01

108 29 72
                                    

Imagina contar una historia cómo si vivieras en esos tiempos. Loco ¿no?

Caminaba por las grandes rocas mientras que mi madre gruñía mirándome, temía porque podía caer lo cuál me causaba gracia y un poco de ternura.

-- Lili, ¡Por Dios! -- tomó mi brazo con cuidado obligándome a bajar. -- No saltes cómo si fueras una rana, tú caerás y el golpe que recibirás será muy grave.

-- Madre, la vida se trata de riesgos. -- ella río y una pequeña sonrisa nostálgica se formó en sus labios. Sabía que le recordaba demasiado a papá y aunque tratará de disimularlo, no era muy buena en eso. -- Pero te haré caso, no quiero caerme y luego estar quejándome por un dolor.

Ella sonrió satisfecha y seguimos caminando al pequeño pueblo que quedaba a unos minutos. Mi madre había decidido iniciar de cero literalmente, hasta me obligó a  dejar mis libros en casa para "no traer nada del pasado"

Creó que se tomó eso demasiado enserio.

-- ¿Por que tú maleta luce tan pesada? -- elevó una ceja y yo tragué. -- ¿Trajiste algo más que solo prendas?

Una sonrisa tímida se formó en mis labios y su mirada sería examinó todo mi rostro haciéndome bajar la mirada hasta mis pies. Ella soltó una carcajada luego de mi acción y la miré un poco confundida, buscó algo en su maleta y lo inclino al frente de ambas.

-- Yo también traje algo que no debía. -- sonrió mirando el gran disco de vinilo en sus manos. Era el favorito de papá.

-- ¿Traerás el toca-discos? -- ella hizo cómo si pensara y luego finalizó con una  sonrisa mientras asentía.

-- Se que te gusta la música, no podía dejar que te alejarás de algo que realmente te gusta. Sabes que siempre me gusta verte sonriendo. -- sonreí y ella me copió la acción.

Pasaron unos minutos más y yo ya me encontraba dentro de lo que sería mi nueva habitación. Era un poco grande que la anterior. Sonreí al ver que daba al gran campó muy bien cuidado de las personas que vivían a nuestro lado.

Acomode mis prendas en lo que sería mi armario, dejé los libros que había traído a escondidas de mi madre sobre la mesa frente a mi cama y busqué algo con lo que distraerme mientras traían el toca-discos de papá.

Park Lucas, un nombre demasiado extraño pero mis abuelos decidieron colocarle así a su único hijo varón. Un hombre alegre, amante a la literatura y a la buena música. Aferrado al amor de su vida -- mi madre -- vivió una de las mejores vidas, lo repetía todos los días. No le costaba demostrar lo mucho que amaba a mi madre, y lo muy orgullosa que estaba de mi. Su sonrisa podía brindarle seguridad a cualquier persona que estuviese a su alrededor.

¿Qué fue lo que realmente sucedió? Mi padre fue estafado por uno de sus mejores amigos, invirtió su vida en un mundo el cuál sólo giraba en torno a una cosa. Muerte. Por más desgarrador que suene, era la realidad. Cuándo se dió cuenta ya fue demasiado tarde, su vida tenía segundos y el simplemente decidió irse antes. Así cómo cuándo te regalan algo y te vas a un rincón para verlo, así se fue papá. Solo que a diferencia de otros, el nunca regreso. El nunca nos enseñó lo que le habían obsequiado.

[ꕥꕥꕥ]

Mis ojos se abrieron con pesadez al sentir unos golpes fuertes en la ventana. Me había quedado dormida, ¿En que momento? Realmente no estoy segura, solo se que hay algo o alguien fastidioso obstaculizando mi cálida siesta. 

Com cuidado me acerqué a la ventana sintiendo cómo la fuerte luz del sol impactó contra mis ojos haciéndome soltar un gruñido. Luego de pestañear un par de veces y acostumbrar a mis ojos de la luz del sol decidí encarar eso que estaba interrumpiendo mi sueño.

-- Uno... dos y.. -- el castaño cerró su boca al percatarse de mi presencia. -- ¿Quién carajos eres?

-- Eso debo preguntarlo yo, ¿Quién eres y por que estás pegándole con lo que sea eso a mi ventana? -- frunció su ceño y miró al rubio a su lado el cuál sólo sonreía tímidamente.

-- Te pregunté si alguien vivía ahí, ¿Por que carajos no me dijiste que había alguien viviendo ahí?

-- Y-Yo lo siento. -- Tartamudeó el chico rubio bajando su mirada. -- No sabía que alguien vivía ahí, fue mi error.

-- Siempre te equivocas ¿Por que me junto con idiotas? ¡Dios! Que estresante es estar con personas cómo tú. -- fruncí mi ceño al ver cómo le hablaba el castaño al rubio. El chico se había equivocado, si, pero eso no le da derecho a hablarle mal a alguien cómo su fuera el dueño del mundo.

-- No tienes porque ser tan cruel, mide tus palabras. Nadie merece ser tratado mal, y mucho menos por una persona tan insignificante cómo tú. -- el rubio entré abrió sus labios, le regalé una cálida sonrisa y sus mejillas se tornaron de un color carmesí dándole un poco más de ternura. El castaño me miró con su mirada queriendo matarme, me estremecí un poco pero no me moví de mi puesto y no pretendía cambiar lo que había dicho.

-- ¿Qué fue lo que dijiste niña insignificante? -- esté se acercó a mi hasta el punto de sentir su respiración en mis labios.

-- ¿No escuchaste? ¡Carajo! Hablas a las personas cómo si fueran tus esclavos y no eres capaz de ni siquiera entender algo. -- el me analizó por unos segundos y luego soltó una sonrisa irónica.

-- No es tú problema, metete en tus asuntos. -- se giró para caminar donde el rubio el cuál estaba en estado de shock.

-- Esté es mi problema también. Tú le tiraste a mi ventana causando que yo me despertara, así que el problema también es mío.

Sentí cómo a pasos largos camino hacía mi, mis piernas empezaron a temblar y mis manos a sudar. Sentía que el chico era demasiado impulsivo y que en cualquier momento podría soltarme un golpe o decirme demasiadas groserías.

-- Eres una hija de... -- sus palabras fueron interrumpidas por un chico a lo lejos.

-- ¿Una que? -- cuestionó el chico luego de colocarse a mi lado. Era un poco más alto, su cabello era castaño pero un poco más claro que el del chico frente a mi. Tenía un lindo perfil, su nariz se veía delicada, sus pestañas se podrían decir que eran perfectas, sus labios eran demasiado finos.

Tragué fuerte al ver cómo el chico a mi lado se giró conectando nuestras miradas. Era cómo leer tú libro favorito mientras bebías una taza de chocolate caliente en un día lluvioso, o cómo si corrieran por un lindo campo de flores dejando las preocupaciones a un lado. Sonreí internamente al ver cómo sus ojos miraban.

Sus ojos miraban tan profundamente causando millones de sensaciones con tan solo una mirada de unos cinco segundos.

¿Quién eres chico de ojos lindos?

Nuestra Canción [Min Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora