°• Carta N.º 13 •°

85 9 2
                                    

K A T S U K I

↣ Tus manos ↢

El día que recibió el mensaje, de parte de su padre, que habían internado a su madre debido a su enfermedad, Takarushi se puso muy mal.

No se notaba a simple vista, pero si la mirabas por un tiempo se podía ver cómo una sonrisa normal se transformaba en una forzada, cómo en su dulce voz se iba formando un nudo en la garganta conforme hablaba, cómo su mirada se iba apagando poco a poco cuando estaba sola. El cómo su tierno aspecto iba cambiando a uno más sombrío.

Habían pasado un par de días sobre eso, y conforme pasaba el tiempo no se le veía ninguna mejora, al contrario, sus ojeras se hicieron aún más notables de lo que ya eran, su cabello verdoso ya no era tan brillante como antes, de hecho ya ni se molestaba en hacerse esa trenza que siempre tenía del lado izquierdo, la punta de sus dedos se veían con costras, padrastros y pequeñas manchas de sangre, y no creo que hayan sido por el arco, incluso en la hora del almuerzo ni siquiera hacía la enorme fila para comprar algo de comer, tampoco la vi acercarse a la máquina expendedora una sola vez en esos días.

Definitivamente, Takarushi se vio afectada por lo de su madre.

Un día, durante la media noche, la encontré fuera de la residencia, yo solo iba por un vaso de agua cuando escuché sollozos detrás de la puerta principal, la curiosidad me invadió y decidí en ver de quién se trataba. Entonces la ví ahí, echa bolita abrazada a sus piernas con la cabeza agachada, llorando.

—Oye, entra o te vas a resfriar —es lo único que pude decir con tal de no verla ahí afuera.

—¿N-no deberías estar dormido? —dijo, sin siquiera voltear a verme, al contrario, solo se escondió más.

Esta es la parte en la que tengo que consolarla, ¿no?

—Lo mismo va para ti. Sigue llorando si quieres, pero no lo hagas aquí afuera.

Ufff, si que eres bueno para consolar a la gente.

La miré impaciente a que se dignara a levantarse del suelo y entrar de una buena vez, el solo hecho de saber que estaba llorando ya me destrozaba, pero verla regada en el frío suelo la hacía ver más triste y deprimente. Al ver que no tenía intenciones de moverse, suelto un suspiro pesado y me siento a un lado suyo, tomando un poco de distancia, obvio.

Carajo, que puto frío, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí sentada aguantando eso?

El frío es mental, bro.

Ella seguía hecha bolita mientras yo solo tenía la vista hacia el frente, en donde se podía ver el enorme edifico de la escuela, y detrás de él se encontraba el cielo nocturno con varias estrellas, las cuales apenas podían ser contadas con ambas manos, más a la izquierda estaba la luna llena que iluminaba prácticamente toda el área de las residencias.

Takarushi dejó de sollozar, pero eso no quitaba el hecho de que su tristeza estaba presente a su alrededor.

—Vete, Bakugo. No tienes porqué estar aquí.

—Como si te fuera a hacer caso.

Ella río, pero no de la misma forma de siempre, era más como una risa sarcástica y dolida.

—Claro, se me olvidaba que eres el más testarudo de aquí... —dijo mientras se tallaba los ojos, quitándose el rastro de lágrimas pero dejando sus ojos hinchados y rojos—. Deja de verme, o me sentiré más patética de lo que ya soy.

—No eres patética.

—Ja, si. No es como si estuviera llorando sintiéndome de la mierda, sin saber qué carajos hace, sentada en el suelo y en el mero frío, nah, ¿Cómo crees? —su voz se notaba quebrada, como si tuviera muchas emociones acumuladas, sin saber cómo sentirse.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 15, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

°•Querida Flechitas•° [Katsuki Bakugo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora