camino a paso rápido mientras se alejaba de la biblioteca, bufo molesto al sentir como su buen humor se disipaba rápidamente después de el encuentro con su hermano. Antes de que pudiera lanzar un improperio, su cuerpo se congelo en su lugar al escuchar una suave melodía acompañada por una voz igual de suave, el tono infantil se complementaba a la perfección con la voz airada que susurraba con dulzura la delicada melodía.  Sintiéndose incapaz de ignorar la voz, se dirigió hacia el lugar. La pequeña voz fue acompañada por suaves voces que acompañaban la voz, sin pretensiones de opacarla. No se sorprendió al ver a Cordelia y Kanato cantando suavemente para acompañar la voz de su hermana, mucho menos de ver a los otros dos niños acompañarlos con sus instrumentos.  Se sintió embelesado por un minuto, antes de que fuera consciente de que junto a la presencia de Cordelia-san, se encontraba su propia madre.

Los ojos verdes fueron quienes notaron primero su presencia, una suave sonrisa creciendo e los labios de la hija del señor de los demonios. Quien hizo un suave gesto para que el se acercara, por lo que no dudo en acercarse a ella.

—Reiji-kun ¿no crees que tu hermana canta hermoso?

—Por supuesto, Cordelia-san. Su voz es hermosa—respondió suavemente la pregunta, antes que escuchar las palabras de su madre, clavándose profundamente en cada parte de su ser.

—Shuu canta mejor que ella, no es nada especial.

Su mente se quedo quieta ante eso, miles de pensamientos corriendo por su mente. Sintió su garganta contraerse y sus ojos picar con la repentina necesidad de llorar.

"una madre es aquella que ama a su hijo "

Podía ver el afecto rebosar de los cuerpos de Cordelia-san y Christa-san, ambas abrazando a sus respectivos hijos mientras los llenaban de afecto. 

"madre es aquella que te apoyara y ayudara en todo"

Podía recordar a los trillizos aprendiendo a nadar, Cordelia-san viendo por su seguridad mientras les enseñaba con una pequeña sonrisa en sus labios cada vez que uno de sus hijos empezaban a nadar. El sonido de la risa de Christa-san escuchando los balbuceos nerviosos de Subaru, mientras lo ayudaba a aprender a andar en bicicleta. A si mismo, se vio a si mismo junto a su hermana, siendo dejados de lado por Shuu, ambos enfocados en las clases de violín que le estaba dando.

"madre es esa que siempre te cuida y vela por ti"

No pudo recordar ni una sola vez que su madre haya mostrado signos de preocupación por el su hermana, siempre concentrado en Shuu. ¿importaba siquiera? Ambas mujeres, Christa-san y Cordelia-san los habían cuidado al igual que sus propios hijos. Podía recordar las palabras que ambas les habían dirigido en una ocasión.

—No importa lo que haga o diga su madre de ustedes, para nosotras, ustedes son como nuestros hijos. Los amamos a ambos, y siempre estaremos con ustedes.

Todavía podía recordar con claridad el como el y su hermana habían llorado toda la tarde ante las suaves palabras de ambas mujeres. Su mirada vago suavemente antes de encontrarse con su madre, no, con Beatrix. Parpadeo suavemente antes de volver a su labor, entrando a la habitación en donde se encontraban sus dos madres.

—okas-san, aquí les traigo su desayuno—les dije sonriendo mientras depositaba las bandejas con desayuno. Quienes le devolvieron la sonrisa mientras empezaban a comer con suma delicadeza.

—Gracias Reiji-kun.

Tarareo suavemente a modo de respuestas antes de recordar una de las razones por las que estaba tan emocionado. —por cierto, en dos días podrán salir.

—que bueno me alegro podremos ver a los chicos.

—si tienes razón los extraño.

Después de charlar y ponerse al día, salí con la promesa de volver mas tarde. Suspiro feliz mientras iba en dirección a la cocina para preparar el almuerzo.  Su corazón mucho mas ligero a comparación de otros días.

La hermana de los Sakamaki -EN EDICIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora