CAPÍTULO 7

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Regresaron al apartamento en silencio, mientras Lauren seguía
consumiéndose por dentro. Camila no pudo evitar sentirse complacida por haberle dado su merecido, pero se preguntó si había ido demasiado lejos, dado que su enojo era palpable. Continuó ignorándole, esforzándose por aparentar indiferencia, pero la tensión en el ascensor se podía cortar con
un cuchillo. Una vez en el apartamento, se volvió para darle las buenas noches, pero antes de que pudiera decir algo, la ojiverde se abalanzó sobre ella.

Empujándola contra la pared, se apretó contra ella por detrás. La cogió del pelo y tiró de su cabeza hacia atrás, susurrándole al oído: -¿Crees que puedes tratarme así y que no haya consecuencias?

Las manos de Camila se apoyaron en la pared intentando apartarle, pero la mayor siguió presionando con fuerza. Al besarle el cuello, Camila tembló, dándose cuenta de que se estaba excitando. -Sra. Chekhov, no sé de qué me
habla.

-Mentirosa.- La giró y tomó sus brazos colocándolos por encima de su cabeza, mientras la mantenía clavada a la pared. La besó salvajemente y Camila estuvo a punto de derrumbarse ante su repentino embate. Aunque aún tenía esperanzas de seguir manteniendo el control, no estaba
preparada para la reacción de su cuerpo. Cuando la ojiverde aflojó sus manos, Camila consiguió liberarse. La sonora bofetada que le propinó resonó por todo el salón. Lauren retrocedió asombrada, y la menor se puso las manos en las
caderas y la miró con desprecio.

-No sé quién te crees ni a lo que estás acostumbrada, pero NO lo vas a conseguir conmigo. He aceptado este trabajo para aprender de ti, ¡NO para
ser tu puta! ¡Buenas noches!

Alejándose de ella, Camila caminó airada por el pasillo y cerró su puerta detrás de ella. El sonido del pestillo se dejó oír en el silencio del
apartamento.

Se apoyó contra la puerta mientras recuperaba el aliento. Esa mujer era
imposible. Tuvo que coquetear con aquellos hombres toda la noche para ignorar las penetrantes miradas de Lauren. Se encontraba como pez fuera del agua, y temía ir demasiado lejos y meterse en problemas. Aunque creía
que no lo había hecho tan mal, era evidente que Lauren estaba furiosa.

¿Quién diablos se creía? Lauren Chekhov, por supuesto, se respondió a sí misma. Su brutal reputación y temperamento eran famosos, y Camila estaba
dispuesta a lidiar con ella en un ambiente de trabajo, pero esto era diferente.

Se cambió de ropa y se lanzó sobre la cama, esperando que la venciera el sueño. A las tres de la mañana, seguía sin pegar ojo y decidió levantarse.
Poniéndose una bata, salió silenciosamente del cuarto. El apartamento estaba a oscuras, pero las cortinas estaban abiertas y las luces de la ciudad inundaban el salón con un suave resplandor. Camila se acomodó en una
silla para observar el panorama. Perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Lauren había entrado hasta que vio su silueta en el cristal.

-Lo siento- dijo la menor con un suspiro.

-¿El qué?

-Mi comportamiento de antes. No soy así.

-Entonces, ¿por qué lo hiciste?

-Estaba enfadada contigo por lo del avión y la ropa. Bueno, más que nada avergonzada por lo del avión, pero la ropa....

-¿Qué tiene de malo la ropa? Te sienta muy bien.

-Toda esa lencería.

-¿Qué?

-No soy ese tipo de personas que...que...

-¿Les gusta ponerse cosas bonitas?

-Sí. Quiero decir, no. ¿Has visto la lencería?

Lauren negó con la cabeza al tiempo que soltaba una risita. -Te dije que usamos un personal shopper. Como no estaba familiarizada con tus gustos
y solo se pudo basar en una foto, te compró de todo para que pudieras
elegir. Volviéndose hacia la Castaña, Lauren vio a Camila sentada con las piernas sobre la silla y la barbilla apoyada en las rodillas. -Bueno, si te sirve de
algo, puede que toda esa atención que les has prodigado me haya ayudado a cerrar el acuerdo.

La menor dijo: -Supongo que eso es bueno, siempre que no tenga que volver a hacerlo.

Arodillándose delante de ella, Lauren le agarró suavemente por los tobillos y le bajó los pies al suelo. Se alegraba de que no pudiese ver su sonrisa, porque se dio cuenta de que, a pesar de todo, aún se mostraba sumisa ante la mayor, probablemente sin ni siquiera notarlo. Le empezó a frotar los pies y Camila cerró los ojos, disfrutando del masaje. Era demasiado orgullosa para
admitir que nunca había llevado tacones durante tanto tiempo, y tenía los pies y las piernas doloridos.

Con un gemido, flexionó los pies y se abandonó a las caricias que
ascendían por sus piernas. Aunque el tacto de sus manos era reconfortante, le provocaba un efecto distinto en su interior.

Si bien reconocía no tener mucha experiencia, había probado el vibrador que sus amigas le regalaron por Navidad, y leído bastantes novelas románticas como para saber que se estaba excitando. No pudo evitar pensar en Shawn. Habían sido novios durante casi tres años y, aparte de besos y toqueteos, nunca le había hecho sentir como lo hacía Lauren con
solo mirarla.

La detuvo poniéndole la mano en el hombro. -Creo que debería volver a
la cama- consiguió decir.

La ojiverde se sentó en el suelo. -Como quieras.

Camila se quedó allí sentada mirándola y suspiró. Se levantaron a la vez.

Debido al impulso, se había inclinado hacia la mayor, que la agarró por la cintura y la levantó. Sin pensarlo, Camila se abrazó a su cuello y la mayor la besó. Le
mordisqueó los labios con ternura, para luego apretarla con fuerza contra ella. Cuando Camila gimió, le introdujo la lengua en la boca. Deslizando las manos sobre sus caderas, la alzó y ella rodeo su cintura con las piernas.
La atrajo más hacía sí y ella notó como su erección se tensaba contra el pantalón.

Haciendo una pausa, apoyó su frente contra la de ella y la besó
suavemente. -Si quieres que pare, tiene que ser ahora, antes de que se me vaya de las manos.

-Y ¿si no quiero que pares?

-Entonces, tienes que entender algo. No hago las cosas con amabilidad. No soy amable. No pido. Me sirvo.

Deslizando los dedos por su cabello, Camila atrajo su cabeza hacia ella. Mordisqueando sus labios, repitió lo que la ojiverde había hecho antes y estrechó
sus piernas a su alrededor. -Pues sírvete. Estoy harta de esperar.

-No hay vuelta atrás- dijo solemnemente mientras la besaba.



Ya se viene el smut 😈😈.

Una Virgen Para La Millonaria RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora