Se sentó en aquella sala de espera con su carpeta entre las manos y miró a su alrededor. Eran otros dos hombres los que esperaban en las sillas que había delante de él. Seguramente ninguno estaría por debajo de los cincuenta años pues sus arrugas a la altura de los ojos y su ausencia de pelo en la cabeza lo confirmaban.
El primero era bajo, algo fondón, sin pelo y con unas gafas grandes tras las cuales parecían intuirse unos ojos color canela. Llevaba puesto un pantalón de pana y una chaqueta verde acompañados por un maletín de cuero que había dejado apoyado en la pata de la silla. Jaime dejó de mirarle y esbozó media sonrisa. ¡Un profesor de matemáticas! pensó para sus adentros pues la verdad era igual que aquel actor que hacía de maestro en ese famoso culebrón que veían las mujeres.
Volvió a levantar la cabeza y divisó al otro sujeto. Este debía rondar la misma edad que el otro, algo más de pelo, un bigote grande y una barriga que llenaba con creces sus pantalones de chándal al igual que la camiseta blanca que llevaba con alguna publicidad estampada a la altura del pecho. Llevaba la poca melena que tenía engominada hacia atrás y sostenía entre las manos, al contrario que sus otros dos oponentes un periódico de género deportivo. Un pasito más para el trofeo parecían ser las letras de la portada.
El club Villa Dálmine. Un equipo de la ciudad de Campana, recién llegado a la segunda división argentina que buscaba entrenador ya que el suyo había decidido partir a la primera división uruguaya. Era un equipo modesto, sin apenas historia, quizás fuese este por fin el equipo que decidiese contar con Jaime.
Al poco rato, una chica morena de unos treinta años salió por una puerta que había al fondo de la sala y comenzó:
- Javier Rodríguez, pase por favor.
El sospechoso profesor de matemáticas se levantó y se dirigió detrás de la señorita por la puerta por la que había entrado. Pasaron diez, veinte y casi treinta minutos hasta que el hombre volvió a salir acompañado de la secretaria. Parecía contento, animado. Se ajustó su corbata y despidiéndose se marchó.
- ¿Jaime Adezzo? - dijo la chica mirándole. - por favor, acompáñeme.
Jaime se levantó y camino por un estrecho pasillo viendo como se movían las caderas de aquella mujer. A mitad del pasillo se detuvieron y tras un par de golpes en la puerta, la joven morena la abrió y le invitó a pasar. Allí había un hombre alto, trajeado, muy bien afeitado y que tras un fuerte apretón de manos le señalo una silla para que se sentase y comenzase la entrevista:- Bueno Jaime, mi nombre es Fernando Arias y soy el director deportivo del club. Queríamos ver un poco tu trayectoria y los resultados que has obtenido hasta el momento para hacernos una idea de tu estilo ¿me permites tu documentación? - Tenía una voz profunda y sus ojos verdes se clavaban en los de Jaime que asintiendo, le entregó su carpeta.
El hombre comenzó a echarle una ojeada y tras varios asentimientos retomó la conversación:
- Aquí pone que jugaste en el San Lorenzo cuando tenías veintiséis años pero lo tuviste que dejar por una lesión ¿no es así?
- Sí, me rompí la tibia y a raíz de aquello no pude volver a jugar - contestó Jaime con tono seguro.
- ¡Wow! es increíble, y tus números de aquel año son asombrosos, una lástima la lesión... Bueno y dime, ¿Qué experiencia tienes como entrenador?
Aquí comenzaba el problema de Jaime.
- Bueno, entrené a un equipo de chicos de dieciséis años una temporada, he estado de segundo entrenador durante dos años en la tercera división y dos meses como primero. Sé que no es mucho, pero he aprendido bastante durante este tiempo.
- Ajá... - asintió el director deportivo - Entonces, ¿No has entrenado aún en segunda división?
- No, todavía no estaba esperando a poder dar el salto la temporada que viene y me gustaría que fuese aquí en el Villa Dálmine.
El entrevistante frunció el ceño y dejando los papeles sobre la mesa se quitó las gafas y le dijo a Jaime:
- Mira Jaime, nosotros es que estamos buscando alguien con experiencia que pueda asegurarnos permanecer en esta categoría, alguien que ya haya destacado por otros lugares y haya conseguido algún título, y tu perfil como entrenador la verdad que... Lo siento, no es lo que buscamos.
Otra vez aquella frase, otra vez que por su falta de experiencia le denegaban el puesto. No hacía falta llevar mucho tiempo sentado en un banquillo, solo había que saber de futbol, o eso pensaba Jaime. Indignado y decepcionado, le estrechó la mano a Fernando, recogió sus papeles y se dirijo hacia la puerta. Volvió a la sala de espera y con media sonrisa se despidió de la secretaria que hace un momento le había atendido y del hombre del chándal. Volvió a salir por la puerta de otro club con la cabeza baja, sus papeles bajo el brazo y con la misma respuesta de siempre.
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Lo siento, no es lo que buscamos.
RandomJaime es un hombre que pasa de los treinta y que desde que tenia dieciocho años siempre habia querido ser una estrella con el balón en los pies. Ahora, Jaime ha dejado su Argentina natal para buscar suerte en España pero como entrenador.