Capitulo Único

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Si alguien le hubiese dicho al no tan conocido asesino He Xuan que terminaría perdidamente enamorado de un muchacho omega relacionado con su peor enemigo, lo hubiera matado. Así, sin más. No se hubiera reído, principalmente porque rara vez sonreía, mucho menos lanzaría una carcajada, ni siquiera una pequeña. Y no, no sentiría el mínimo arrepentimiento de deshacerse de un mísero humano que mencione el nombre de su peor enemigo. Él tenía un plan, uno que le llevó suficiente tiempo analizar para hacerlo totalmente infalible, que involucraba al Rey de los bajos mundos, Hua Cheng, quien lo tenía bajo su cuidado y para el cual trabajaba; e incluía al hermano de aquel cruel y desinteresado hombre que robó su puesto de trabajo y su vida con ello.
Así fue como, en el mejor momento, logró poner su plan en marcha. No necesitaba que el hermanito omega de su enemigo se enamorara de él, sólo quería un poco de información de la rutina de ese perverso hombre. Shi Qingxuan, el joven omega y hermano del despreciable alfa, aceptó sin cuestionar mucho a He Xuan, e inmediatamente lo transformó en uno de sus mejores amigos. He Xuan, luego de conseguir lo que quería, intentó por todos los medios deshacerse del «meloso» omega que lo seguía a cada lugar a donde iba y le hablaba en todo segundo cuando estaban lejos uno del otro. Y realmente puso todo su empeño para estar distanciado de Shi Qingxuan, pero no consiguió distanciarse de él ni un poco, si acaso logró el efecto contrario. Hecho que no quería aceptar, de ninguna manera, era que comenzaba a sentirse cada vez más a gusto al lado del joven, demasiado a gusto. Ya no le molestaba tanto que lo arrastrara a conciertos de bandas pop que nunca jamás había escuchado hablar, tampoco parecía importarle cuando el omega aplicaba distintos brillos sobre sus labios y le pintaba los suyos de un color rojo intenso, bajo la explicación de hacerlos más apetecibles; ya ni le parecía extraño recibir mensajes de su parte a la mitad de la noche invitándolo a tomar algunas copas en donde siempre debía llevarlo a su casa por tener baja tolerancia al alcohol. De repente comenzó a preguntarse que tanto había logrado meterse en su vida el omega.

La respuesta llego la noche en donde dio muerte a su enemigo. Antes de ejecutarlo, vio la cara del joven omega sonriéndole y dudó. Toda su vida había soñado con el día en que tendría bajo su merced a ese despreciable hombre, pensando en cómo le haría sufrir durante su muerte; pero ahora que allí estaba, dudaba. Shi Qingxuan amaba a su hermano mayor con todo su corazón y He Xuan no quería provocar lágrimas en su rostro, no quería ser la causa de ninguna de las tristezas que acechaban al omega. Pero el momento no duró mucho, Shi WuDu se levantó para dar pelea realizando un movimiento que impactó en He Xuan, quien, cegado de la rabia, disparó a quemarropa dándole fin a la existencia de su mayor enemigo. Permaneció parado varios minutos, casi sin creer que después de tanto, por fin había conseguido su objetivo. Escuchó a lo lejos gritos y alguien parecía llamar por teléfono, sospechaba que a la policía. Lentamente comenzó a alejarse, debía desaparecer de allí para no resultar sospechoso, después de todo no podía involucrar demasiado a su jefe; el alfa le había dado muchos poderes para lograr su venganza personal, no debía traicionar su confianza. Se acomodó mejor su capucha verde oscuro caminando más rápido, casi corriendo; no creía que alguien le hubiese reconocido, todo había pasado en un oscuro callejón y él había procurado cubrirse lo suficiente para no resultar identificado. Aunque era obvio que al día siguiente la muerte del alfa Shi WuDu estaría en todas las portadas de los noticieros y periódicos, no era normal que un poderoso empresario terminara muerto de un disparo en uno de los barrios marginados de la ciudad.
Llegó a su casa algo mareado, podía asegurar que nada tenía que ver con los golpes de la pelea que antes había efectuado. En su cabeza no había más lugar que para la imagen del omega, pero ya no podía imaginarlo feliz, su cara estaba constantemente empapada por lágrimas mientras lo miraba lleno de dolor. La culpa que había logrado ignorar, en el camino se acumuló y explotó de golpe tan pronto cruzó el umbral de su morada. Se refregó varias veces la cara en un intento de hacer desaparecer todos los sentimientos contradictorios que se acumulaban en su interior. Caminó por todo el pequeño mono ambiente intentado sin éxito de despejar su cabeza. Y hubiera comenzado a golpearsela si el sonido de llamada de su teléfono no hubiera sonado. Con cautela se acercó al aparato que insistentemente vibraba. Shi Qingxuan se leía en la pantalla. Podía asegurar con toda certeza por qué motivo el omega lo llamaba a las cinco de la mañana, y aun así tomó el celular en sus manos. Con un hondo suspiro lo atendió.
-Shi Qingxuan...
-Ming Xiong -Le respondió un voz llorosa al otro lado de la línea, entonces recordó que nunca le había dicho su verdadero nombre a Shi Qingxuan.-, Ming Xiong -Repitió hipando el omega.- mi hermano está muerto. Lo mataron en un callejón de un disparo.
He Xuan se quedó sin habla, no estaba seguro de si debía hablar y en caso de hacerlo, desconocía por completo las palabras correctas. Por lo cual prefirió guardar silencio.
-La policía me acaba de llamar, unos testigos vieron a alguien junto a él, pero nada se sabe de su asesino. Ming Xiong, ¿Qué voy a hacer ahora? Él era mi todo, la única familia que me quedaba. Ya no tengo a nadie, estoy solo.
-Yo... -Suspiro ante la incapacidad de poder responder. Su cabeza en blanco le imposibilitaba darle una respuesta. Al final logró articular una frase.- no... no sé que decirte Qingxuan.
Hubo largos minutos de silencio entre ambos.
-Ming Xiong... puedes... ¿puedes venir a casa? No quiero estar solo... te necesito.
He Xuan dudó, estar al lado de Shi Qingxuan resultaba ser la cosa menos recomendable en ese momento; estaba lleno de moretones y su ropa tenía sangre de su víctima. Todo su ser le gritaba lo terrible que era la idea de ir a buscarlo; pero un instinto, casi ajeno a su persona, le incitaba a ir con él, a calmar los nervios de ese omega que no paraba de gemir angustiado. Sentía la imperiosa necesidad de tenerlo en sus brazos y dedicarle caricias hasta que sus labios dejaran de emitir lastimeros sonidos.
-Iré. -Fue todo lo que dijo y colgó. En seguida se sacó la ropa, tirandola al cesto de ropa sucia; se bañó con rapidez y salió cambiado de su casa con el pelo aún mojado.
Golpeó dos veces, en seguida la puerta se abrió. El omega, con los ojos rojos por las lágrimas, lo abrazó apenas lo vio. He Xuan con su instinto alfa casi a flor de piel le recibió entre sus brazos. Shi Qingxuan soltó todas sus angustias en el hombro del alfa, se permitió en su presencia mostrar debilidad. Tal vez una hora más tarde, cuando el llanto casi descontrolado del omega hubo terminado, ambos se acostaron en el sillón que adornaba la sala del lujoso departamento. Shi Qingxuan cerró sus ojos dejandose mimar por He Xuan quien, ajeno por completo a sus costumbres, le acariciaba con mucha suavidad sus cabellos. Cuando el omega empezaba a dormitar, el alfa lo tomó en sus brazos para dejarlo descansar en la cama del dormitorio. Pero al alejarse Shi Qingxuan lo detuvo.
-Ming Xiong, duerme conmigo por favor, no me dejes solo.
Sin siquiera pensarlo He Xuan se recostó al lado del omega, automáticamente lo estrechó en brazos y le repartió besos por toda su cara, empezando por la coronilla hasta llegar a su boca. Antes de buscarlos miró a Qingxuan, silenciosamente le pidió permiso para continuar; el omega, por su parte, se concentró en los delgados labios del alfa, sin mediar palabra entre ellos, se acercó cada vez más hasta besarlos castamente. He Xuan satisfecho con los actos del omega profundizó lentamente el beso, hasta volverlo apasionado, necesitado; tanto que la temperatura entre ellos comenzó a elevarse: de repente no era útil ni urgente llevar puestas las ropas. He Xuan, perdido en la locura del sabor del omega, procedió a desnudar a Qinxuan. Se deshizo de todas sus prendas, lo acarició por todas partes hasta llegar al tesoro, aquel fruto prohibido que no todos podían saborear. Antes de siquiera deslizar un dedo cerca de su cavidad se detuvo otra vez y miró al omega que suspiraba de placer.
-¿Puedo? -Preguntó, a pesar de que lo deseaba no podía hacerle daño, no más del que ya había hecho por lo menos.
-S...sí, sí puedes. -El omega respondió entre temblores de excitación, nunca pensó que terminaría en semejante situación y con Ming Xiong, un hombre que resultaba ser todo menos atrevido.
Algo nervioso He Xuan ingresó uno de sus falanges en la intimidad del omega, este se removió un poco incómodo con la nueva sensación. Trató de relajarse, moviendo sus manos por el trabajado torso del alfa, subiendo hasta su cabello. Allí enrededo sus manos en las hebras negras del alfa, le sonrió y le pidió más besos. He Xuan accedió gustoso a la petición del omega y lo besó con mucho ímpetu. En medio de la batalla sin aire de ambas bocas, He Xuan pudo ingresar dos dedos más en la intimidad del omega; procuraba estirar todo lo que pudiese aquel lugar mientras que la lubricación natural de Shi QingXuan aceitaba la entrada. Por su parte, el omega estaba en las nubes con el fuerte aroma masculino rodeandolo, se sentía seguro y agradecía poder olvidar la triste realidad que formaría parte de su vida de ahora en adelante. Inmediatamente después He Xuan tocó el punto dulce del omega y lo hizo gemir varias veces. Shi QingXuan con el placer a flor de piel logró hablar a duras penas.
-Por favor... hazlo ya...
-¿Estás seguro?
-...por favor... te quiero... y te necesito...
Aún algo nervioso, el alfa accedió a las peticiones del omega y se apresuró a preparase. El empaque del condón fue dócil y se abrió sin complicaciones; segundos después estaba correctamente colocado. Con cautela comenzó a ingresar en la intimidad del omega. Lo hizo suave, esa era la primera vez del omega y deseaba hacerla lo más placentera posible. Shi QingXuan se sentía un poco incómodo y extraño pero no sentía dolor, intuía que Ming Xiong había sido dedicado en su tarea de prepararlo. Los supiros algo entecortados comenzaron a surgir del omega, con mucha vergüenza pero ansioso por sentir más cerca a su amante lo abrazó y le besó en el cuello. La sorpresa atrapó a He Xuan, que descubría una nueva faceta del joven; sonriendo lo buscó, enmarcó con sus manos la cara de Shi QingXuan y lo miró con intenso amor. Mientras se acercaba a besarlo a los labios pensaba que estaba completamente enamorado de aquel omega. Las lenguas entraron en una curiosa danza donde ambos se saboreaban a placer, el aroma de ambos se intensificaba y en busca de placer Shi QingXuan comenzó a mover lentamente sus caderas; He Xuan, quien estaba sentado en la cama entendió lo que necesitaba en ese momento su compañero y lo acostó con suavidad sobre el colchón, sólo entonces empezó un lento vaivén, haciendo que la fricción de ambos cuerpos emitiera un sonido excitante. El omega rasguñaba la espalda del alfa cada vez que sentía una intensa corriente eléctrica en su cuerpo; He Xuan sintiéndo cerca la liberación comenzó a masajear intensamente el pene de su omega. Cuando lo hizo, Shi QingXuan rompió el beso para emitir el gemido más erótico que alguna vez He Xuan hubiera escuchado, y continuó gimiendo mientras el alfa se encargaba de besarlo por todas partes hasta que llegó al orgasmo. He Xuan lo siguió dos minutos después.
Después de todo lo que había pasado, Shi QingXuan se sentía más relajado y sus ojos comenzaron a cerrarse; todas las emociones que había atravesado aquella noche lo habían agotado. He Xuan quedó despierto por varias horas más, veló por el sueño del omega y lo observó acariciandolo hasta que el sueño lo venció.

El alfa despertó solo en la cama al día siguiente. Caminó hasta el baño para despejarse y luego buscó la cocina, que no estaba tan lejos en aquel departamento. Allí estaba Shi QingXuan con el cabello mojado y vestido para salir haciendo el desayuno para dos. Cuando lo vio le sonrió, invitandolo a sentarse.
-No soy un gran cocinero pero puedo hacer totadas y café; incluso hay mermelada si quieres.
He Xuan se sentó sin emitir palabra y tomó tranquilamente su café, el cual estaba bastante bueno, para su sorpresa. Hubo un silencio semi incómodo que duró varios minutos mientras tomaban la bebida caliente sumidos en sus pensamientos. Acariciando su taza, Shi QingXuan tomó valor para mirar al alfa que lo acompañaba.
-Ming Xiong... -El aludido lo miró intensamente, esperando lo que sea que aquel joven quisiera decirle.- gracias... por hacerme compañía anoche...- Y luego de unos segundos de pausa acompañados por un carraspeo agregó- y por... lo que hicimos. Se sintió muy bien.
La intensa mirada del alfa lo avergonzaba, le provocaba un tono rojizo en sus mejillas, sólo ahora podía entender qué tan débil era ante sus secos encantos.
Ante esto He Xuan no respondió, sólo realizó un asentimiento con la cabeza. Se levantó y dejó la taza dentro del fregadero, luego se dio vuelta para enfretar al omega que terminaba tranquilamente su bebida. Sabiendose culpable de la tristeza eterna del omega, se convenció a si mismo que lo mejor sería desaparecer de su vida.
-Yo... debería irme.
Shi QingXuan lo miró con aire comprensivo.- Sí...
Se levantó dejó su taza sobre la mesada y buscó la chaqueta que había traído puesta el alfa la noche anterior.
-No la olvides.
-Gracias.
Caminaron juntos los diez pasos que los separaban de la entrada del departamento. Allí He Xuan se preparó para la despedida más dolorosa de su vida, internamente no quería hacerlo, quería quedarse al lado de ese energético y cariñoso omega; quería poder fingir que lo sucedido con su hermano no era más que un horrible sueño; quería poder armar una familia con el omega que amaba. Pero era demasiado tarde ylas mentiras demasiado grandes, no había forma de volver atrás, sólo podía evitar aumentar el sufrimiento de Shi QingXuan. En el portal antes de irse lo miró a los ojos y lo abrazó con pasión, sabiendo que aquella sería probablemente la última vez que el omega lo vería. Shi QingXuan se sorprendió pero no dijo nada.
Mientras lo abrazaba, le habló suavemente al oído. -Sin importar lo que pase de ahora en adelante, quiero que recuerdes que te amo y que siempre haré lo imposible para ayudarte en lo que necesites.-
Después de eso se fue sin mirar atrás.
El joven omega lo miró marcharse sin despedirse, el nudo que lo acompañó desde la noche anterior subió hasta su garganta; de repente no podía respirar sin hipar y llorar. Estaba solo, estaba solo para siempre, porque podía asegurar que su mejor amigo no regresaría nunca más.

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