Cap 1

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Aquel día me levanté como otro día normal, sin ganas de ver a nadie. No seré la única. No suelo desayunar, así que me di una ducha de agua caliente ya que estamos en invierno. Me vestí con el uniforme de mi instituto privado y me fui para allí sin emoción alguna. El camino andando de mi casa al insti era de unos 10 a 15 minutos, el recorrido era corto y se llegaba rápido.

Cuando llegué, fui con mis amigos, Mateo y Jason, que estaban en la puerta de entrada. Pasaron  por nuestro lado los “populares”, como les llaman todos. Yo les llamo la pandilla del moco, pero por suerte o por desgracia mis amigos están en esa pandilla, qué asco. Cuando Mateo y Jason se fueron con ellos, yo me fui a la clase que me tocaba, que era matemáticas. Se me dan bien, pero no me cae bien el profesor. A parte, ¿quién quiere hacer mates a primera hora? Me senté en última fila, como siempre. Era común que a los que les interesaba la asignatura se sentaran al principio, pero en cambio, yo no quería, porque no me gusta verle la cara de amargado al profesor. A mi lado izquierdo estaba la ventana y al otro lado se sentó Arnau, el capitán de baloncesto. Que asco me daba el chaval este. Le miré con cara de asco, como hago con todo el mundo, vaya. Él me miró de reojo y se rio en lo bajo. Me daban ganas de matarlo, pero quería que sufriera un poco.

Mientras el profesor explicaba, yo me puse a dibujar, ya que estaba dando una cosa muy fácil para mí. De repente alguien interrumpió mis pensamientos:

-Estamos en clase de mates, no en la de dibujo- me dijo el castaño sentado a mi lado.

- Lo sé- le dije sin remordimiento.

Nada más decir eso, me arrancó de las manos la libreta donde estaba haciendo mi arte.

-¿¡Oye!?- le dije casi gritando. Di gracias a que el profesor no me escuchó.

-Atiende y te lo devolveré- me dijo Arnau con diversión.

-¿Y por qué tendría que hacerte caso?- le dije siguiéndole el rollo.

-Porque soy el capitán de baloncesto, ¿puede ser?, es decir, el más popular del instituto- Dijo seguro de sí mismo.

-Primero, el más popular es André, no tú; segundo, qué más me da a mí que seas el capitán de baloncesto- tan pronto dije eso él se rió flojo, negando con la cabeza. Yo le quité la libreta y él no me dijo nada, solamente se sentó bien y siguió atendiendo a la clase, que era tan aburrida como él. 


Pasaron las horas y por fin llegó la hora de irse. La verdad es que en las clases nunca pasa nada interesante, ya que lo único que hago aparte de atender y hacer deberes es observar a los demás para saber sus fuertes y sus debilidades. Con esa información me hago una tabla en la cabeza, como ejemplo voy a poner a Arnau, sus fuertes son que siempre mantiene la calma bajo cualquier circunstancia, y no le es difícil hacer amigos, todo lo contrario, le es muy fácil, pero, en cambio, odia la soledad y perder a sus amigos. Os preguntaréis cómo sé todo eso. Pues bueno os explico. Es fácil saber los fuertes de alguien, porque las personas solo mostramos lo que queremos que la gente vea, sin enseñar nuestras debilidades, pero al conocer a la gente más íntimamente, puedes  acceder a sus debilidades muy fácilmente.

Yo soy una persona muy sociable. Me llevo bastante bien con todos a decir verdad, excepto con una persona. Es una fulana en toda regla. Está saliendo con un chico cada semana y teniendo novio, aunque el novio no me da ninguna pena, total, es Arnau. Ese chico, si tiene futuro, será de vagabundo. Me llevo bien con él pero solo porque es el capitán de baloncesto.


Cuando llegué a casa después de que se acabaran las clases estaba mi madre haciendo la comida. Adoro cómo cocina mi madre, aunque la paella está más buena la de mi padre.

Subí a mi habitación a dejar la mochila y cuando pasé por la habitación de mi hermano, André, no estaba. Se me hacía raro que no estuviese porque él siempre llega antes que yo a casa; igual se habia retrasado.

-¡Olivia!- Chilló mi madre desde la cocina. 

“¿qué querrá?”, pensé.

Bajé las escaleras y ahí estaba mi madre cocinando. Cuando se percató de mi presencia me miró y me empezó a hablar.

-Olivia, ¿sabes dónde está André?, es raro que llegue tan tarde-. En ese momento ya me empecé a preocupar. Mi hermano siempre se metía en peleas, pero le ayudaba a que mi madre no se enterara porque no queríamos preocuparla.

-Llegará ahora en seguida, supongo; no tardará, tranquila-. Después de decirle eso me subí a mi habitación y no tardé mucho en llamar a mi hermano.

Pasó una media hora y le llamé diez veces hasta que por fin me lo cogió.

¿Matar o morir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora