Capítulo 1.

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「Kate's POV」

Entonces, mientras estaba comiendo y observaba la pequeña televisión que estaba en una especie de estante, cierta noticia hizo que mi atención fuera centrada en la pantalla.

[...Los agentes de policía afirman que un joven llamado Drake estaba envuelto en la escena del crimen. Según fuentes externas, ha sucedido en la zona costera de Nueva York. Una chica ha sido agredida con un arma blanca en el pecho numerosas veces en el mismo lugar, siendo que los tejidos han sido encontrados destrozados. El juicio tendrá lugar el día X de este mes. Y ahora, más noticias sobre...]

Chasqueé la lengua, no ocupó más de cinco minutos en pantalla pero hizo que la sangre me hirviese de rabia.

—Es en este tipo de casos donde debería de estar prohibida la defensa del agresor. Está claro que ha sido él, ¿no le ves la cara de culpable que tiene? —gruñí y continué comiendo, murmurando para mí varios insultos para el azabache.

En realidad, me sentía frustrada. No por el hecho del asesinato, sino por la cuestión de que se tratase de una mujer.

—Así queremos hacer del mundo un lugar igualitario. Já, mi coño.

Y, puede parecer exagerado, pero suelo perder los estribos en esta clase de situaciones.

Minutos después, cuando hube terminado mi almuerzo y regresaba a casa, mi teléfono sonó con el tono por defecto. La pereza de cambiarlo me pudo en su momento.

—¿Diga...?

—Ah, sí. ¿Katherine Sykes?

—Sí, ¿quién es...?

—Oh, bien. Verá, le llamo de parte del estado; nos gustaría que ejerciera en defensa de un caso relativamente reciente. Le pagaríamos gran suma de dinero si consigue la verdad del asunto.

No dudé ni un segundo. Era mi oportunidad para volver a disfrutar de los tiempos en los que hacía trabajos interesantes.

—Claro, dígame los detalles.

—Ah, verá. No dispongo del tiempo suficiente. ¿Le gustaría pasarse por la oficina de su edificio? Enviaremos los datos a su correo electrónico compatible.

—Bien, gracias.

Y la llamada se cortó. No tardé demasiado en pagar la cuenta del bar, subir a mi auto y conducir hasta mi oficina. En realidad, me encantaba ir a mi rollo cuando conducía. Me relajaba y solía despejarme las dudas. La canción de Avalanche de Bring Me The Horizon sonaba en la radio. Era extraño que ese tipo de música, que era mi favorita, se pusiera en la radio nacional. Nadie escuchaba eso y, normalmente, a la gente le solía desagradar escuchar sonidos atropellados.

En cuestión de algunos minutos que se hicieron eternos, Kate consiguió aparcar e ingresar en el edificio por tercera vez. Normalmente solía olvidarse cuando llegaba la hora del almuerzo o fingía que no iría por problemas de salud. Pero ésa era una ocasión... Por así decirlo, especial. No quería hacer esperar a mis ansias de comenzar de nuevo. Como los viejos tiempos.

Subí las escaleras a prisa, creyendo que esperar el ascensor, subir, pulsar y llegar era más lento. También me dio rabia el ver cómo una persona se coló en el ascensor y llegó antes que yo a la planta. Era evidente, en realidad pero yo, en momentos como ese de alta tensión, no tenía tiempo ni de razonar con detenimiento.

En pocos minutos, ya llegué a la oficina, imprimí los documentos sin echarle ni un vistazo y, antes de mirar, acepté.

Es lo que hacen las prisas, los nervios, después de todo.

Acusado de Asesinato ( 2ª Edición )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora