El bar

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¿Cuanto vale la felicidad?  algunos amantes de la vida dirían que no tiene precio, pero yo, quien soy un ser pesimista y  no ha encontrado placer alguno, te diré que tiene un precio muy alto ¿Cual es el valor de una vida? ninguno, la vida no vale nada a menos que encuentres alguna felicidad o algo que la adorne y te haga sentir satisfecho. 

Solía sentarme cerca de la barra, allí podía verla, podía ver sus anchas caderas y estrecha cintura, podía ver ese cuerpo pecaminoso digno de un ramera de primera, solía desnudarla con la mirada pero entonces mi mirada deseosa chocaba con aquel idiota de cabello negro, entonces volteaba a mi trago, pero volvía a ella luego de unos minutos, como si fuese un maldito imán para mi, entonces el tipo ese me mira y yo repetía la acción, desviar la mirada, jugar con mi licor y volver a mirarla. Siempre que esa mujer estuviera en este antro los hombres la buscaban, era una puta, ya lo sabia, esos labios de color carmesí se sabían abrir bien para chuparla y esas piernas altas y hermosas se enrollaban siempre en la cintura de algún viejo que le pagara lo suficiente para metersela. Eso era ella un vil puta amante del dinero.

Pero entonces ¿por qué no aceptaba mi dinero y me dejaba metersela hasta el final? Quizás era por aquel tipo que la seguía o solo era por ser yo, no lo sé, ni quiero saberlo, aunque da igual, ya ni puede hablar.

Camine despacio, mis zapatos se humedecieron con la sangre fresca, me agache a su altura y le sonreí, su bonita cara se distorciono con miedo, movió su cadera como queriendo caminar, yo levanté su rostro y señale a la pared donde dos lindas piernas largas estaban clavadas, metí mi mano en su boca y toque las encías en donde hasta hacía poco lindos dientes blancos estaban pegados, la bese, así como en esos sueños calientes que solía tener, metí mi lengua buscando la suya pero recordé que estaba cosida a su encía así que la deje en paz, sus sollozos eran lindos, mejores que los de las otras perras esas.

Algo que amaba era su cabello rojo, era espectacular como parecía prenderle fuego cada vez que bailaba y movía ese gran culo que tenía, amaba que lo hiciera, así que se lo pedí, ella lloró por varios minutos en lo que terminaba de poner los ganchos en su espalda y la colgada de las cuerdas, sin sus piernas no podría bailar sola, así que ¿por qué llora si trato de ayudarla?

al tercer día baje de nuevo al sótano, el día anterior me divertí tanto metiendo cosas en ella, era tan lindo verla llorar suplicante, me prendia demasiado pero quería respetar sus deseos así que no se la meti, no quería que sintiera que la obligaba, para eso tenía al desgraciado que solía amenazarme cada que la seguía a su casa. Cuando llegue ella me miro con miedo, yo divertido le mostré el regalo que le tenía, trato de gritar cuando vio el miembro de aquel hombre, se nota que le gusto mucho porque lloro todo el rato.

Otra cosa que siempre deseé fue amasar sus grandes pechos, se sienten como lo había imaginado, aunque la sangre molestaba era eso o tocarlos cuando los tenia aun pegados, sabía que tenía silicona pero igual. Escuché sus sollozos apagados, me acerque y deje la masa de carne al lado de su rostro, era interesante ver todas las venas en su pecho.

Esa misma noche me folle con ansias el cuerpo de aquel idiota, ella lloraba mucho, supongo que fue la impresión, yo también estoy impresionado por como se ve  el intestino cuando alguien te folla o simplemente está asustada porque le falta la cabeza, algo de eso a de ser.

Cuando la vi que comenzaba a dormirse la ayude a darse un baño, tenía una gran tina en el sótano, la metí con cuidado y lave su rostro manchado, también lave su cuerpo, sus manos habían parado en mi nevera así que era mi deber ayudarla, baje por su abdomen bajo sus pequeños llantos, mi mano se deslizó por su vagina, me encantó que tuviera perforaciones porque me ayuda a jugar y a hacerla reaccionar un poco, metí mis dedos dentro y rasguñe con mis uñas su interior, la oí susurrar un grito y luego mientras yo me divertía metiendo mas y mas mi mano, ella se durmió.

Yo que pensé haber encontrado a alguien que soportara por fin, pero no, resulto ser que ella era igual a esas otras putas que no soportaron jugar conmigo. Ahora de nuevo aquí sentado en la barra miro como una linda chica bebe con sus amigas...

Dentro de mi MenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora