Me encontraba acostada en mi cama, cuando recibí una llamada de mi novio ya me había llamado anteriormente, pero no quise contestarle no tenía ganas de escuchar su voz, cerré los ojos de nuevo los ojos para tratar de dormir por segunda vez. Escuché mi celular sonar de nuevo, me senté en la cama para tratar de agarrar el celular que estaba en mi tocador.
— ¿Qué quieres, Lion?
— Necesito que vengas a casa.
— ¿Qué? Estoy cansada Lion, quiero dormir.
— Por favor Lyssa, es urgente.
— Está bien, iré. – me pare de la cama para buscar un pantalón e ir a la casa de mi novio, aunque ya no sabía bien si era mi novio, tenía que por que ya sabía que me iba a insistir para ir.
Cuando me vestí, agarré las llaves de mi casa y me fui caminando directamente a la casa del chico Leo. Diez minutos después llegué a la casa de mi novio y entre, di unos pasos para encontrarme a Lion sentado en la mesa de la cocina comenzando, inhalando y exhalando nerviosamente en una bolsa de papel, estaba viendo la bolsa inflarse y desinflarse.
— ¿Qué te pasa? – dejé mi bolsa en una mesita que estaba al lado de la puerta de la cocina y me senté en una silla de al lado de Lion.
— Encontré algo – vi que camino unos pasos para tirar la bolsa de papel al basurero.
— Qué encontraste? – Lion me dio unos paquetes de condones. – No entiendo.
— Era de mi madre, lo encontré – volteé a verlo.
— Bien – di un brinco para bajarme de la silla. – Debo irme.
— Está cogiéndose a alguien. No hace ni seis meses que mi papá murió.
— Lo siento Lion. Pero ¿qué importa eso ahora? ¿de que nos sirve ahora descubrir los secretos de nuestros padres?
Lion salió corriendo a la oficina que era de su padre. Se dirigió rápidamente a un marco que estaba colgado en la pared, abrió el marco y ahí se encontraba una caja fuerte, de ahí saco unas bolsas que contenían oro.