Será porque estás desnuda o porque me sonreíste
cuando te ibas sacando la ropa,
o será por esa lujuria incontrolable que me abrasa
y que explota fuera de toda proporción
al primer contacto visual con tu cuerpo,
quizás será por esa causa,
o bien porque estás acostada sobre la cama
y puedo apreciar tu belleza en plenitud,
( tus adelantados pechos de holandesa virgen,
tus piernas de asesina en serie,
y aquellos labios que pronto gustarán
el sabor de este madero,
y que tragarán con gusto el chorro burbujeante)
para desafiar a la decencia
me dieron ganas de hacer algo primitivo.
Date vuelta, gata de ciudad, y ponte de rodillas,
mirando hacia la cama que hoy está caliente,
muéstrame tus carnes que brillan de adolescencia,
y esas curvas clandestinas que me encienden
y que levantan el ímpetu con la fuerza del músculo.
Ahora voy a descubrir el secreto de tus nalgas,
voy a abrirte sin usar los dedos,
buscaré la manera con empeño,
la manera de hacer que me pienses
a la hora de entregarte libremente y sin reclamos.
Voy a entrar en ti muy lentamente,
hasta tocar el agua que hierve sin cadenas
y pedirte que me lo entregues todo.
Bien adentro en tu boca
usa tu lengua adiestrada en la caricia,
haz que me doble de gusto, mirándote,
quién sabe dónde quedará el aullido
que nace del placer nocturno
cuando sientes que tu cuerpo se hace mío,
cuando el sexo está consumado
y en la cama vibran los veloces deseos
y los instintos estallan al filo de caerse,
al filo de salirse de nuestras pieles embrujadas
que se aferran al sonido aéreo con espasmos.
Muéstrame tus carnes que ahora son mías,
cuélgame tus brazos y respira, respira hondo,
como si fuera tu último aliento.
El áspero madero que vigilas sigue en la subida
velozmente ofrecido y desplegado al máximo,
míralo endurecer su corteza vegetal hacia tu piel
con bravos latidos seminales que lo empujan
hacia los cielos más etéreos,
porque saben
lo alto y vaporoso de tus explosiones.
