Capítulo 3.

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Capítulo 3.

A pesar de la metida de pata de los chicos, ayer la pasé excelente, bailar la canción que tanto me gusta es otro nivel, y hacerlo con mis amigos es fenomenal.

Teníamos diversas canciones para canturrear, a los chicos no les daba vergüenza cantar con nosotras a todo pulmón cuando sonaba una de las tantas canciones que nos hacían mover el esqueleto y que teníamos en común.

Gozamos demasiado, al idiota del tal Simón lo echaron de la fiesta, tuve que pedirle a Joshua que se lo hiciera saber con el amigo intermediario que tenían y que no fuera él personalmente a echarlo, de haberlo hecho la historia y la experiencia del día de ayer sería totalmente distinto.

Al final de la fiesta ayudamos a organizar la casa y luego le pedí a Fio que me trajera a casa, ya había llamado a mi mamá para avisarle que no dormiría fuera de casa, por más que le insistí que se quedara tranquila y durmiera, no quiso, me espero despierta en la sala.

La fiesta agotó mis energías, y esas solo se podían recargar en la comodidad de mi habitación, de mi añorada cama que me acompaña en las noches y en las mañanas me abraza tan fuerte que no me deja levantarme. —he ahí a quien culpo por no querer levantarme para ir al instituto. —. Por suerte ya estaba de vacaciones, podía quedarme perfectamente toda la mañana abrazada y ataca a mi cama sin problema alguno, a no ser que tenga que ayudar a mi madre en algo.

Ese día no fue hoy y le agradezco al cielo por ello.

Con Fiorell, Enoc y Joshua habíamos quedado en ir a pasear un rato por la ciudad, comer helados y cualquier otra cosa que se nos cruzara en el camino.

El verano como de costumbre estaba siendo agradable, con mis amigos pasamos buenos ratos, vemos películas, vamos al cine y a comer, nos reunimos para charlar en casa de alguno de nosotros y nos tomamos infinitas fotografías de las cuales un ochenta y cinco dejamos guardadas en nuestra galería como recuerdo y que subimos en una fecha especial en un collage. Mis amigos son especiales, cada uno de ellos tiene un brillo inigualable y una carisma única, sin lugar a dudas, me saqué la lotería con ellos, me tocó vivir esta etapa de mi vida con personas maravillosas, sin temor a equivocarme diría que somos la envidia de todo adolescente.

Eso sí, tienen defectos de fábrica como todos, ja, ja.

Ya se acercaba la hora que habíamos acordado, los chicos viven cerca, suelen irse juntos, Fiorell y yo también, así que siempre nos íbamos en grupos de dos, siempre acompañados.

Pero lo curioso es que envés de ponernos de acuerdo para que cada una de nosotras esté acompañada con uno de los chicos, elegimos separarnos por géneros inconscientemente.

Tomé mi celular y le marqué a mi fiel acompañante.

—Fio, ya estoy lista, ¿paso a buscarte o vienes tu por mi? —le pregunté apenas contestó.

—Ya voy de salida, Camila, puedes ir saliendo, estoy cerca. —me respondió al otro lado del celular.

Tranqué la llamada, guardé mi celular y tomé mi pequeño bolso de mano, allí guardé mi identificación y el dinero.

Me lo colgué en mi hombro y salí de casa.

Antes de esto, pase rápidamente a avisarle a mi madre que saldría y a despedirme de ella, de mi padre no porque se encontraba trabajando.

El olor que salía del horno de la cocina me hizo dudar en sí ir de salida con mis amigos o quedarme a probar las delicias de postres que hace mamá.

Elegí ir, de igual forma esa delicia me espera aquí cuando regresara.

Mi amiga no tardó ni 5 minutos en llegar, por primera vez había sido muy puntual, ella aplicaba siempre el «lo bueno se hace esperar» relativamente en todo, hasta en los exámenes del instituto, siempre era la última en entregarlo.

INOCENTE VERANO. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora