Parte 7

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Christopher

•Observo por el balcón de mi habitación como los hombres se mueven de un lado al otro en la oscuridad ya que es casi media noche, no sé qué es lo que les ha ordenado Antoni pero parece importante, de todas maneras no me importa, voy a largarme de aquí en un par de días, todo está listo solo estoy esperando el momento indicado.
El viaje a Sicilia no fue lo que yo espere, llevo más de un año aquí y he de admitir que me divertía mucho más en las peleas clandestinas que en esto, llevo varias semanas planeando el cómo regresar y la única opción para hacerlo sin que me condenen como un traidor es llevar información, traicionar a los Mascherano. Tampoco es que me pese mucho, son un asco, quieren aparentar lo que no son.
Llevo más de cuatro meses buscando información que me permitirá regresar invicto a la FEMF y el momento por fin ha llegado, me iré en tres días y Emily vendrá conmigo. Hace unos días cuando regresaba hacia mi habitación muy entrada la noche vi a Antoni escabullirse hacia su habitación, aunque no soy una vieja chismosa quise acercarme a escuchar porque entraba como si era un delincuente y lo que escuche solo me confirmo que es un asco, que merecen ser destruidos, Antoni abusa de Emily. En ese momento quise impedirlo, pero una de las mucamas, amiga de Emily me detuvo, dijo que entrar ahí era un tiro seguro en la sien y tenía toda la razón. Cuando Antoni se largó tras haber terminado, entre a hablar con Emily, era la única de esa familia que no merecía el infierno al que estaba siendo sometida, tras desahogarse unas horas conmigo contándome lo que había estado y que quería huir le ofrecí que viniera conmigo.
Unos toques en la puerta me sacan de mis pensamientos y Fiorella, la mucama amiga de Emily entra a la habitación, su rostro esta pálido y arqueo una ceja cuando se queda parada sin decir nada.

— ¿Viste un muerto o qué?— le suelto serio, no estoy de humor en este momento.

— Acaban de traer a una mujer y una niña a la mansión— dice y al ver que no entiendo el punto por el cual me lo cuenta se acerca al buro de mi habitación y saca una foto de Rachel conmigo que mantengo dentro de este. Supongo que la vio al limpiar la habitación.

— Esta mujer— dice señalándola.
— Imposible— murmuro— Ella no tiene nada que hacer aquí, jamás vendrá aquí.

— No vino por su propio pie— dice— Acaban de ingresarla a una de las habitaciones del ala norte, se resistía pero la amenazaron con lastimar a la bebe que traía con ella y camino.

— ¿Bebe? — busco dentro de mi maleta y saco otra foto que tengo de
Rachel en el fondo de mi maleta, en esta esta solo ella— mírala bien Fiorella, ella es Rachel James, ella no tiene una bebe.

— Le aseguro que es la misma chica, dijeron que la bebe era de ella. Las alojaron a ambas en la habitación del ala norte hace media hora. Tarde en informarle porque estaba buscando
Es imposible, Rachel no tendría nada que estar haciendo aquí menos con una bebe, ella no tiene ningún bebe. Paso las manos por mi cabello frustrado, tengo que comprobarlo por mis propios ojos.

Abro la puerta y todo está en silencio, camino hacia el ala norte con Fiorella siguiéndome a pocos pasos. Al llegar al pasillo de las habitaciones vemos como un par de hombres van retirándose doblando la esquina del final del pasillo, Fiorella me señala la puerta y tomo el pomo de esta, cuando intento abrirla la puerta esta renuente como si estuviera bloqueada por dentro.

Empujo con más fuerza tratando de hacer el menor ruido posible y cuando entro la habitación está en penumbras, cierro la puerta y es ahí cuando alguien se tira sobre mi espalda tratando de asfixiarme, tomo los brazos que me rodean para apartarlos pero solo me aprieta más, de una maniobra impulso el cuerpo que está en mi espalda hacia adelante tirándolo al suelo, desde el suelo barre mis piernas con las suyas tirándome al suelo y maldigo. El cuerpo se sube a horcajadas sobre mí, es una mujer y reconozco ese perfume donde sea, coloca una navaja sobre mi cuello y presiona.

— ¡Rachel!— tomo sus manos con firmeza apartándolas mientras me siento dejándola sobre mí— ¡Soy yo, Maldición!

— ¿Christopher?— no puedo ver su rostro gracias a la oscuridad, suelta la navaja y se abalanza sobre mí esta vez abrazándome. La estrecho contra mí e inhalo su aroma, mentiría al decir que no la había extrañado. Acaricio su espalda y mi pecho puede sentir los latidos desbocados de su corazón y me dedico a posar mis labios sobre los suyos.

Duramos unos minutos de esa manera hasta que se incorpora, enciende la luz y vuelve a trancar puerta con una silla, era por eso que no podía entrar. Me incorporo detallándolo, lleva un vestido blanco algo suelto que le llega hasta las rodillas y no puedo evitar detallar el lindo escote, su cabello está más largo y está algo desordenado por el encuentro que acabamos de tener. Recuerdo la bebe que menciono Fiorella y detallo la habitación, no hay nadie más que Rachel.

— ¿Por qué estas aquí?—digo tomando su mentón, su mirada se enlaza con la mía y su ceño se frunce.

— Yo también quisiera saberlo— murmura y acaricia mi barbilla— por un momento pensé que habías sido tú el que me había mandado a traer de esa manera poco convencional, pero estoy segura los hombre no se refieren a ti como “mi señor”.

— No, no lo hacen, yo ni siquiera sabía que te traerían mucho menos sé cuál es el fin de esto— digo serio— Fiorella, una de las mucamas te vio entrar y te reconoció por una foto. También dijo que venias con una bebe que asegura es tuya. ¿Es cierto?

Guarda silencio y me observa como si no supiera que decir, se escucha un llanto en el baño y frunzo el ceño, Rachel despierta de su ensimismamiento y se dirige al baño, sale de este cargando a una bebe envuelta en una manta que se aferra a su cuello seguramente la escondió ahí por si era otra persona. No sé qué cara debo poner ante esta situación porque no entiendo una mierda y eso me estresa.

Se planta frente a mí y la bebe me observa en medio de hipidos, su cabello es negro y no estoy seguro de que color son sus ojos pero estoy seguro que puedo a ver a Rachel en ella, no puede ser suya.

— Es cierto—murmura acercándose hacia mí.

— No estoy entendiendo una mierda de esto— jalo mi cabello en un gesto de impaciencia y Rachel suspira.

— Ella es Leah, mi hija— dice y busca mis ojos, no sé cuál es la cara que pongo pero solo observo a la niña, tiene su cabeza recostada sobre el pecho de Rachel y me observa expectante.— Nuestra hija— se corrige y mis ojos vuelven nuevamente a ella.

Por primera vez puedo decir que me he quedado sin nada que decir, detallo su rostro buscando algún indicio que me diga que es mentira pero no encuentro nada, en el fondo yo sé que no lo es. Y de cierta manera ciertas cosas empiezan a encajar, sus padres corriéndola de su casa, ella viviendo en la mansión Morgan, sus constantes visitas al hospital militar que se ven en las fotos que me mostro Antoni. Y es ahí cuando recuerdo las últimas palabras que dijo que la llamada que tuvimos “Te amo, vuelve, por mí, por…”, esto es lo que iba a decir.

— La noche que huiste yo lo iba a hacer contigo, pero no llegue a tiempo. Luciana me retraso y cuando llegue al callejón ya no estabas— continua ante mi silencio esperando una reacción de mi parte seguramente— dos meses después me entere que estaba embarazada. El día que llamaste iba a decírtelo pero la llamada se cortó antes que pudiera hacerlo.

Guarda silencio y lo único que hago acercarme y besarla, nunca he sido de palabras bonitas pero ella sabe todo lo que quiero expresar con esto. Me separo de ella y detallo a la bebe que me da una sonrisa paso mi mano sobre su mejilla regordeta y me sonríe, no puedo evitar que la cálida sensación invada mi pecho. Rachel me la tiende y la tomo de sus brazos, Leah Morgan. Me gusta cómo suena eso, la pequeña pone sus manos en mi cara entreteniéndose con la textura que le ofrece mi creciente barba y Rachel ríe. Son mías.

El pomo de la puerta se mueve y Rachel palidece, llevo la mano a la arma de mi cinturilla y apunto a la puerta, me voy a carga al hijo de puta que se atreva a entrar por el simple hecho de haberlas tocado. Sea Antoni o no, me importa una mierda eso.
Se van a arrepentir de haberlas tocado.
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La Continuación Del Mundo Alterno Que Eva Escribió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora