viii. los malos entendidos

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⌜ viii

capítulo ocho ⌟

⤹ ❴ MALOS ENTENDIDOS ❵ ⤸

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Luna aprendió por las malas que en un pueblo pequeño todas las noticias volaban rápido. Solo habían pasado dos días, en los cuales su salud mejoró considerablemente, en los que Sam había hecho su mudanza a su casa y ya toda la reserva y todo Forks sabía de eso.

Lo supo porque en el supermercado cuando hacia las compras, se encontró con dos de sus compañeras y ellas le habían comentado lo mal que estaba el haberse ido a vivir con el ex de su supuesta mejor amiga.

Decidió olvidarse de eso, ella misma le iba a decir la verdad a Leah cuando la viera, omitiendo todo el asunto de lobos que aún no entendía al cien por ciento. No había podido hacerlo antes porque el ayudar a una persona a mudarse era bastante complicado.

Finalmente, los ancianos habían aceptado el acuerdo y le permitieron quedarse en la reserva, Luna ya ni siquiera soportaba verlos. La madre de Sam, por otro lado, estaba un poco confundida de que su hijo se fuera de casa, pero al parecer le agradó la idea de que se fuera con ella.

Rain era el más feliz por todo, no le importó  saber la razón verdadera por la que Sam estaba con ellos, solo le interesaba poder estar con él todo el día.

Luna, cada vez que pasaba frente a él, veía con recelo el sofá de su living, estaba acomodado como si fuera una cama. Tenía dos almohadas y una manta encima de él, los zapatos de Sam estaban a un lado y estaba solo un poco sorprendida por lo limpio que era Sam, aunque no sabía si se debía a que él en realidad era así o porque no quería sacar su enfado.

—Si las improntas son tan importantes, ¿por qué me obligaban a irme del pueblo si no vivíamos juntos?

Era de noche, Rain ya estaba dormido junto a Spanky el elefante en su cama, y ella no tenía nada de sueño. Era por eso que se encontraba en el sillón de Sam, viendo una película, con una manta encima de ella y preguntándole a su amigo todo lo que quería.

—No era verdad eso —confesó Sam—. Era solo una estúpida amenaza.

Contrario a lo que creería, Luna no se lo tomó a mal, era como si muy en su interior ya hubiese sabido que la amenaza de los ancianos solo era un farol para asustarla.

Aunque eso no evitó que tomara un cojín y se lo lanzara a Sam, el cual lo esquivó.

—Entonces, estamos viviendo juntos solo por nada. Dime una razón para no echarte ya mismo de mi casa, Samuel.

—No tendrías quien te arregle el grifo de la cocina —bromeó. Luna le tiró otro cojín—. Y Rain se pondría triste si me voy

—Aún tengo ganas de echarte.

Sam rió. Luna reacomodó sus pies encima de él, con total confianza. Debía admitir que el aura de confort y tranquilidad que se había formado entre ellos era algo que le traía completa paz.

En esos momentos no se sentía culpable, no sentía nada más allá de la tranquilidad que necesitaba en su vida. Más al sentir como Sam pasaba su mano de arriba abajo en sus piernas dando suaves caricias.

—Ellos no te habrían echado del pueblo, yo no lo hubiese permitido y por ser el alfa me habrían escuchado —explicó Sam—. Las improntas son muy importantes en la vida del lobo, aunque son muy difíciles de encontrar, es algo que muy pocas veces sucede.

» Decirte acerca de mi secreto si era obligatorio y los ancianos me dieron una fecha límite para eso, la cual no pude cumplir y por algo ellos vinieron. Contigo, mi impronta, no debo tener secretos, y para mi tranquilidad y tu protección es mejor que sepas acerca de mi.

✔ | MOONWOLF ━ sam uley¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora