2. Fictober: Niños.

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Las hojas secas se quebraron bajo los pies de Kakashi. A las cuatrocientos horas, la neblina de la mañana pronosticaba una sofocante tarde, lo que no ayudó a mejorar el abatido ánimo del ninja. Minato trató de distraerlo con una plática, pero ante el mutismo del menor se descantó de la idea y, al igual que él, esperó con paciencia.

A lo lejos el traqueteo de un individuo se hizo sonar. Cuando el niño moreno los alcanzó a ver, apretó el paso y reverenció. "Ohayo! ¡Minato-sensei! ¡Kakashi-san!"

Con la misma educación, Minato lo saludó sonriente. "Ohayo, Iruka-kun. ¿Tienes todo listo?"

"¡Ujúm!" Iruka afirmó, asegurando la correa de su mochila en sus hombros y mirando de reojo a Hatake quién sólo había asentido a su llegada.

"Bueno, entonces marchémonos. Nuestro cliente nos espera" sin más, emprendieron camino fuera del pueblo.

 Nuestro cliente nos espera" sin más, emprendieron camino fuera del pueblo

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La misión era simple. Trataba de acompañar a un comerciante y proteger su mercancía con destino a un pueblo relativamente lejano, el problema radicaba en que el camino, por las frecuentes guerras, se hallaba sobrepoblado de bandidos y enemigos que no dudarían en atacar para sacar provecho. Iruka había sido asignado por su conocimiento del idioma de aquellas tierras.

Era la primera labor que el moreno tenía sin su equipo genin, y si los rumores eran ciertos, también era la primera misión en distinto equipo que tenía Hatake desde la muerte de sus compañeros. Iruka trataba de hacer oídos sordos a los chismes venenosos, y olvidar el temor que se apoderó de Kotetsu e Izumo cuando les contó de su primer rango C. Si fuera el caso que Hatake asesinaba por adquirir poder, ¿Qué es lo que podría sacarle? ¿Su cabello largo y bonito? A veces sus amigos eran todos unos payasos sin chiste...

Pero no podía evitar sentirse tan emocionado como nervioso. Se especulaba mucho sobre el futuro Hokage, y aunque Iruka creía que nadie era mejor que Sarutobi y que debía trabajar diez años más, tener cerca a uno de los candidatos al cargo era irreal. ¿Qué tan poderoso era? ¿Era cierto que podía ser tan veloz como un rayo? ¿Qué se volvía invisible ante el ojo humano, al punto que Kakashi debía usar su sharingan para ponerse al tanto? Otra pregunta que lo perseguía era que, si lograba sorprenderlo con sus habilidades ninjas, ¿lo contrataría como su guardia personal cuando fuera ascendido a Hokage?

Tal vez algo de su fanatismo se mostró en su rostro, porque se encontró de lleno con la mirada hastiada de Kakashi y una divertida de Minato después de contarles la veintésima de quinientas formas en que podía apoyarlos con su conocimiento de sellos si es que un bandido los atacaba.

Con abatimiento y vergüenza, Iruka miró a sus pies antes que el coraje lo impulsara a caminar con mayor rapidez que sus acompañantes y encabezar al grupo. La risa del comerciante sólo hizo avivar la mortificación del niño.

 La risa del comerciante sólo hizo avivar la mortificación del niño

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