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EPÍLOGO

Y quizá no se habían dado cuenta que unas simples palabras cambiaron un mundo. El hecho de mencionar lo mucho que ChangKyun odiaba a HyungWon, y que JooHeon le prestara atención. Eso, eso dio un cambio radical; hizo que todos sufrieran y mucho envidiaran.

Pero al final, el que salió ganador fue ChangKyun. Tenía a su lindo novio, de sonrisa alargada y mirada alegre. JooHeon era el rayo de sol que todos amaban, pero en especial ChangKyun. Verlo vestido frente a él, era una hermmosura.

—¿Tú crees que le agrade a tu mamá? —pregunta preocupado.

—No es como si mi madre fuera la reina de Francia, Joo. —responde aburrido ante el sexto atuendo—. Te ves bien con todo.

Le da un beso a su novio a la vez que va a tomar la cajita forrada de gamusa azul y la mira con melancolía al recordar aquel bello día en el cual todo mejoró instantáneamente.

—¿Por qué dijiste que sí, Honey? —pregunta ChangKyun en voz baja, lo suficientemnete alto para que lo escuche su prometido—. ¿Por qué no me rechazaste?

JooHeon se queda confundido en su lugar. ¿Qué clase de pregunta es esa? No tenía razones para decirle que no, en cambio, le mandaría hasta un dirigible con la palabra sí escrita. Le dolería pronto la cabeza si ChangKyun salía con sus tonterías de ser alguien poco para él y bla, bla, bla.

—Porque te amo, tonto.

—Oh, eso lo explica todo —dice ChangKyun alegre poniéndose de pie—. Andando, tu novio tiene que pedirte la mano y anunciar el compromiso de boda.

JooHeon toma su mano instintivamente, y comienzan a caminar de salida de su apartamento. Ambos creían que después de años de relación, lo correcto sería casarse. Ser más de lo que eran en aquellos instantes, más que novios. Compañeros eternos de vida, y aunque fuera solo tan insignificante para algunos, para ambos era un paso anormal y bello. Paso que siempre atesorarían.

—No puedo creer que me voy a casar —chilla JooHeon con emoción.

—Quién lo diría, y todo comenzó con un "Hey, no me gusta tu novio".

Y después de todo, las palabras tan directas de ChangKyun resultaron ser una larga entrada a lo que quizá podría ser, y estaba seguro, el amor de esa vida y las próximas tres. Porque ahora se amaban, y nadie cambiaría aquello.