Seré Su Karma, Seré Tu Amante Sovieshu (editando)

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Su corazón ya latía demasiada rápido desde que había sido elegida, cuando supo que tenía la posibilidad de verlo de nuevo después de los años que habían pasado, ¿5 años? No eran muchos o tal vez sí.
Su apariencia había cambiado, su cuerpo era más grande y ancho, y su rostro era menos finos y tenía algunos rastros de ojeras, su cabello era más corto y su postura era más recta, a diferencia de antes que siempre se veía más relajado, aún con todos esos cambios, se seguía viendo atractivo ante sus ojos.

Sovieshu por su lado, supo que ese color era familiar para él, recordó, recordó a su amiga de hace años a la que no volvió a ver después de su boda con Navier, pero ¿Era posible que fuera ella?
Su rostro era un poco borroso pero destacaba el color del cielo en sus ojos, además, sabía perfectamente que venían de la misma isla, cuando escuchó el nombre de la joven supo que lo era, era ella, Cennet.
Al ver la sonrisa tan cálida que me había dedicado él sonrió un poco, pero no podía permitirse ir con ella y preguntarle qué hacía ahí, tal vez antes fue su amiga pero ahora, él era el emperador y Cennet, Cennet ahora era su trabajadora, por no decir esclava.

Los magos fueron llevados a sus lugares de trabajo, asignados a sus habitaciones, Cennet y Nurhan compartían habitación,  mientras el día se acaba ella admiraba el color del cielo cambiar de color, debía admitirlo, estaba decepcionada.

-Tampoco esperaba a que fuera hacia mi y se alegrara de verme...- suspiró, en verdad no lo esperaba, aunque ya sabía que era imposible que lo hiciera, se sentía así, tal vez en el fondo si quería que Sovieshu le hablara como antes, pero los años habían pasado, ella cambió y él también. -Navier... Me hubiera gustado verla a ella también.

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Sovieshu le dió un recorrido al joven principe, William, aunque era aún un niño era muy listo con respectivo a los asuntos de gobierno y comercio, no era sopresa que los herederos fueran educados desde muy jóvenes pero William, él no era el heredero por nacimiento. El principe era el tercer hijo del rey fallecido, destinado a ser solo un duque, ¿Entonces cómo es que ahora era le heredero? La respuesta era más simple de imaginar. El principe mayor Arturo, falleció poco después de su nacimiento, él incluso había sido mayor que Sovieshu, el segundo hijo, se negó a tomar su responsabilidad y renegó de la familia real tras haberse enamorado de una simple campesina, huyó del reino dejando toda la carga a su hermano menor, William quien apenas tenía 10 años cuando el se marchó, era por eso que Sovieshu se sentía sorprendido de la capacidad del principe para aprender rápido, sin duda, sería un buen gobernador.

El emperador caminaba de regreso a su habitación, llevaba una botella de vino con él, necesitaba tomar algo, su cuerpo estaba cansado, trabajaba el doble desde que Navier se había ido y Rashta se concentraba en aprender a leer y escribir.

-Quiero descansar...- Sovieshu se detuvo al ver la silueta de la mujer de cabellos azules, ella estaba recargada en una de las paredes del pasillo, aún estaba vestida con el uniforme de su isla, tarareaba y movía su pie, su perfil se veía tranquilo y sereno.
A Cennet le tomó unos minutos darse cuenta de la presencia del emperador, ella sonrió al verlo y caminó hacia él hasta estar cerca, Sovieshu no sabía que decir, cómo hablar con ella después de tanto tiempo.
Cennet en cambio miraba la botella de vino, pero aún así no se mostraba enojada, más bien, las ganas que tenía de hablar con su majestad eran bastante notorias.

-Buenas noches majestad...- saludó. -Sabe... Es una falta de respeto, no preguntar,a  quien no ves durante años, cómo le ha ido en la vida.- Cennet rió, y ladeó su cabeza, siempre había sido juguetona. -¿Acaso me ha olvidado? ¿Tendré que presentarme de nuevo?

Sovieshu negó moviendo su cabeza, carraspeó su garganta y, aunque aquello le había tomado por sorpresa, se atrevió a hablar con ella.

-¿Aún cuentas las estrellas del cielo.... Cennet?- Sovieshu se perdió en la sonrisa de Cennet, la emoción que mostraba ella al saber que su emperador aún la recordaba.

-aun cuando sé que no puedo decir la cantidad exacta...

-pero eso nunca te detiene para perderte en el cielo estrellado... ¿Verdad?- Sovieshu se permitió abrir sus brazos, aquello era posible porque estaba un poco ebrio. -¿Cómo te encuentras, Cennet?- ella se apresuró a rodearlo con sus brazos, aquello era un abrazo lleno de sentimientos, se extrañaron, Sovieshu como amigo Cennet como una enamorada incapaz de olvidar, pero ambos sentían mutuamente la alegría de verse de nuevo, aún si Sovieshu quiso negar tal sentir, era imposible ocultar lo obvio.

En aquel pasillo la puerta de la habitación de la emperatriz se había abierto, la cabellera blanca se asomaba, Rashta tenía pensado ir a tomar un bocadillos nocturno debido a un antojo, pero al ver tal escena su expresión cambio a una enojada, ¿Qué hacía su esposo abrazando a otra mujer?