– Puedo hacerlo solo. – El de las ojeras empujaba a la muchacha para que saliera, pero esta se negaba a hacerlo.
– Eso es bueno, aún así me quedaré por si necesitas ayuda. – Satori recargo su espalda contra el umbral de la puerta mientras de se dejaba caer hasta dar con el piso.
Manjiro entendía que ella era demasiado terca no importaba cuando la insultara, le gritara, ella siempre hacía lo que quisiera sin importarle las consecuencias.
Tenia el torso desnudo sin vendas, son unos pequeños parches sobre los puntos exactos donde dieron las balas, bajó su pantalón junto a la ropa interior, entrando en la tina con sumo cuidado de no resbalar.
La muchacha sólo le daba pequeñas miradas para asegurarse que éste no fuera a tropezar, ninguno de los dos mostraba incomodidad por la escena puesto que toda esta semana y media que llevaba aquí ella siempre lo ayudaba a lavarse, realmente no había ni un solo rastro de morbosidad entre ellos.– Ya puedes irte. – Musito Sano mientras sumergía su cuerpo en el agua.
– No lo creo, eres algo idiota y seguro te ahogas. – La estupidez en sus palabras lo hizo soltar una suave risa, misma que sorprendió a la muchacha.
– ¡Oh! Cada vez sonríes más, es porque te estás enamorando de mí, ¿cierto? –
El mayor de los tomó lo que parecía un jabón nuevo y lo lanzó a la cabeza de Satori, ella solo reía y continuaba molestandolo "te puse nervioso", eran sus palabras mientras él le tiraba toda clase de objetos y ella reía.
( . . . )
Después de una media hora lo llevó de nuevo a la habitación, éste pudo cambiarse y recostarse para descansar. Satori tenía una toalla en manos que utilizaba para secarse los blancos cabellos de Sano, discutió un poco al principio de no necesitar ayuda pero terminó perdiendo contra ella.
Tras terminar se dispuso a ponerse de pie para retirarse, siendo detenida por una mano tomando con fuerza de su brazo.
– Gracias. – Musito muy despacio, casi inaudible.
Ella estaba volteada hacia la pared, no sabía cómo era que debía reaccionar a eso. Él se acercó un poco a ella, buscaba algo pero temía admitirlo.
Fue en un rápido momento donde Satori volteó su rostro y este se vio pegado al del otro, sus labios estaban completamente pegados, sin moverse, era un momento... incómodo para ambos. Satori tenía los ojos abiertos tal cual dos platos y en el rostro de Manjiro se notaba un leve rubor.
La pelinegra por fin reaccionó y se puso de pie caminando deprisa hacia la puerta, su espalda chocó con fuerza en la madera de la puerta y su mano buscaba con desesperación el picaporte.
– Yo... yo creo que debo... la cena, ¡sí! La cena. – dijo desaparecido de la habitación con gran agilidad.
Sano aún continuaba analizado lo que sucedió hace unos breves instantes, también estaba atónito sin tener absoluta idea de lo que pasó.
La noche cayó, ambos estaban recostados en su respectivos lugares, pero a diferencia de cualquier otra noche ninguno de los dos lograba dormir. Al parecer lo que pasó hace unas horas aún rondaba en sus cabezas, era claro que sería así.
Para ambos era difícil comprender todo aquello. En el exterior eran completamente distintos, pero ambos compartían lo mismo en su interior, el sentimiento de Soledad, ese que durante largo tiempo empezó a apagar lo que sentían y solo dejaba a dos personas vacías intentado llenar el hueco.
Después de tanto tiempo ahora les comía la cabeza el comprender que fue eso, ¿amor? ¿Accidente? ¿O solo fue la Soledad actuando una vez más?Las mentes de ambos explotaban en pensamientos, en intentar darle un sentido a todo ello. Él temía que empezara a amarla. Ella, ella estaba desconcertada, ¿realmente empezaba a sentir algo por él o su secreto era quien actuaba?
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𝐒𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘤𝘶𝘦𝘴𝘵𝘪ó𝘯 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘪𝘯𝘰.
Fanfiction٬٬ ̶ Dime, chico de las ojeras. ¿Caíste en la oscuridad o decidiste que era mejor estar ahí?... ❟❟ Él sabía que ella era estúpida, pero era consciente de la razón que había en sus palabras. 𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗱𝗮.