Capitulo II

44 4 1
                                    

Estaba ansiosa por la llegada de mi maestro, faltaba pocos minutos para conocerlo. La compañía me había
comunicado unos días antes que mi maestro principal tuvo un contratiempo y que ya no seria mi "tutor",
pero que no me preocupara porque ya había conseguido un sustituto que según ellos era el mejor de
todos. Eso no sabía si tomarlo como un honor o simplemente como si no tuviera importancia, en cuanto a
mi ex ya no supe nada de él desde ese día tan terrible y eso era lo mejor.

El timbre sonó, me mire por última vez en el espejo de mi habitación. No sabía el contenido exacto y
métodos de enseñanza que me darían, pero para prevenir me había aseando adecuadamente para la
ocasión. Caminé rápidamente hacia la puerta principal, con nerviosismo abrí la puerta, cuando lo hice mi
mirada se detuvo en el hombre frente a mi: su piel era morena, sus ojos negros, su cabello era negro
Que superaba la gravedad, su rostro era libre de barba o otro instintivo. Vestía de traje negro tallado lo suficientemente
al cuerpo para notar que era corpulento, el perfume que usaba y que se desprendía de su cuerpo era
elegante y costoso lo se porque precisamente eran los que nuestra compañía fabricaban y digo nosotros
porque trabajo para mi padre; en su mano derecha llevaba un portafolio negro y eso llamó mi atención. —¿Usted es la señorita Briefs? —preguntó con un tono de voz ronca pero tolerable al oído. —Si —respondí un poco aturdida por su impresionante presencia. —Soy Vegeta Ouji, su maestro —dijo seriamente estrechando su mano. —Es un gusto conocerlo, gracias por haber venido —le dije correspondiéndole el saludo—. Pase por
favor —le pedí abriendo más la puerta.
Él ingresó a paso lento observando el departamento. Le ofrecí algo de tomar y me dijo que con un vaso
con agua estaría bien. Luego de dárselo tomó asiento en una de los sofás, yo me senté en otro que estaba
frente a él algo nerviosa.
Poco después él tomó su portafolio y saco algo de el: parecía unos documentos. —Quizás la compañía no le mencionó que debía firmar un contrato de confidencialidad, que en pocas
palabras dice que ninguno de los dos dará información personal del otro. Es importante que lo haga si
esta dispuesta a tomar el curso —mencionó acomodando los papeles. —No tengo problema con firmar —le respondí luego de analizar qué eso era lo mejor para ambas
partes, ya que mi identidad estaría protegida y así nadie se daría cuenta que había contratado este
servicio particular. —Muy bien, entonces léalo y firmarlo —comentó dándome los papeles, los tomé y eso hice
precisamente.

Mientras lo leía, algunos párrafos estipulaba que el sexo entre maestro alumna no era obligatorio (en el
caso de las clases prácticas), sino una decisión personal del cliente. También plasmaba otras opciones
para la enseñanza de dichas clases prácticas (observar a otras parejas mostrando el tema visto en un
estudio exclusivo y privado que la compañía establecía).
Era la primera vez que leía algo así, y eso fue impresionante. Luego de unos minutos firme el
documento. Luego se lo devolví y él los guardó de nuevo en su portafolio, lo colocó en el suelo y me miró
fijamente. —Ahora señorita Briefs, le haré unas preguntas personales e intimas para conocer los puntos que debo
fortalecer en usted sexualmente hablando, luego haremos una lectura teórica y finalizaremos con una
práctica-visual del primer tema —explicó sin tomar ni lápiz ni papel.
Trague en seco ante su explicación, no sabía que preguntas me haría y como seria la parte práctica-
visual. Solo asentí con la cabeza. —¿Cuantas parejas sexuales ha tenido? —inició con la primera pregunta.
Eso si era bastante personal, pero entendí que debía ser lo más sincera posible para facilitar el proceso. —Solo una —respondí un poco apenada recordando que le entregué mi virginidad y un año y medio de
mi vida al idiota de mi ex.
Él me miró seriamente con sus ojos negros —No debe apenarse, y siéntase libre en responder sin ningún tipo de vergüenza. Estoy aquí no solo
como su maestro, sino también como su consejero y también como una especie de amigo que la escuchará
sin juzgarla —dijo de una manera que transmitía confianza.
Yo solo asentí con la cabeza dándole una respuesta que estaba de acuerdo. Luego él me comenzó a
preguntar sobre la razón por la que había llamado a la compañía Florintyn, baje la mirada cuando le di mi
respuesta.

Él en todo momento me escuchaba con atención sin ninguna expresión de juzgarme y eso me
hizo sentir muy bien. —Luego de haber escuchado sus razones, me gustaría decirle que este curso no solo es para aprender
técnicas de placer, sino también para que usted mejore su confianza en sí misma. Cuando finalicemos será
otra mujer —su afirmación me hizo tener más confianza, era como si estuviera frente a un consejero o
psicólogo. —El tema de hoy es la masturbación femenina. Lea esto en voz alta —mencionó dándome una hoja.
La tomé un poco indecisa, era temas que no estaba acostumbrada a hablar, mucho menos con un
extraño. Miré la hoja y comencé a leerla:
La masturbación aporta una serie de beneficios tanto físicos como psicológicos. Entre los beneficios
tenemos:
1)Te hace más feliz al liberar neuroquímicos como las endorfinas.

2)Te ayuda a mejorar las relaciones sexuales al trabajar los músculos pélvicos.
3)Mejora el sueño gracias a la liberación de endorfinas y serotonina.
4)Es bueno para el autodescubrimiento y para mejorar la autoconfianza de uno mismo respecto al sexo.
5)Fortalece el sistema inmunológico.
Cuando terminé de leerlo él se preparó para hablar. —Como verá la masturbación tiene grandes beneficios y no debemos verla con algo malo —dijo—. Para
dar placer a otras personas o nuestra pareja es ideal darnos placer a nosotros mismo, así conocer
nuestros puntos más sensibles y vulnerables —agregó como si nada—. Sin embargo muchos creen que
masturbarse es simplemente tocarse hasta llegar a un orgasmo, pero se equivocan existen varias técnicas
que se pueden utilizar para experimentar nuevas sensaciones con un pizca de lujuria y adrenalina para
que el proceso sea más placentero —comentó asiendo una pausa—. ¿Cada cuánto se masturba? —
interrogó esta vez mirándome con atención, sus ojos eran demasiado intimidante. —No suelo practicarlo —respondí apenada por no ser una mujer "atrevida"—. Creo que crecer en un
ambiente religioso no me permitió experimentar muchas cosas y eso incluye al sexo —agregue con
sinceridad.
Recordé mi adolescencia donde estudié en un colegio católico de señoritas y las enseñanzas siempre
eran en contra de pensamiento pecaminosos. Y ahora que soy adulta me he quedado con esa mentalidad. —No sé preocupe, entiendo perfectamente la situación y ahora que conozco más de usted puedo usar
un método más efectivo —dijo volviendo a tomar su portafolio, luego sacó una especie de venda color rojo —. Póngase de pie —me ordenó.
Hice caso, pero un poco indecisa, él se puso de pie y se puso detrás de mi. Me vendo los ojos poco
después. —¿Para que es esto? —pregunté inmediatamente curiosa. —Es para comenzar la parte práctica del tema de hoy que corresponde al primer bloque de este curso
(en total son tres bloques o niveles) —respondió—. Se dará placer a si misma frente a mi, pero como
conozco su crianza lo hará con los ojos vendados y así no tendrá pena alguna de hacerlo —agregó
alejándose de mi, lo sé porque su voz no se escuchaba tan cerca.
No podía creer que tenia que hacer algo tan íntimo frente a él, trague en seco por la situación. No podía
ver nada con la venda, y no sabía si sería capaz de hacerlo con él presente viéndome en todo momento
aunque tuvieras los ojos vendados. —¡En que rayos me metí! —grite mentalmente.

Maestro del Placer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora