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Narrador

Había pasado unas semanas aproximadamente desde que Ruben dejo a Samuel, sus dias eran bastante aburridos debido a que no acostumbraba a estar sin compañía, lo único que le tenia medianamente entretenido eran las visitas de su hermana menor Nieves, ella aveces lo visitaba para que ambos cocinaran algunas galletas o algún postre ligero, lo único malo es que la pequeña se encontraba con un resfriado estos últimos días y no podía visitarlo.

Sus días se basaban en lo mismo, alimentar a sus dos gatos gordos, jugar un rato a algún juego que le recomendaran o simplemente alguno de su amplia "colección", hablar con mangel sobre alguna idiotez y de paso recalcarle lo solo que estaba.

Aunque en realidad el no se arrepentía de haber dejado a Vegetta, el sabía que por una parte estaba haciendo lo correcto y por la otra tal vez estaba evitando algún tipo de tragedia.

–fuck... Otro día igual de aburrido, joder tío... Necesito emoción en mi vida– con pereza se levanto de su suave cama y se dedico a hacer su rutina diaria, todo iba de acuerdo al plan..  Pero un toque en la puerta de su departamento le hizo ponerse algo alerta, cuando fue a revisar por el picaporte... Se quedo en shock.

Era Guillermo y traía con el unas cuantas bolsas.
A la velocidad de la luz fue a cambiarse ya que estaba en pijama, se arreglo el cabello y se vistió lo mas decente posible.
Al regresar solo abrió la puerta con una amplia sonrisa.

–Guille! Que te trae por acá?, veo que estas algo cargado... Dejame ayudarte– tomo algunas de las bolsas en sus manos y le dio paso al albino, solo le hizo una seña a modo de invitarlo a sentarse.

perdon por la llegada tan repentina, Mangel me dijo que estabas algo... Solo y apartado, y pues... Quise venir a hacerte compañía este dia, nuevamente te pido perdón por no avisar con anticipación– el albino se sentó en uno de los amplios sofas, Ruben pudo apreciar como las mejillas del chico con boina se teñían en un tono rosado, esto le causo una sensación calida y agradable en su pecho.

El castaño se sentó al lado del joven y le dedico una pequeña sonrisa.

–no es necesario que te disculpes... Eres bienvenido cuando gustes, mi casa es tu casa– a la vista de Ruben todo estaba mejorando ese día, la presencia de Willy le traía paz y total alegria.

–gracias jeje, por cierto!... Te prepare algo para comer, Últimamente eh estado aprendiendo a cocinar con la ayuda de Luzu... espero que te guste– con una amplia sonrisa saco una cajita envuelta en una servilleta de tela, el color de aquella envoltura era de un fino tono verde claro.
El castaño tomo gustoso la cajita y la desenvolvio, al abrirla para echarle un vistazo pudo darse cuenta del detalle que tenia...

Era un bento al estilo Japones, tenia su clásico arroz blanco, algo de salmón ahumado y una guarnición de vegetales salteados a la parrilla... También estaban bañados en una apetitosa salsa de aspecto dulce.

–willy... Yo..– sus palabras estaban atoradas en su garganta y sus mejillas tomaron un potente tono rojizo, el pensar que el chico le preparo un detalle el cual proviene de una cultura que adoraba, lo dejo demasiado sorprendido.

–me puse a revisar tu perfil de Twitter y le pedí recomendaciones a Mangel y Fargan, si no te gusta puedes decirlo jeje... No hay problema– una sonrisa nerviosa se poso en sus labios.

Antes de que el albino pudiera agregar algo mas, sintió como el castaño se abalanzo a abrazarlo, un poco confundido le correspondió con cuidado.

–gracias!!! Nadie se había preocupado tanto en saber mis gustos!, Eres un amor de persona Guille!– las palabras del mas alto hicieron que las mejillas de willy se pusieran tan rojas como un tomate, su corazón latía acelerado y su cuerpo parecía que iba a comenzar a temblar.

Esto era una experiencia totalmente nueva para nuestro chico albino, era un sentimiento tan mágico... Algo que nunca había experimentado, ni siquiera en su anterior relación.
Se sentía querido, especial, se sentía útil y tan feliz.

Ruben enseguida tomó los palillos que venían en el bento y Comenzó a comer de manera gustosa, no cabía en si... La alegría que su cuerpo contenía era bastante.

Ese día todo fue paz, abrazos, risas y ataques de diabetes por parte del mas alto.

Al fin pudieron estar felices y experimentar un gran sentimiento, uno que les inundaba el pecho de felicidad, de un tacto cálido y acogedor.

Lo que no sabían... Era que el sentimiento era tan mutuo que llegaban a conectar sin siquiera buscarlo.

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💮karma en tonos pastel💮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora