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Kazutora no se creía capaz de poner en palabras aquello que había sentido por primera vez cuando miró a esos amables ojos azulados de Chifuyu y se encontró seguro en ellos.

Hacía bastante tiempo que no sentía esa calidez en su pecho, esa sensación que le decía que todo estaba completamente bien. Más aún, casi que se había acostumbrado a estar alerta todo el tiempo y sentir esa presión de ansiedad en el pecho que alguna veces lo llevaba al punto de querer vomitar.

Por todo ello, fue un poco impactante cuando Tora miró el suave rostro de Chifuyu y de repente se dio cuenta de que aquél peso que siempre llevaba en sus hombros ya no estaba. Cómo si ese chico lo hubiera liberado de un momento a otro de todos sus pesares, a los cuales en algún momento dejó de darles mucha importancia.

En esos dos años que había vivido con Chifuyu se había dado cuenta de muchas cosas. Había anotado inconsciente en su cerebro pequeños detalles que día a día iba descubriendo del chico. Así como distintas expresiones faciales, movimientos involuntarios o reacciones especificas a distintas situaciones.

Entre todo lo anterior, desde hace tiempo que era consciente de que Chifuyu tenía un sueño verdaderamente profundo.

Kazutora a veces se molestaba, porque, a pesar de no levantarse aún con una guerra a su lado, Chifuyu ponía la alarma mucho tiempo antes del que se supone que deberían despertarse, y siempre terminaba interrumpiendo su sueño.

Aún cuando quería despertarlo de un golpe en la cara, ver la tranquila expresión del pelinegro mientras dormía parecía derretir el corazón del mayor. Sus ojos se relajaban y su cuerpo se debilitaba. Verlo descansar tan pacíficamente le calmaba a él también, así que terminaba despertándolo con pequeños "Matsuno" acompañados de leves zarandeos.

O simplemente evitaba mirarlo mientras le tiraba lo primero que encontraba para que despertara y apagara su molesta alarma.

No era consciente de cuánto tiempo llevaba despierto. Tampoco si de verdad estaba viviendo una realidad o lo que veía es una simple mentira creada por su ya bastante dañada mente. Una dulce y pura mentira en la que le gustaría permanecer por el resto de su vida. Su vista estaba fija en el perfil de Chifuyu, quién dormía pesadamente a su lado. Iba de un lado a otro observando los rasgos del pelinegro iluminados por la brillante luz de la luna que los acompañaba, y eso había hecho una y otra vez, con la mente en blanco, ni un solo pensamiento que interrumpiera su momento de escapatoria.

Sin embargo, unos pasos, tranquilos y rutinarios, se atrevieron a despertarlo de su burbuja. Kazutora se incorporó un poco y al fin su mente hizo click.

Aún seguían en el apartamento de Takemichi.

Alargó su mano para posarla en el hombro del chico que dormía a su lado, pero justo antes de tocarlo, dudó.

¿Cómo debería despertarlo esa vez? ¿Qué decirle? "Buenos días, ¿dormiste bien?" No sonaba como una buena opción en su mente. Primero, porque aún no era de día, y segundo, porque no tenía idea de cómo lidiar con la situación de ver al chico a los ojos y no pensar en sus ya dos encuentros que iban más allá de lo que su "relación actual" debería abordar.

Los "amigos", como Chifuyu lo había llamado, no tenían sexo casual entre ellos.
O tal vez... No. Lo normal es que eso no pase.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió un toque en los dedos de la mano que había alzado para despertar a Chifuyu, y que desde entonces había permanecido suspendida en el aire.

Chifuyu tomó la mano del mayor, entrelazando ligeramente sus dedos. El corazón de Kazutora dio un pequeño vuelco cuando los ojos adormilados de este lo miraron y en un pequeño murmuro preguntó:—¿Qué hora es?

Confort [Kazufuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora