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Porfis leer el mensaje al final, y perdón si hay faltas de ortografía!

¡Disfruten de la lectura!

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La mayoría de la gente, pintaba la idea de ser padres como un sueño, algo mágico y casi de cuentos de hadas, pero la realidad, es que formar una familia conlleva una gran responsabilidad detrás, y deben estar dispuestos a cambiar ciertos aspectos de su día a día para dar la bienvenida a estos nuevos integrantes de la familia, ¿tenía su lado "mágico"? Sí, pero no todo es de color de rosa.

De por sí ser padres era un reto, peor se ponía el asunto para aquellos que eran primerizos en este mundo de pañales y juguetes, Kiyoomi y Shoyo eran conscientes de ello pero, jamás se les cruzó por la cabeza que la vida les traería no uno, sino dos bebés, mellizos.

Kyomi y Haruki Sakusa, mujer y hombre respectivamente, Kyomi era la mayor por un par de minutos, una hermosa niña de negros cabellos, una pequeña demonio hiperactiva a la cual le despegabas los ojos por dos segundos y ya hacía una que otra travesura, mientras que su hermano Haruki era todo lo contrario, un niño de anaranjados cabellos muy tranquilo y silencioso.

En un principio fue difícil acostumbrarse a despertar a media noche por el llanto de uno de sus bebés, tener que estar pendientes cada segundo del día de ambos, aunque tenían más precauciones con Kyomi de que no rompiera algo o le pegara con los juguetes a su hermano menor, hermano que igual tenía sus malos hábitos, Haruki metía a su boca toda cosa que encontrara en el suelo o que tuviera en la mano, desde zapatos hasta los crayones.

Cuando agarraron el ritmo no fue tan complicado, la pareja sabía que en cuanto crecieran ambos niños, las cosas serían mucho más fáciles.

Graso error.

Una vez Kyomi aprendió a caminar, el nivel de sus travesuras aumentó, ya no se limitaba a rallar las paredes o lanzar juguetes al aire, ahora podía recorrer la casa de arriba a abajo como se le pegara la gana, podía sacar las pertenencias de sus padres de los cajones como las amadas e intocables mascarillas de papá, o los premios de partidos de mamá, el punto máximo de diablura, fue lanzar una cuchara de palo a la televisión.

Desde ese día que había una mancha negra en toda la pantalla, no la cambiarían hasta que la mocosa creciera, ¿qué sacaban con comprar una si probablemente lo volvería a hacer? Tuvieron que acostumbrarse a ver la televisión con esa mancha en el centro.

Quizás Kyomi tenía sus puntos negativos pero, si había algo que debían celebrarle, era que la niña comía de todo, dejaba el plato vacío y devoraba sus vegetales sin quejas, cosa que Haruki no hacía.

El niño no pasaba la mayoría de las cosas que le servían, zanahorias, legumbres, papas, coliflor e incluso el pollo, Kiyoomi se las ingeniaba para alimentar a su retoño pero cada vez se le complicaba más el asunto, Haruki comía a gusto solo el postre que su madre preparaba y nada más.

Había veces en que Kiyoomi pensaba seriamente que el problema era él y su poca habilidad culinaria, Shoyo tenía que consolarlo explicándole que era común que algunos niños tuviesen estos comportamientos.

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Ambos ya cumplieron los dos años, ese día Shoyo tuvo que salir a hacer las compras para el resto del mes, el omega llevaba consigo a Haruki sentado en el carrito. Cuando debían hacer las compras o salir por separado, cada uno se llevaba a un mellizo, porque quedarse con ambos en un sitio era caótico.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2022 ⏰

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