XVI

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30 de junio.

Era un buen día, pues nuestra hermosa Mariel cumplía 60 años, si me lo preguntan a mi, también me sorprendí, digo se que ya es mayor, desde hace un tiempo lo sabia, pero esta tan bien cuidada que podría aparentar diez años menos y nadie duraría de ello.

El pequeño festejo se basó en tomar el desayuno junto a ella, disfrutando así de su exquisito pan y mas tarde preparo una rica torta de red velvet, mi favorita y por supuesto también la de ella, cosa que me sorprendió bastante, ella muy conservadora a la hora de elaborar cualquier postre, pero al parecer hoy eso no importaba.

Por mi parte no le di mas que unas felicitaciones y un gran abrazo, pues no conocía del todo sus gustos, pero Marcos y su madre le han dado obsequios muy bellos, sentí un poco de celos, si era tonto pero los sentí, quería también darle un detalle, pero mo contaba con ello ahora.

Quizás luego podría hacerle una torta, la receta de mi madre era espectacular y no solía ser difícil o al menos eso recordaba.

El día acabo, con un Marcos acompañándome a casa, pues su madre estaba tranquilamente conversando con Mariel.
Y aunque no dijimos mucho, la compañía fue lo suficiente agradable como para agregar cualquier palabras.
Tras una pequeña despedida me encontré escribiendo lo sucedido como si quisiera atesorar esos momentos por siempre.

Y lo último antes de cerrar el libro fue mi padre gritando borracho, al parecer él no se atrevería a hablarme nunca pero el alcohol lo hacía gritarme hasta al cansancio.

Fragmentos de Eden Martín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora