DARKTE

Gotas de Niebla I

Mirarle a los ojos me produce un temor insostenible. Los gritos se escapan por la comisura de mis labios aunque haga fuerza hacia adentro para evitarlo.

Con tozudez consigo transformar el aullido en una sonrisa. Falsa, pero sonrisa.

Es mi única esperanza. Intentar convencerme, y convencerle, de que en realidad todo está bien.
Al volverme veo su sonrisa de vuelta, es la forma más aterradora de sonreír que jamás haya visto.

Hace unos días me parecía encantadora, pero tras las gotas de niebla en mi vaso, dejé de pensar por mí y por el vodka y empecé directamente a no pensar.

Como un zombie hasta ahora. Ahora que me he despertado y me he encontrado atada bajo la mirada de un desconocido al que una vez soñé amar.

Huele a café recién hecho, y al abrir bien los ojos, después de parpadear en varias ocasiones y no conseguir enfocar, me doy cuenta de dónde me encuentro.

Lámparas barrocas, paredes de papel pintado, figuras de porcelana. Cada detalle de este salón abrumador está tan cuidado que espanta. Parece que el tiempo haya retrocedido unos cincuenta años. De hecho, se parece un poco a la casa familiar. Donde crecí.

Vuelvo a mirarle conteniendo una lágrima inútil, y él, él sigue sonriendo perverso mientras dice con una voz pausada, grave y profunda:

—Joline, me alegro de que al final hayas decidido venir. Pensaba que ya te habías olvidado de mí. —Mis pulsaciones aumentan y noto que las gotas de sudor empiezan a correr bajo mi jersey, desde el cuello hasta el ombligo mojando todo mi cuerpo.

Este hombre me conoce, lo noto en su gesto, conoce mi nombre, y yo ni siquiera sé el suyo, solo el que usa en la página de contactos. Está claro que esta batalla está perdida, porque mi captor juega con una terrible e injusta ventaja. Sin embargo, su cara me es vagamente familiar. Pero podría darse el caso de que solamente sea una de estas personas con facciones comunes y aburridas, de estas personas que se parecen a todo el mundo.