9. Escribe Tu Futuro [Final]

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La máquina del tiempo se elevo en el cielo, mientras la familia Demon observaba con cariño al Meliodas del pasado quien se despedía con sus manitas nerviosas al saber que su futuro lo esperaba con ansias

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La máquina del tiempo se elevo en el cielo, mientras la familia Demon observaba con cariño al Meliodas del pasado quien se despedía con sus manitas nerviosas al saber que su futuro lo esperaba con ansias. Tristán tecleó la fecha y cuando la burbuja explotó se encontraban en un escenario lluvioso y antiguo. Acciones y decisiones que determinan mi futuro.

—Se supone que deberías llevarme a la feria —comentó Meliodas al ver su orfanato.

—Lo sé —contestó el albino, y estaciono la máquina del tiempo, poniéndole una capa que no dejaba a la vista el vehículo. —El trato era que, si podías arreglar la máquina, te llevaría a ver a tu mamá.

—¿Qué dices?

Asomó su cabecita por el cristal templado; observando con detenimiento a la mujer con un bebé en brazos que caminaba debajo de la lluvia hasta el orfanato. El corazón de Meliodas comenzó a latir con fuerza; nervioso de ver a los ojos de su madre por primera vez.

—Un trato es un trato —, abrió la puerta de la máquina, temeroso de que Meliodas cometierá un error y su futuro se viera afectado.

Meliodas bajó sin decir nada, sin importarle la lluvia empapando su cuerpo; camino con sigilo hasta las escaleras, y subió levemente, sin llamar la atención de la madre, quien se esmeraba en encobijar a su hijo, sin notar su presencia. Sus manos estaban por tocar la espalda de la mujer, ante la mirada sorprendida de Tristán y de él mismo... 

Decidió no hacerlo...

Respiro hondo, y retrocedió sin dejar de ver la silueta de su madre mientras abrazaba a su él de bebé, y justo cuando estaba por pisar el último escalón, resbaló con la lluvia llamando la atención de la mujer. Pero está no lo vio.

Observó desde su escondite, como su madre depositaba un beso en su frente, susurrándole unas palabras que no fue capaz de entender, y sus ojos verdes la miraron por última vez al bajar los escalones, perdiéndose por debajo de la llovizna.

Meliodas salió de su escondite, camino de nuevo hasta el orfanato, subió las escaleras, y se inclinó a la altura de la caja de cartón donde su versión del pasado se encontraba; sonrió con esbozó al recordar su infancia en aquel lugar, y con decisión, se levantó y tocó la puerta que sería la razón de su destino. Tristán abrió la puerta de cristal de la máquina del tiempo, dejando subir a Meliodas, quien observo como la dueña del orfanato tomaba al bebé entre sus manos, para luego desaparecer en el tiempo y volver a donde todo había comenzado.

—No lo entiendo —comentó Tristán, mientras ayudaba a bajar las cosas de Meliodas. —¿Por qué la dejaste ir?

Meliodas volteó a verlo con una gran sonrisa y contestó: —Porque, yo ya tengo una familia.

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