—Sí —soltó sin más el pelicenizo.
La bella y sensual mujer le regaló una sonrisa coqueta, se acomodó un poco la ropa y cargo con la que se había sacado antes.
—Sígueme —pidió ella mientras sujetaba la mano de Asta.
Ambos salieron de la habitación en la que estaban y siguieron camino al cuarto de la pelirosa, pasaron cerca de donde estaban los demás pero al parecer nadie se dio cuenta de lo que estaban haciendo o iban a hacer.
—Por aquí —señaló Vanessa.
Empezaron a subir las escaleras, la maga de hilos iba al frente y el ojiverde dos escalones atrás. En esa posición, Asta pudo ver perfectamente como el trasero de su compañera se contorneaba firme a cada paso que daba. Derecha, izquierda, derecha otra vez,... las nalgas de Vanessa parecían bailar a un son lento y para el pelicenizo era excitante poder verlo desde tan cerca que no desaprovechó la oportunidad de tocarlas con la mano libre que tenía antes de que terminaran de subir.
—¡Kyaa! —La maga de hilos soltó un pequeño gemido—. As-ta... —decía con una voz jodidamente suave y sensual.
—Vanessa-neesan —dijo colocándose atrás de ella y acercando su boca a sus oídos—. Ya no puedo aguantar más —le susurró mientras pegaba su cuerpo al de ella.
—Aaangh, ya falta poco —respondió la maga de hilos.
La mano del pelicenizo se deslizo entre el trasero de la pelirosa y lentamente removió sus bragas dejando entrar dos de sus dedos a la zona intima de su compañera, haciendo que esta sienta un pequeño estremecimiento en la zona, sus piernas temblaban y su intimidad aún caliente y húmeda empezaba a disfrutar del movimiento que hacía para ella los inexpertos pero entusiastas dedos de Asta.
—Parece que tú tampoco puedes aguantar —comentó el pelicenizo para después empezar a aplicar algo más de presión sobre ella en ese lugar.
Los sacaba y los volvía a meter, y toqueteaba los alrededores buscando la mejor forma de darle placer a su compañera. Aunque en su aislada escena en aquel segundo piso, apareció de repente alguien a quien no tenían pensado encontrar.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Nero quien estaba por bajar por las escaleras.
Los dos pararon de inmediato en lo que estaban haciendo, Asta se encontraba a la derecha de Vanessa y tenía su mano izquierda sobre ella por lo que gracias a dicha posición, la pelinegra no podía enterarse de lo que pasaba a espaldas de ambos.
—¿N-nero que haces aquí? —preguntó nerviosa Vanessa.
—Yo... iba a mi cuarto por algo, creo. De todos modos iba a regresar con los demás —respondió.
—Ya veo, con que es eso —dijo la maga de hilos.
—¿Y qué es lo que van a hacer ustedes? —preguntó nuevamente la chica de cuernos.
—Nosotros sol... ¡Uuhmm!. —De repente Vanessa soltó un gemido.
Asta había vuelto a mover sus dedos en la intimidad de la pelirosa provocando la espontanea reacción de esta última.
—¿Pasa algo? —preguntó Nero sorprendida.
—No es nada —se limitó a responder la maga de hilos—. Lo que pas-ah-a, es que me sentía mal. Por eso ah-Asta me está acompañando a mi cuarto —Vanessa trataba de controlar su voz pero le era imposible.
El ser tocada de esa forma frente a su compañera de orden la hacía sentir un sentimiento indescriptible en ese momento, era raro pero a la vez curioso, nuevo, placentero. Y quizá lo era para él también, pues la pelirosa podía sentir sobre su pierna derecha algo grueso y grande que cada vez más rosaba con ella.
—Oh ya veo, suerte con eso —dijo la pelinegra para empezar a bajar.
Aunque Nero estuviera lejos para escuchar, el pelicenizo podía oír perfectamente los gemidos que trataba de contener la maga de hilos, y sentir lo mojado que se encontraban sus dedos de los jugos de placer que le estaba dando a ella. Mientras que las piernas de la pelirosa flaqueaban, sabía que estaba a punto de correrse...
—Graci...(¡Aaaaah!) —Vanessa tuvo que taparse la boca.
La chica de cuernos volteó para ver una vez más el rostro de su compañera antes de bajar, ella fingió estar tosiendo y le hizo una señal con la mirada de que todo iba a estar bien que no tenía que preocuparse, la maga de sellado no le dio más importancia y siguió su camino hacía donde estaban los demás. Quizá no lo notaron pero ella también estaba un poco ebria por lo que no pudo distinguir ni pensar claramente en lo que pudieron haber estado haciendo esos dos, los cuales quedaron solos en el pasillo.
—Eres muy malo... —gruñía la maga de hilos aún con la respiración agitada.
—Vamos de una vez —sugirió él con una sonrisa en el rostro.
---------------------------------------------------
Algún día lo terminaré :v.