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El clima de la montaña en la que mansión de los Min se encontraba era bastante frío y rara vez podían tener un día completamente soleado. Era algo aberrante para Hoseok, hacía que ni siquiera quisiera salir de la habitación que le asignaron.

Toc. Toc.

Los golpes en la habitación del joven hicieron eco.

— Baja a desayunar —era Jennie con su típica voz suave—. Tendrás tus clases en una hora y no te conviene llegar tarde —advirtió aunque realmente fuera innecesario

Hoseok se preguntaba cómo llegó a las garras de los Min. ¿Cómo demonios terminó a la merced de un monstruo tan fácil si había sido un chico bueno? Era una duda que planeaba responder.

— Ya voy.

Los pasos de Jennie se alejaron con una lentitud que le ponía los pelos de punta al pequeño pelinegro.

Apenas llevaba un mes en aquel lugar junto con su hermanita y estaba más que aterrado con todo lo que lo rodeaba. En especial Min, sentía que lo observaba todo el tiempo, se sentía observado en cualquier lugar.

Simplemente no entendía el propósito de su estadía en ese lugar, ni el por qué solo podía ver a su hermana antes de las ocho de la noche. Presentía que era algo malo, pero no se atrevía a preguntar acerca de ello.

Se levantó de su cama y la tendió en un par de minutos entre pequeños gimoteos para bajar al comedor sin haber limpiado su cara o haberse peinado. El dolor de la herida en su abdomen dolía tanto que se sentía incapaz de arreglarse un poco para verse decente.

Abrió la puerta de su habitación para salir a desayunar. Lamentablemente, Yoongi estaba frente a la puerta con su oscuro cabello peinado impecablemente cómo siempre y sus pantalones formales negros.

— Ven a mi oficina en este instante — ordenó frío, casi mecánicamente; cómo si no tuviera vida—. Apúrate.

— Aún no desayuno.

— Me importa un carajo —gruño—. Te lo dije ayer, ¿No? ¿O quieres que te lo recuerde?

El frágil cuerpo moreno del menor tembló.

— Eso creí. Apúrate o te irá peor que ayer —amenazó sabiendo todo el control que tenía sobre él.

Sin esperar nada más el peliazul se fue siendo seguido por Hoseok que caminaba detrás de él con una mueca en su rostro.

[...]

— Para. No sigas por favor —rogó sintiendo todo el aire saliendo de sus pulmones sin tener alguna forma de recuperarlo y el fuerte ardor en el costado de su abdomen—. Duele.

— Eso será imposible, pequeño —Min sonrió con burla mientras apretaba el corset alrededor de la cintura de Hoseok—. Necesitas ser perfecto y para eso tienes que ser bello.

— Por favor, dejáme —sus ojos avellana se llenaron de agua.

— Eres tú o Lisa. Tú decides.

El brillo enfermo en la mirada del peliazul y la constante presión en aumento alrededor de su cuerpecillo lo forzaron a sacrificarse para evitar que su pequeña hermana fuera lastimada.

— Lo haré —sollozo con impotencia.

— Perfecto.

El corset fue apretado y apretado; justo cuando Hoseok creyó que iba a desfallecer, Min amarró la prenda.

— No te duermas, bonito —le palmeó las mejillas—. Aún faltan tomarte las medidas.

El pelinegro exhalo sintiéndose frustrado al sentir las manos de Yoongi rodear su cintura con una cinta métrica.

— Esto es realmente hermoso —se relamió los labios con diversión—. Sesenta y tres centímetros reducidos a sesenta.

— Dijiste que era bonito. ¿Por qué haces esto? —parpadeo un par de ves para mantenerse despierto.

— Sin dolor no hay belleza... ni placer —sonrió.

— D-Dijiste que era bonito, no tienes que hacer esto —respirar se le hacía más difícil y su nariz tapada de mocos no ayudaba mucho.

— Puedes ser aún más bonito. Por eso puedo hacerlo.

— No quiero ser más bonito —susurro cómo si estuviera conteniendo algo.

— Tú opinión no me importa.

— Qué seas mi tutor no te da él derecho de hacerme esto —atacó molesto—. Solo eres un maldito loco que...

Min abofeteó a Hoseok y este al sentir su sangre corriendo por su nariz se asustó.

¡Pum!

El pequeño cayó al suelo, se había desmayado.

— Dios, a veces quisiera que soportaras un poco más— se encogió de hombros y se agacho para recoger al muchacho.

[...]

— Despierta, joder.

Min estaba más que irritado, tenía que alimentar a Hoseok y este seguía inconsciente después de quince minutos. Tenía cosas más relevantes que hacer que estar cuidando de un mocoso.

— Por una mierda —maldijo y se acercó al menor que estaba recostado en el sofa de cuero en su oficina para tirarle una taza de agua fría.

Hoseok totalmente desorientado y asustado se despertó parándose de golpe con la respiración agitada y un punzante dolor en su cuerpo superior.

— Ya estas despierto. Limpia el desastre y ve con Jennie para que te de algo de comer —ordeno cómo si nada paso—. Estudias por unas tres horas y después regresas a las seis a mi oficina. ¿Entendido?— pregunto a la altura de su cara; el contrario asintió sin estar completamente consciente—. Bien, más te vale que llegues temprano si no quieres un castigo.

Hoseok salió corriendo despavorido sin pensarlo un segundo. Tenía miedo de que el dolor que lo inundaba se duplicara.

[...]

N/A: ¿Me dan comentarios y criticas para mejorar?

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