¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día del padre llego, la mayoría de padres ya estaban en el instituto, buscando un asiento dónde sentarse para presenciar la función que los más pequeños de la familia iban hacer.
La mayoría de niños estaban felices y festejando entre ellos, mientras saludaban a sus padres a lo lejos, menos una, que parecía estar buscando a algo, o más bien, a alguien.
—¿A quién buscas tanto?—Su amiga le pregunto.
—A mi papá...
—Mhmm, ¿te dijo si iba a venir?—Kazumi se sentó al lado de la pelinegra.
Dejo de buscar a su padre entre la multitud y bajo la mirada, ante esa pregunta, aquél recuerdo invadió su mente.
Su ritmo cardíaco empezó a aumentar, mientras sentía sus ojos picar. Kazumi se alteró al ver a su amiga en ese estado, volteo a ver a todos lados, buscando alguna profesora que la ayudara pero todas estaban ocupadas.
—__-________...—Puso su mano temblorosa en el hombro de la mencionada.—¿Estás bien?—Pregunto preocupada.
—Yo...—Mordió su labio inferior, llevo sus manos rápidamente a sus ojos, para evitar que alguna lágrima saliera de ellos.—Si, es solo que...
—¿Suhaila?—Una voz fémina se escuchó.—Kazumi, ¿qué le pasa a tu compañera?—Se agachó para poder frotar la espalda de la menor.
—No lo sé, maestra Ito. Solamente... Estaba buscando a su papá para ver si había llegado, y después se puso a llorar.—Explico con preocupación, agarró la mano de su compañera y se quedó mirando al suelo.
—Mhmm, ¿por eso lloras, pequeña?—La pelirroja interrogó, se sentó al lado de su alumna y siguió frotando su espalda.
—Es que...—Pestaño varias veces, buscando que responder.
La mayor suspiró y levantó a la menor en sus brazos.
—No llores, ¿está bien?—Limpió las lágrimas de la más pequeña con una mano.—Y si en todo caso... El no viene.—Paso su lengua por sus labios, en busca de una respuesta.—Es porque... Te recuerdo que es un héroe.—Le dió una mini sonrisa.
Esa sonrisa la hizo sonreír a ella, ya que su maestra nunca sonreía, y que le haya sonreído era un logro para ella.
—Kazumi, cuida de tu compañera.—Le ordenó, bajo a la menor de sus brazos y la dejo al lado de la pequeña rubia.—Por cualquier cosa estaré ahí.—Señalo un estante.
—¡Ya oíste, ________!—Sonrió mostrando sus blancos dientes.—¡Así que no te desanimes!—La pelinegra solo asintió, y se dispuso a sentarse en un gran silencio, siendo acompañada por su amiga, quién a cada rato la veía para asegurarse de que está bien.
